ONCE WERE BROTHERS: ROBBIE ROBERTSON AND THE BAND. 2019. 97´ Color.
Dirección: Daniel Roher; Guión: Faniel Roher; Dirección de fotografía: Kiarash Sadigh; Montaje: Eamonn O´Connor y Daniel Roher; Música: Canciones de The Band, Bob Dylan, etc.; Dirección artística: Linden Li, Isaac Roberts y Stephen Trivieri; Producción: Lana Belle Mauro, Sam Sutherland, Stephen Paniccia y Andrew Munger, para Imagine Documentaries-Bell Media Studios-Shed-Polygram Entertainment-White Pine Pictures (Canadá).
Intérpretes: Robbie Robertson, Dominique Robertson, Ronnie Hawkins, Levon Helm, Rick Danko, Richard Manuel, Garth Hudson, John Hammond, Martin Scorsese, Bruce Springsteen, Eric Clapton, Rick Dano, Van Morrison, Bob Dylan, Taj Mahal, Peter Gabriel, Jann Wenner, David Geffen.
Sinopsis: La historia de The Band, narrada desde el punto de vista de su líder, Robbie Robertson.
El documentalista canadiense Daniel Roher logró que su nombre empezara a sonar fuera de su país de origen gracias a Once were brothers, documental en el que el guitarrista de The Band, Robbie Robertson, explica la trayectoria del grupo desde su particular óptica. La película gustó a la crítica, tanto por su buena factura como por lo que supone en cuanto a la recuperación de un irrepetible conjunto de músicos, pero se llevó algunos merecidos palos por su falta de objetividad, cuestión que comentaré más adelante.
El título original de la película deja clara su naturaleza, por cuanto se trata de explicar la historia de The Band desde el prisma de su guitarrista y principal compositor, Robbie Robertson. A partir de esta premisa, Roher hila un film muy académico, que respeta el orden cronológico en la revisión de los hechos y alterna los testimonios del principal protagonista y los de otros personajes relevantes para la historia con multitud de imágenes de archivo, algunas de las cuales recuperan legendarias actuaciones en directo del grupo. Roher hace gala de muy buena técnica, sabe combinar bien la música y las palabras, al tiempo que presenta los hechos de una forma ágil que revela un hondo conocimiento de lo que se cuece en una sala de montaje. Sin embargo, puede acusarse al director de falta de personalidad, pues da rienda suelta a la versión que de los hechos brinda el protagonista, que en algunos aspectos importantes se aleja de la verdad. Dicho de otra forma, quien vea Once were brothers sin conocer por otras fuentes la historia de The Band se llevará una impresión equivocada de las circunstancias que precipitaron el final del grupo, o incluso de cuándo se bajó realmente el telón. En esto, la película rompe con el espíritu divulgativo que debe tener todo documental, pues los espectadores deben saber que considerar que el concierto que Martin Scorsese filmó de manera magistral en El último vals supuso el fin definitivo del grupo es sólo una verdad a medias, pues se obvia que en 1983 todos los miembros de la banda, a excepción de Robertson, volvieron a reunirse para seguir grabando discos y saliendo de gira, o que el conjunto siguió funcionando después del suicidio, en 1986, del teclista Richard Manuel, a cuyo funeral no asistió Robbie Robertson. Sea por memoria selectiva o por un tardío afán de autojustificación, el guitarrista falta a la verdad cuando dice que la reunión de The Band no fue imposible, pues lo fue sin él. No digo que Robertson careciera de motivos razonables para no querer volver al pasado, pero sí que, a partir de 1976, las cosas simplemente no sucedieron como él las cuenta, excepto en lo que se refiere al enfrentamiento que Robertson y su más antiguo camarada, Levon Helm, sostuvieron a cuenta del reparto de los beneficios originados por las canciones del grupo, que según Helm no respetaba la estructura democrática que caracterizó a la formación en sus primeros años de existencia, que fueron los de mayor éxito. En este aspecto sí cabe criticar a Daniel Roher, por ofrecer en su película una sola versión de la historia.
Hechas las necesarias aclaraciones, es preciso añadir que Once were brothers es una obra valiosa en cuanto recrea una época mágica en la historia de la música, la de la explosión del rock & roll, y abarca gran parte de la era más gloriosa de esta música. Es impagable escuchar a The Band en sus mejores momentos, o conocer su mecánica de trabajo y el entendimiento musical y personal que llegó a haber entre sus miembros. Asimismo, tiene un gran valor histórico conocer cómo vivieron los músicos que le acompañaban sobre el escenario la experiencia de esa gira en la que Bob Dylan comprendió que la mayoría de su público podía ir de otra cosa pero que, como mínimo en lo musical, era profundamente reaccionaria. Y, por supuesto, nunca es mala hora para revivir uno de los conciertos más memorables de la historia del rock. Por todo esto, y pese al innnecesario empeño de Robbie Robertson en reescribir la historia, Once were brothers brinda varios instantes gloriosos a los melómanos en poco más de hora y media de metraje, así que hay que verla. Daniel Roher debe ser más desobediente en el futuro, pero es un director de buen nivel.