DUNKIRK. 2017. 106´. Color.
Dirección : Christopher Nolan; Guión: Christopher Nolan; Dirección de fotografía: Hoyte Van Hoytema; Montaje: Lee Smith; Dirección artística: Kevin Ishioka, Eggert Ketilsson y Toby Britton (Supervisión); Música: Hans Zimmer; Diseño de producción: Nathan Crowley; Producción: Christopher Nolan y Emma Thomas, para Syncopy-Dombey Street Productions-Warner Bros. (EE.UU.- Reino Unido-Francia-Países Bajos).
Intérpretes: Fionn Whitehead (Tommy); Mark Rylance (Mr. Dawson); Barry Keoghan (George); Tom Glynn-Carney (Peter); Kenneth Branagh (Comandante Bolton); James D´Arcy (Coronel Winnant); Tom Hardy (Farrier); Harry Styles (Alex); Cillian Murphy (Soldado asustado); Aneurin Barnard (Gibson); Jack Lowden (Collins); Luke Thompson, Bobby Lockwood, Will Attenborough, Matthew Marsh, Miranda Nolan, Jochum ten Haaf, Richard Sanderson, John Nolan.
Sinopsis: Ante el avance imparable de las tropas alemanas, cientos de miles de soldados aliados, la mayoría británicos, se agolpan en las playas de Dunkerque a la espera de ser rescatados.
Después de haber viajado hasta el espacio con Interstellar, Christopher Nolan cambió la ciencia-ficción por el género bélico con Dunkerque, recreación cinematográfica del famoso rescate marítimo de las tropas aliadas que se apelotonaban en el litoral atlántico francés. Como de costumbre, Nolan cautivó a la crítica, que se deshizo en alabanzas a su labor de dirección, y elogió también, aunque con menor estruendo, la fuerza narrativa de la historia. Opino, antes de entrar en más detalles, que Dunkerque es una gran película, pero no una obra maestra.
A la hora de narrar unos hechos de sobra conocidos, Nolan se centra en tres aspectos: la angustiosa situación de los cientos de miles de soldados atrapados entre el fuego alemán y el océano Atlántico, la peripecia de uno de los numerosos buques civiles británicos que acudieron al rescate de las tropas, y la valentía de los pilotos de la RAF encargados de evitar que las fuerzas aéreas alemanas imposibilitaran el rescate con sus bombas lanzadas desde el cielo. El director se ajusta a un enfoque cronológico, en el que se alternan episodios de cada uno de los elementos haciendo un brillante uso del montaje paralelo. El punto de partida es la situación límite provocada por las apabullantes victorias alemanas en el frente occidental, por entonces el único en conflicto abierto. Caída Francia, los vencidos ejércitos aliados debían regresar a Inglaterra en el mayor número posible, pues de lo contrario el Imperio Británico, y con él la Europa antinazi, se vería abocado a una derrota humillante. Para evitarla, se llevó a cabo la mayor operación logística que el mundo había conocido hasta el momento. Y, precisamente para la logística, Nolan posee un talento excepcional: no es sólo que Dunkerque sea un prodigio técnico, en el que se ofrecen algunas de las mejores secuencias de batallas aéreas de la historia del cine, ni la casi antinatural naturalidad con la que el director maneja el entramado de esta superproducción, sino sobre todo lo meticuloso del conjunto, fruto sin duda de un arduo trabajo, lo que forzosamente ha de llamar la atención del espectador. Sucede, eso sí, que como guionista Nolan no va tan sobrado, y no lo digo sólo porque su fidelidad a los hechos reales sea relativa: a diferencia de lo que ocurre en algunas de sus obras anteriores, aquí el producto se beneficia de una concisión admirable, pero se acusa la falta de aliento épico en una historia que lo necesita a gritos. Las tramas están bien desarrolladas, pero no así los personajes, inclusive los protagonistas, en su mayoría faltos de la suficiente entidad. Por otro lado, Nolan es un cineasta mucho más de intelecto que de sentimiento, lo cual está bien en principio, pero es que, en su caso, el desequilibrio entre ambas características es demasiado marcado, en especial si tenemos en cuenta que de lo que se habla en esta película es de heroísmo. discurso que requiere de una dosis de visceralidad que a Nolan, cineasta tan dotado como frío, le es ajena. Quizá por ello, poco hay que reprochar a cómo se muestra la mastodóntica operación, pero sí cuando la mirada de Nolan desciende a lo concreto y se posa en unos soldados de los que poco vemos más allá de su miedo, su confusión y su instinto de supervivencia, en aquellos que, por patriotismo o por simple reacción ante la amenaza de la tiranía, se lanzaron a los mares para salvar al mayor número de soldados que pudieran, o en quienes, desde el aire, se jugaron la vida para evitar que la Luftwaffe hiciese añicos las esperanzas depositadas en el rescate. Para ser justos, he de decir que, al describir las acciones de los pilotos de la Royal Air Force, Nolan sí está por momentos a la altura de las necesidades épicas del relato; en el resto, se queda en la superficie, e incluso podría decirse que, de acuerdo a los hechos narrados, varios de los conflictos personales que se plantean pueden parecer poca cosa, aunque hay aspectos, como la sobriedad a la hora de mostrar los distintos hundimientos de navíos y sus efectos entre quienes los tripulaban, en que la frialdad es virtud. Un saludo, James Cameron.
Ya se ha dicho que, en lo técnico, Dunkerque se halla cerca de la perfección, y que su montaje es espléndido, por lo que no es cuestión de extenderse más en estas cuestiones, sino de comentar, por ejemplo, que, con permiso de Emmanuel Lubezki, Hoyte Van Hoytema es posiblemente el cameraman más capacitado para crear imágenes de pura poesía visual del cine contemporáneo, en una línea más sobria que la del mexicano, pero casi igual de excelsa. Y donde no llega el sentido de la épica de Christopher Nolan sí lo hace más de una vez la música de alguien tan capacitado para ello como Hans Zimmer, cuya partitura va ganando peso a medida que avanza la película hasta alcanzar cotas de alta calidad.
También se ha aludido al hecho de que el trabajo de los actores se ve lastrado por el hecho de que el desarrollo de muchos de los personajes no sea el más apropiado. Entre los intérpretes jóvenes figuran varios debutantes, como Fionn Whitehead o el cantante forracarpetas Harry Styles, y lo cierto es que su labor, así como la del resto de los actores que dan vida a los apenas veinteañeros soldados, es más que correcta, destacando Aneurin Barnard porque seguramente su personaje sea el más difícil de interpretar de todos ellos. Bien los veteranos, como el siempre notable Mark Rylance o el mismísimo Kenneth Branagh, aquí en la piel de un alto oficial que asiste en primera línea al desarrollo de una operación tan importante como difícil. Me gusta mucho el trabajo de Jack Lowden, así como la breve aparición de Tom Hardy. A James d´Arcy y Cillian Murphy sus personajes se les quedan, según mi parecer, algo cortos. Eso sí, hay que agradecerle a Nolan el no haber metido con calzador un personaje femenino protagonista para llevarse mejor con los tiempos.
Empieza a ser una constante a la hora de valorar las obras de Christopher Nolan, pero Dunkerque es una película perfecta en lo técnico, y sólo buena en lo narrativo. Eso de firmar los guiones en solitario no creo que sea, para el cineasta británico, la mejor opción posible.