TERRORE NELLO SPAZIO. 1965. 86´. Color.
Dirección: Mario Bava; Guión: Ib Melchior, Alberto Bevilacqua, Callisto Cosulich, Mario Bava, Antonio Román y Rafael J. Salvia, basado en el relato de Renato Pestriniero Una notte di 21 ore; Director de fotografía: Antonio Rinaldi; Montaje: Romano Fortini y Antonio Gimeno; Música: Gino Marinuzzi, Jr.; Diseño de producción: Giorgio Giovannini; Producción: Fulvio Lucisano, para Italian International Film-Castilla Cooperativa Cinematográfica (Italia-España).
Intérpretes: Barry Sullivan (Capitán Mark Markary); Norma Bengell (Sanya); Ángel Aranda (Wess); Evi Marandi (Tiona); Fernando Villena (Dr. Karan); Mario Morales (Eldon); Stelio Candelli (Brad/Mud); Franco Andrei (Bert/Garr); Ivan Rassimov, Rico Boldo, Alberto Cevenini.
Sinopsis: Al aproximarse a un lejano planeta nebuloso, la tripulación de dos naves espaciales, salvo el capitán de una de ellas, se sume en un breve letargo. Al despertar, todos ellos se comportan de un modo extremadamente agresivo.
Dentro de su etapa más prolífica como realizador, Mario Bava se adentró, a mediados de los años 60, en un género tan poco frecuentado en el cine italiano como es la ciencia-ficción. De ahí surgió Terror en el espacio, film que transita un terreno muy explotado por la serie B americana en la década anterior, pero casi inédito en la Europa de la posguerra. El resultado queda más como una curiosidad dentro de la obra de Bava que como una de sus mejores películas, aunque no es inferior en calidad a muchos films llegados desde el otro lado del Atlántico que, como este, han adquirido la consideración de obra de culto.
Son muchos quienes han encontrado importantes semejanzas entre el argumento de Terror en el espacio, que se basa en una narración breve escrita por Renato Pestriniero, y una de las obras maestras del cine de horror intergaláctico como es Alien. Juzguen ustedes: aquí tenemos una expedición espacial que, justo antes de llegar a un planeta desconocido, ve cómo todos sus miembros, excepto uno, sufren un repentino desmayo al entrar en contacto con la nebulosa atmósfera del lugar, después de haber experimentado extraños y sucesivos fenómenos relativos a la gravedad. Cuando despiertan, parecen haberlo hecho también todos sus instintos homicidas, por cuanto los tripulantes empiezan a agredirse unos a otros, sumidos en una especie de trance. En una de las naves, nadie se ha librado del impulso, con lo que todos los pasajeros terminan muertos o desaparecidos. El jefe de la expedición, que es la única persona que se ha mantenido consciente en todo momento, es quien trata de poner orden y de encontrar el modo de abandonar un planeta cuyos invisibles habitantes son claramente hostiles. Más allá de las conductas agresivas, la cosa se complica aún más cuando los tripulantes fallecidos vuelven a la vida, aunque lo que sucede en realidad es que los aborígenes del planeta en cuestión se han adueñado de sus cuerpos para utilizarlos en su propio beneficio.
Al hablar de películas de ciencia-ficción anteriores a El planeta de los simios y 2001, rara es la ocasión en la que el producto no deja ver sus carencias presupuestarias. En Terror en el espacio, la austeridad de los efectos especiales y el minimalismo de los decorados no pasan desapercibidos, pero todo ello se supera gracias al logrado colorismo pulp de la película, y a la inspirada labor de dirección de Mario Bava, que da lugar a una puesta en escena más que digna y ofrece algunos planos maravillosos, como aquel en el que se vislumbran las siluetas del capitán y de Sanya perdiéndose a lo lejos en uno de sus trayectos por el planeta hostil. En cambio, el argumento no me parece nada del otro mundo, los diálogos no pasan de correctos y el giro argumental con el que concluye la película es ciertamente ingenioso, y he de decir que eleva el tono general de la obra, pero su coherencia narrativa es, como poco, escasa. A Mario Bava se le da bien provocar miedo, y para ello utiliza el humo, la invisibilidad de los alienígenas hostiles, la incógnita respecto a cuáles serán sus siguientes maniobras destructivas y, por supuesto, la resurrección de los muertos, que en este punto acerca el film al subgénero zombi. Todo ello vigoriza un film bastante plano en lo narrativo, que salva los muebles con dignidad gracias a la pericia de un director experto en sacar brillo de elementos mínimos. Lo mismo sucede con la música, muy deudora también de la ciencia-ficción estadounidense de los 50, en la que se utiliza de forma muy primaria la electrónica y se busca incrementar la inquietud del espectador.
No es que las interpretaciones sean para tirar cohetes, aunque la de Barry Sullivan, que da vida al capitán y jefe de la expedición, es notable, la mejor de la película con diferencia. La brasileña Norma Bengell, por entonces radicada en Italia, cumple en el rol de mano derecha del capitán, mientras que Ángel Aranda, que encabeza la parte española del elenco, no pasa de correcto, aunque aun así supera a un discreto Fernando Villena. Por su parte, la belleza griega Evi Marandi, habitual en la serie B de la época, tampoco muestra unas cualidades interpretativas apreciables. El resto del elenco, parte de él en papeles dobles, se supone que para ahorrar, no ofrece gran cosa, para ser sinceros.
A los fans de la ciencia-ficción clásica, Terror en el espacio no les decepcionará, aunque opino que no es una película que haya envejecido demasiado bien y en la que Mario Bava, que exhibe varias de sus mejores cualidades como cineasta, lidia con un guión vulgar y con una falta de medios que no consigue ocultar del todo.