SISTERS. 1973. 93´. Color.
Dirección: Brian De Palma; Guión: Brian De Palma y Louisa Rose, basado en una historia de Brian De Palma; Director de fotografía: Gregory Sandor; Montaje: Paul Hirsch; Diseño de producción: Gary Weist; Música: Bernard Herrmann; Producción: Edward R. Pressman, para Pressman Williams Enterprises-American International Pictures (EE.UU).
Intérpretes: Margot Kidder (Danielle Breton/Dominique Blanchion); Jennifer Salt (Grace Collier); William Finley (Dr. Emil Breton); Charles Durning (Joseph Larch); Lisle Wilson (Phillip Woode); Barnard Hughes (Arthur McLennen); Dolph Sweet (Detective Kelly); Mary Davenport (Madre de Grace); Olympia Dukakis, Catherine Gaffigan.
Sinopsis: Una reportera neoyorquina avisa a la policía porque ha visto desde su ventana el asesinato de un hombre.
Si bien la trayectoria tras las cámaras de Brian De Palma abarcaba más de una década, y que en ella se incluían ya algunos films bastante reivindicables de corte experimental, además de una agridulce incursión en la maquinaria de los grandes estudios, Hermanas supone, en cierto modo, el verdadero comienzo de la carrera de un cineasta controvertido, pero de un talento visual que le sitúa entre los grandes de su profesión. Rodada con el irrisorio, incluso para la época, presupuesto de medio millón de dólares, la película no fue un éxito propiamente dicho, pero sentó las bases de un estilo alabado por muchos y denostado por un sector significativo y poderoso de la crítica, al tiempo que contribuyó en gran medida a colocar el nombre de su máximo artífice en el panorama cinematográfico mundial.
Con Hermanas, Brian De Palma comenzó a ser el que todos conocemos, mostrando una personalidad que le granjeó legiones de detractores, pero también la admiración de multitud de cinéfilos de distinto pelaje. En verdad, lo mejor y lo peor de De Palma está muy presente aquí: una singular destreza en el manejo de la cámara y la composición de planos que le hizo decantarse hacia lo barroco, la marcada influencia de Alfred Hitchcock, la capacidad para el suspense, una clara tendencia al efectismo y un espíritu contestatario frente a los cánones del cine que a mi juicio no se ha reconocido lo suficiente. Al parecer, el guión se basa en el caso real de unas siamesas soviéticas que impresionó al director, pero no seré yo quien niegue que, a nivel narrativo, la película es delirante y traspasa en distintas escenas la frontera de lo inverosímil. La cosa se salva porque De Palma es un maestro en lo que considero el aspecto principal del cine, que no es otro que la narración de una historia mediante imágenes. En eso, más que describirle como un mero imitador de Hitchcock, creo que Brian De Palma es uno de los poquísimos directores que ha llegado a acercarse a las cotas alcanzadas por el genio londinense. Los créditos iniciales, con imágenes de fetos y el inquietante tema principal compuesto por Bernard Herrmann (Sir Alfred, otra vez), informan bastante sobre el contenido de una película que, ya desde el principio, muestra la querencia de De Palma por la experimentación visual, con la inserción de imágenes de un concurso televisivo basado en el que seguramente sea el gran tema de toda la carrera del director: el voyeurismo. Un trivial, a la par que perverso, programa de cámara oculta se convierte en el pretexto para que los dos protagonistas de un sketch, una bella modelo quebequesa con un ex-marido acosador y un apuesto ejecutivo negro, se conozcan y se atraigan. Todo se desarrolla de acuerdo a los estereotipos de la comedia romántica (de no ser por una visible deformidad en las caderas de la joven), hasta que, a la mañana siguiente, entra en escena la hermana gemela de la muchacha y el hombre asiste desde la lejanía a una discusión entre ambas, que casualmente ese día celebran su cumpleaños. Al regresar al apartamento con una tarta conmemorativa, el hombre es asesinado, escena que contempla, a través de su ventana, una periodista que vive en el edificio de enfrente.
Queda claro por lo expuesto que las huellas de Psicosis y La ventana indiscreta son tan rotundas en esta película como el efectismo del que se hace gala al exponer el asesinato de un hombre cuyo color de piel sirve a De Palma para describir en dos pinceladas el racismo de la sociedad estadounidense y, en particular, de sus fuerzas policiales. Resulta interesante ver la confrontación entre el barroquismo propio del director y los espartanos métodos de producción de la factoría Corman, que auspició el proyecto. A pesar de que los alardes técnicos se ven limitados, y no encontramos esos extensos planos-secuencia marca de la casa, lo cierto es que la personalidad de De Palma se impone, con planos imposibles (ahí está la discutidísima escena final, de una complejidad técnica nada baladí), un brillante uso de la música y los efectos de sonido para crear una atmósfera turbadora y la inclusión de un delirio onírico en blanco y negro que tal vez no haga más que subrayar anteriores incoherencias narrativas, pero que en pantalla queda genial. Mentes enfermas y una persona que ve algo que jamás debería haber visto y que. en lugar de optar por la prudencia, decide tirar ella misma del hilo con la ayuda de un detective privado, forman un cóctel que llega bastante más allá que la simple imitación de los códigos de un maestro. Como la puesta en escena, la música de Bernard Herrmann es recargada hasta rozar lo bizarro, terreno que el propio director no pone reparos en pisar, como demuestra la descripción y desarrollo de toda la trama relacionada con las siamesas. Eso sí, hay que destacar que, en esta historia, el protagonismo absoluto recae sobre dos mujeres (o tres, bien mirado), algo excepcional en la época y el género que, de paso, refleja que De Palma era también conocedor de la filmografía de Robert Aldrich.
Hermanas supuso el primer papel cinematográfico relevante para Margot Kidder, actriz talentosa que ejemplifica esas historias de esplendor y caída tan propias de Hollywood. Aquí, Kidder muestra recursos para mostrar un notorio desequilibrio psicológico, siendo capaz de mostrarse angelical y abyecta en distintos momentos. Por su parte, Jennifer Salt, intérprete habitual en la obra primeriza de De Palma, interpreta de forma convincente a una reportera progresista e intrépida enfrentada a un desafío que puede tranquilamente llevársela por delante. Otro rostro muy característico de las películas del director, el del inquietante William Finley, asume el papel del médico/amante de Danielle, mostrándose algo excesivo, aunque en su descargo hay que decir que sobre él recae lo más delirante de la trama. El intérprete más conocido del elenco, Charles Durning, resuelve con solvencia su rol de detective nada glamouroso, mientras que Lisle Wilson se muestra algo justo a nivel actoral y los intérpretes que dan vida a los policías cumplen sin estridencias. En cambio, Olympia Dukakis se luce en un breve papel de empleada de pastelería.
Lo dicho: Brian De Palma en estado puro. Lo tomas o lo dejas. Lo que es yo, lo disfruto muchísimo, porque su cine es lo opuesto al aburrimiento.