IT CAME FROM BENEATH THE SEA. 1955. 79´. B/N.
Dirección: Robert Gordon; Guión: George Worthing Yates y Harold Jacob Smith, basado en un argumento de George Worthing Yates; Dirección de fotografía: Henry Freulich; Montaje: Jerome Thoms; Música: Mischa Bakaleinikoff; Dirección artística: Paul Palmentola; Efectos especiales: Ray Harryhausen; Producción: Charles H. Schneer, para Clover Productions-Columbia Pictures (EE.UU).
Intérpretes: Kenneth Tobey (Comandante Pete Matthews); Faith Domergue (Dra. Lesley Joyce); Donald Curtis (Dr. John Carter); Ian Keith (Almirante Burns); Dean Maddox, Jr. (Almirante Norman); Chuck Griffiths, Harry Lauter, Richard W. Peterson, Eddie Fisher.
Sinopsis: Un submarino nuclear estadounidense topa con un pulpo gigante en aguas del Pacífico. El animal, que a causa de la energía atómica se ha vuelto un depredador de mamíferos, se dirige a las costas norteamericanas en busca de alimento.
Una vez dio por cerrada su carrera como actor, Robert Gordon encontró su lugar detrás de las cámaras, terreno en el que alcanzó logros destacables en el ámbito televisivo. No obstante, sus primeros proyectos como realizador fueron largometrajes, siendo Surgió del fondo del mar uno de los más conocidos. Este film fantástico, que toma su punto de partida del pánico generado por el poder destructivo de la energía atómica, casi coincidió en el tiempo con la japonesa Godzilla, sin duda la obra que marcó el camino a la legión de films poblados de bestias, convertidas en gigantes asesinos por culpa de las bombas nucleares, que poblaron las pantallas durante los años siguientes, y que en realidad ya había tenido su prólogo un par de años antes con El monstruo de tiempos remotos, film que, al igual que el aquí reseñado, contó con la presencia del mago de los efectos especiales Ray Harryhausen.
Estamos ante una serie B pura y dura, típica de los años 50, cuando la Guerra Fría y los avances científicos pusieron en el primer plano el riesgo de un apocalipsis nuclear. Los productores cinematográficos hallaron un nuevo filón en este miedo colectivo, si bien el fenómeno quedó circunscrito a las películas de bajo presupuesto. Surgió del fondo del mar es una de ellas y, aunque no posea valores que la diferencien para bien de otros productos similares, es entretenida, está rodada de un modo solvente y posee el encanto naïf que los buenos aficionados al cine fantástico encuentran en estas obras paradigmáticas de la posguerra. En este caso, el animal que siembra la destrucción es un pulpo gigante, que abraza una dieta rica en carne humana por culpa de los estragos causados por las explosiones nucleares en la zona abisal en la que vivía. Un primer encuentro en el Pacífico con el submarino atómico más moderno de la Marina estadounidense pone sobre aviso a científicos y autoridades militares, pero cuando la ruta del cefalópodo le lleva hasta la Costa Oeste de Norteamérica, el drama se hace inminente.
No se puede decir que Robert Gordon dote de un estilo personal al conjunto, pero sí que su forma de filmar la historia es competente. La trama se articula en torno a dos ejes: la amenaza del mastodóntico pulpo y el triángulo amoroso que se forma entre el oficial de la Marina al mando de las operaciones (no en vano es el capitán del submarino que se topó en alta mar con el cefalópodo), la asesora científica encargada de desentrañar la naturaleza del monstruo y el eminente investigador a cargo de toda la parte académica del asunto. Casi no hace falta decir que esos amoríos de laboratorio no aportan gran cosa, salvo en lo que se refiere a hacer más amena la parte del metraje centrada en la investigación científico-militar. Lo jugoso de la trama está en las terroríficas andanzas del pulpo que, como es de rigor, le llevan hasta un lugar icónico. Si en King Kong era la ciudad de Nueva York, simbolizada por el Empire State Building, y en Godzilla el clímax de la historia tenía lugar en Tokio, aquí el desenlace sucede en San Francisco, con el Golden Gate como epicentro de la batalla entre el monstruo y el hombre. Al parecer, las autoridades locales no autorizaron el rodaje en el puente, por lo que los responsables de la película, con Harryhausen al frente, lo reconstruyeron en miniatura. Hoy los efectos especiales se ven cutres, pero el trabajo de este gran creador de sueños y pesadillas, rey del stop-motion, es magnífico, máxime si tenemos en cuenta que el presupuesto del film es cualquier cosa, menos generoso. Prueba de ello es que, según el propio Harryhausen, las estrecheces económicas obligaron a construir un pulpo con seis tentáculos, en lugar de los ocho correspondientes, y hubo que filmar a la criatura de manera que esto no se notara. Al margen de la pericia de este técnico superdotado, la película tiene una buena fotografía a cargo del prolífico Henry Freulich, que ya había colaborado con Robert Gordon en algunos de sus films precedentes, y una correcta banda sonora de otro estajanovista de la serie B norteamericana, Mischa Bakaleinikoff.
A Kenneth Tobey, otro trabajador incansable en la industria, casi siempre como secundario, lo de luchar en la pantalla contra criaturas asesinas no le venía de nuevo, por cuanto había estado en el reparto de El enigma de otro mundo y de la mencionada El monstruo de tiempos remotos. Aquí, Tobey ejerce de protagonista, y su parco registro cuadra bien con la idiosincrasia del duro militar al que interpreta, sin llegar a lucir de un modo evidente. Faith Domergue, que interpreta al único, pero muy relevante, personaje femenino de la película, ofrece la mejor interpretación del elenco, dando vida a un personaje que iba bastante más allá del rol pasivo y complaciente habitual asignado a las actrices en el cine de la época. Completa el trío protagonista Donald Curtis, sólido actor que, como sus compañeros y el propio Robert Gordon, trabajó mucho para la televisión y que aquí otorga entidad a un personaje del que seguramente el guión debió extraer más partido. En el plantel de secundarios destaca Ian Keith, en el papel de un alto mando militar, al que interpreta con sobriedad.
Surgió del fondo del mar es un film para amantes del cine fantástico clásico de serie B, y sobre todo para seguidores de Ray Harryhausen, pues este fue el primero de los trabajos que le hicieron célebre. Por lo demás, se deja ver y no aburre, aunque carece de cualidades cinematográficas especiales que la hagan distinguirse de otras producciones de temática y época similar.