BELUSHI. 2020. 107´. Color.
Dirección: R. J. Cutler (Escenas de animación dirigidas por Robert Valley); Guión: R.J. Cutler; Montaje: Maris Berzins y Joe Beshenkovsky; Música: Tree Adams; Producción: Diane Becker, R. J. Cutler, Trevor Smith y John Battsek, para Passion Pictures-Showtime Networks-Sky Atlantic-This Machine (EE.UU.).
Intérpretes: John Belushi, Judith Belushi-Pisano, Dan Aykroyd, Harold Ramis, James Belushi, Tom Schiller, Dick Blasucci, Carrie Fisher, Ivan Reitman, Chevy Chase, Joe Flaherty, Lorne Michaels, Anne Beatts, Penny Marshall, Mitch Glazer, Jane Curtin, John Landis, Michael Apted, Don Novello, Richard D. Zanuck, Bill Hader (Voz de John Belushi).
Sinopsis: Biografía del cómico John Belushi, que en pocos años pasó de ser un semidesconocido showman en Chicago a convertirse en una de las mayores estrellas del mundo del espectáculo en los Estados Unidos.
Más conocido por su faceta de productor, en la que se ha mostrado igualmente más prolífico, R. J. Cutler ha dirigido también diversas obras, casi todas en el medio televisivo o en el documental. A este último género pertenece Belushi, que pretende ser la biografía definitiva de uno de los cómicos más famosos de la Norteamérica del último medio siglo, fallecido en 1982 a causa de una sobredosis de drogas. El trabajo de Cutler ha sido, en general, muy bien valorado por especialistas y espectadores, que consideran que esta película está a la altura de sus pretensiones. En buena medida, coincido con esta afirmación.
R. J. Cutler realizó una exhaustiva labor de documentación, que le llevó a recopilar multitud de audios grabados por quienes mejor conocieron al actor de origen albanés, empezando por la que fue su pareja desde Secundaria, Judith Belushi-Pisano. Estas declaraciones se ilustran con una ingente cantidad de imágenes, algunas inéditas y otras muy célebres, de la corta pero muy intensa carrera de Belushi, un cómico que triunfó en la televisión, la música y el cine en tiempo récord. Asimismo, se insertan en la narración pequeñas piezas de animación en 3-D para dar cuenta de algunos de los episodios más íntimos, y por lo mismo menos documentados, de la vida de John Belushi, en especial de su infancia y adolescencia. Hijo de emigrantes albaneses y criado en un suburbio de Chicago, el futuro actor tuvo una complicada relación con sus progenitores, ambos dedicados a la hostelería (su padre regentaba un pequeño restaurante en la Ciudad del Viento), consagrados de tal manera a tan absorbente oficio que apenas pasaban tiempo con su prole, de cuyo cuidado se encargaba la abuela, y que formaban un matrimonio infeliz. Quizá por ello, ya desde niño Belushi desarrolló una importante capacidad para llamar la atención de quienes le rodeaban, haciéndoles reír con sus imitaciones de personajes cinematográficos o televisivos, e incluso escribiendo sus propios sketches cómicos. Sin embargo, el primer campo en el que destacó el joven John, que si algo tuvo siempre claro es que no quería suceder a su padre en el negocio familiar, fue en los deportes. Ya emparejado con Judith, Belushi trasladó su voluntad de triunfar al mundo de la interpretación, formando grupos de teatro alternativo en una época en la que la palabra clave era contracultura. De esos grupos surgió el germen de quienes fueron los más famosos colaboradores de National Lampoon, popularísima revista cómica que, a su vez, sirvió de cantera para el mítico programa televisivo Saturday night live, en el que Belushi, que ya era muy conocido en Chicago por su adrenalínica y excesiva comicidad, cosechó sus primeros éxitos a nivel nacional, primero con un rol más secundario (en la primera temporada del programa, la estrella indiscutible era Chevy Chase, lo cual incomodaba sobremanera a un Belushi ansioso de mayor protagonismo), y después como voz cantante de un grupo de cómicos, entre los que se encontraban Harold Ramis, Gilda Radner, Bill Murray o el amigo inseparable de John Belushi, Dan Aykroyd, que revolucionaron el humor televisivo en los Estados Unidos, haciéndolo más físico, desmadrado e irreverente. De ahí, al Olimpo: los Blues Brothers, dúo musical creado para el programa por Belushi y Aykroyd, grabó un álbum que llegó a ser número 1 en las listas, mientras que la primera incursión en el cine de varios de aquellos cómicos, Desmadre a la americana, arrasaba en las taquillas, gracias sobre todo al efecto que el descacharrante personaje interpretado por John Belushi generó entre el público juvenil. A partir de ahí, la caída, acentuada por un consumo compulsivo de cocaína y por la insatisfacción crónica de un intérprete que, como tantos otros, fue incapaz de manejar no sólo su éxito, sino su vida en general. Excesivo en todo, Belushi lo fue también en su decadencia, de la que sus seres queridos fueron incapaces de rescatarle.
