Dos exposiciones de mi interés coinciden en el CaixaForum, así que hasta la ladera de la montaña de Montjuïc me acerqué, previa comida de calidad en la Bodega Amposta, para ver, en primer lugar, Momias de Egipto, colección de objetos funerarios, procedentes del Museo Británico, del país donde desemboca el río Nilo. En directo, impresiona ver la pericia técnica de los embalsamadores en la Antigüedad, que ha permitido que el estado de conservación de sus trabajos sea sorprendente, así como la evolución que fue experimentando ese arte con el paso del tiempo y de las distintas dinastías, antes de las sucesivas invasiones griegas y romanas. También es preciso subrayar el lujo de sarcófagos y ornamentos, que debían facilitar el tránsito de los difuntos hacia la otra vida. En la actualidad, los avances tecnológicos permiten conocer, de manera no invasiva, multitud de detalles de la vida de esos cuerpos momificados, pertenecientes a altos funcionarios, sacerdotes e incluso un niño. En conjunto, una exposición bien organizada, con el adecuado espíritu didáctico, que a mi juicio da la razón a quienes opinan que la mayor ambición del ser humano, ya desde tiempos inmemoriales, consiste en burlar a la muerte.
En otra sala, el protagonista era el cómic, con más de 300 originales de un género que no domino especialmente, pero cuya influencia en la cultura occidental es importante y creciente. Tebeos anglosajones de finales del siglo XIX y principios del XX marcan un camino ideal para nostálgicos, que permite, en orden cronológico y geográfico, ver cómo se desarrolló una de las principales formas de entretenimiento infantil y juvenil de nuestros padres y abuelos, con Walt Disney, Popeye, El Capitán Trueno o El Guerrero del Antifaz, y también esos tebeos que alegraron nuestra propia niñez y siguen presentes en las estanterías del hogar. En mi caso, casi todo empieza y acaba en Francisco Ibáñez, y precisamente uno de los puntos fuertes de la exposición es la reproducción, en tamaño gigante, de una de las tiras de la maravillosa 13 Rue del Percebe. Hay espacio, cómo no, para los superhéroes, de antes y de ahora, y apartados que se dedican al cómic para adultos, con figuras icónicas como Moebius, Manara o Robert Crumb, y también para esa publicación señera del cómic español que fue El Víbora. Un mundo riquísimo, que en mi caso se centra en el mencionado Ibáñez, en Hugo Pratt y en Alan Moore, que ha llenado y llena la vida de muchas generaciones. Nada de manga, eso sí, que este fenómeno come aparte y vivirá estos días su gran evento en L´Hospitalet, para alegría de quienes, como yo, son mucho más partidarios del sushi que del kebab. En definitiva, una enriquecedora jornada cultural, a precio asequible, que recomiendo a los espíritus inquietos en general.