LONE STAR. 1996. 130´. Color.
Dirección : John Sayles; Guión: John Sayles; Director de fotografía: Stuart Dryburgh; Montaje: John Sayles; Música: Mason Daring; Diseño de producción: Dan Bishop; Dirección artística: Kyler Black; Producción: R. Paul Miller y Maggie Renzi, para Rio Dulce- Castle Rock Entertainment (EE.UU.).
Intérpretes: Chris Cooper (Sam Deeds); Elizabeth Peña (Pilar); Kris Kristofferson (Charlie Wade); Matthew McConaughey (Buddy Deeds); Clifton James (Hollis); Ron Canada (Otis); Miriam Colón (Mercedes Cruz); Joe Morton (Delmore); Frances McDormand (Bunny); Tony Amendola, Tony Plana, Chandra Wilson, LaTanya Richardson, Eddie Robinson.
Sinopsis: En las afueras de un pueblo tejano colindante con México se descubre un esqueleto humano. El sheriff del condado, Sam Deeds, averigua que en esos huesos se guarda un secreto que sacará a la luz oscuras historias de su propio pasado y del de todo el pueblo.
Lone Star es, muy probablemente, la mejor película de la muy coherente pero irregular carrera del director John Sayles, y también la de mayor repercusión. Aún así, es otra de esas pequeñas-grandes películas realizadas en la década de los 90 que, a día de hoy, permanecen en un injusto segundo plano. Las ciudades fronterizas entre México y los Estados Unidos han dado mucho juego en el cine, y esta película es una de las mejores muestras de ello.
Sam Deeds, el sheriff del condado de Rio, vive ensombrecido por el recuerdo de su padre, el carismático ex-sheriff Buddy Deeds, de quien no guarda precisamente buenos recuerdos. Un esqueleto humano hallado por casualidad entre unos cactus le ofrecerá la oportunidad de ajustar cuentas con su pasado, aunque todo se irá complicando a medida que Sam vaya tirando del hilo que esos huesos le ofrecen. Es cierto que la premisa argumental tiene ciertos puntos en común con la de Terciopelo azul, pero el parecido entre la película de Lynch y la que aquí reseño se acaba aquí. Lone Star es realista, a veces áspera como la propia orografía de Arizona o del sur de Texas, y trata fundamentalmente de lo que nos llega a condicionar la vida ser hijos de quien lo somos, del peso de la herencia, de la imposibilidad de borrar el pasado. El del condado de Rio empieza con Charlie Wade, un sheriff corrupto y racista que impone su despótica ley en el pueblo hasta que uno de sus jóvenes ayudantes, Buddy Deeds, se enfrenta a él. Poco después, Wade desaparece, y con él lo hacen diez mil dólares de fondos del condado. Buddy es proclamado sheriff. La versión oficial en Rio es que Wade se fugó con el dinero para no volver, aunque hay gente en el pueblo que sabe que la verdad es otra. Sam Deeds intentará descubrir esa verdad al tiempo que trata de recuperar a su gran amor de juventud, Pilar, hija de una temperamental mexicana que regenta un restaurante. Otras historias se nos muestran en el camino, como la de Otis, dueño del único local para negros del pueblo, o la del padre de Pilar, Eladio Cruz, asesinado por introducir inmigrantes ilegales en los Estados Unidos sin pagarle la obligada cuota al sheriff.
Lone Star, película coral en cuyo desarrollo narrativo se entremezclan pasado y presente, siempre con claridad y acierto, se centra mucho en dos temas de gran interés: el fenómeno de los espaldas mojadas y la difícil convivencia en una sociedad multiétnica como la norteamericana, dos temas recurrentes en la filmografía de Sayles, un enamorado de las costumbres y el folklore mexicanos, como se comprueba en la muy acertada utilización de las canciones en el film. Tampoco se deja de lado la corrupción política, directa y salvaje en la época de Charlie Wade, sibilina y falsamente civilizada en la de Sam Deeds, quien al final de todo el proceso, al averiguar quién fue y qué hizo realmente su padre, aprenderá que no hay más remedio que relativizar el pasado para evitar que su peso nos aplaste y nos impida tener un futuro.
Film de autor por excelencia (Sayles dirige, escribe el guión y es además el responsable del montaje de la película), Lone Star se narra con sobriedad, interesa, convence y a ratos (las escenas del reencuentro entre Sam y Pilar, por ejemplo) emociona. La fotografía es excelente, y en el capítulo interpretativo hay hasta una correcta actuación de Matthew McConaughey en la que quizás sea la única película memorable de su filmografía. Chris Cooper está acertado en su interpretación del taciturno sheriff Sam Deeds, y Elizabeth Peña no necesita mucho más que su intensa mirada para convencer. El trabajo de Clifton James también es remarcable, aunque uno se queda sobre todo con Kris Kristofferson, duro como una roca incorporando a Charlie Wade, el personaje más malvado de una película en la que, como en la vida real, los buenos no abundan. Gran film, no me cabe ninguna duda, de presencia obligada en toda buena videoteca.