Si la clave del éxito de toda biografía es su capacidad para ofrecer un retrato completo de la persona objeto de su atención, Belushi supera el reto de manera holgada, teniendo además la virtud de no recrearse en el morbo que despierta el fallecimiento del actor, sobre el que todos hemos leído ya docenas de historias. Más bien, las imágenes y los audios, montados de forma excelente, nos llevan a la impresión de que el final de John Belushi no podría haber sido otro, por el propio temperamento de este cómico y por la acumulación de circunstancias en su vida que para cualquiera serían muy difíciles de sobrellevar manteniendo la cabeza en su sitio. La película ofrece una certera recopilación de los momentos estelares de John Belushi a lo largo de su carrera, pero tampoco oculta los fracasos y las miserias de un personaje cuyo hábitat natural era el caos. Si acaso, se echa un falta un análisis más profundo de su fallida colaboración con Steven Spielberg, que al principio fue vista por el actor como la confirmación definitiva de que había pisado la cima, pero que se saldó con un film muy irregular que fue ignorado por el público. Sí, en cambio, se documenta ampliamente el período en el que Belushi, después de pasar por rehabilitación, logró mantenerse alejado de las drogas, antes de volver a engancharse, sustituir su pasión por el blues y el soul por una hasta cierto punto lógica deriva punk y, en lo que a su carrera cinematográfica se refiere, hacer el movimiento contrario e intentar, de manera en general poco lograda, dejar atrás a los brutales personajes que le habían hecho archipopular y obtener reconocimiento como actor serio. Un punto a favor de la película de Cutler es su atinado uso de la música, a la que convierte en pieza capital de su obra. Igualmente, el recurso de utilizar la animación no es muy original a estas alturas, pero sí eficaz, como también considero un acierto que la presencia de los testimonios se limite a la voz, sin que veamos a ninguno de ellos físicamente en pantalla. Judith Belushi-Pisano y Dan Aykroyd son quienes capitalizan esta parte del film, que quizá se hubiera visto enriquecida con una mayor presencia de James, el hermano menor de John y también famoso intérprete, y de más personajes que ilustren el lado oscuro del personaje. En este aspecto, el testimonio de Lorne Michaels, creador de Saturday night live y piedra en el zapato de un cómico siempre deseoso de imponer su voluntad a quienes le rodeaban, es bastante valioso, porque da pie a pensar que, más que ser una persona a la que se le atragantó la fama, John Belushi más bien venía ya atragantado de antes, cosa que acostumbra a suceder con esta clase de personas. Michaels, junto a otros intérpretes y colaboradores, sirvieron de punto de conexión con la Tierra a un actor que estuvo en el programa entre 1975 y 1979. Después, cuando Belushi y Aykroyd dejaron Saturday night live para centrarse en su carrera cinematográfica y musical, llegó una desintoxicación de patas muy cortas, pero lo que ya no había, eran contrapesos. Por todo ello, la película, que en la parte técnica es intachable, acierta a la hora de mostrar la dimensión trágica de un personaje que hizo reír a mucha gente (confieso que su comicidad tiende a atragantárseme), pero que no supo lidiar de forma adecuada con sus fantasmas. Ahí son de destacar las palabras de una actriz que sabía muy bien de lo que hablaba cuando se refería al lado salvaje de la vida, la recientemente fallecida Carrie Fisher.
En definitiva, Belushi es una película muy bien hecha y valiosa, tanto como biografía de un personaje célebre, como en su vertiente de retrato de la época que le tocó vivir y de cómo era la sociedad de entonces. Porque una de las mejores formas de conocer a una persona, o a un colectivo, es ver qué les hace reír.