WAIT UNTIL DARK. 1967. 108´. Color.
Dirección: Terence Young; Guión: Robert Carrington y Jane Howard-Carrington, basado en la obra teatral de Frederick Knott; Director de fotografía: Charles Lang; Montaje: Gene Milford; Música: Henry Mancini; Dirección artística: George Jenkins; Producción: Mel Ferrer, para Warner Bros. Pictures (EE.UU).
Intérpretes: Audrey Hepburn (Susy Hendrix); Alan Arkin (Roat/Roat Jr./Roat Sr.); Richard Crenna (Mike Talman); Jack Weston (Carlino); Effrem Zimbalist, Jr. (Sam Hendrix); Samantha Jones (Lisa); Julie Herrod (Gloria).
Sinopsis: Una joven transporta desde Canadá a EE.UU. una muñeca rellena de heroína. Una vez en el aeropuerto, se la da a un fotógrafo para que se la cuide. Tres malhechores irán a casa de éste, donde vive con su esposa ciega, para hacerse con la muñeca.
Sola en la oscuridad es una película hecha a mayor gloria de su protagonista, en este caso Audrey Hepburn. Su esposo, Mel Ferrer, produjo la adaptación cinematográfica de la obra teatral de Frederick Knott, y con ello le dio a la inmortal Audrey uno de los mejores papeles de su carrera. Sin embargo, este film tiene muchos otros aspectos a destacar.
Mel Ferrer no escatimó en medios a la hora de ofrecerle a su esposa el mejor vehículo posible para su lucimiento, y para empezar contrató a Terence Young, entonces en la cima de su éxito por haber dirigido tres de las más emblemáticas películas de la hoy cincuentenaria saga Bond. El hábil y estiloso director británico hace aquí uno de sus mejores trabajos de su carrera, por no decir el mejor. Su utilización de la luz y la oscuridad, que es la otra gran protagonista del filme a causa de la ceguera de Susy, el personaje interpretado por Audrey Hepburn, es modélica, así como la fuerza cinematográfica que otorga a un film eminentemente teatral. Escenas como la del hallazgo por parte de Mike del cadáver de Lisa en el armario ropero son una buena muestra de su maestría, vista en sus obras posteriores muy a cuentagotas, y de su gran capacidad para crear tensión, quizá la clave, junto a la labor de sus protagonistas, del éxito de esta película que, en mi opinión, ha envejecido muy bien. Otro puesto clave, la dirección de fotografía, lo ocupa uno de los grandes, Charles Lang, entonces en el final de una impresionante carrera que abarca títulos como Adiós a las armas, Medianoche, El fantasma y la señora Muir, varias de las obras maestras de Billy Wilder, Los siete magníficos o Charada, en la que ya supo sacar todo su poder de seducción al angelical y estilizado rostro de Audrey Hepburn. Un nuevo punto en común con el thriller de Stanley Donen es la música de uno de los tótems de las bandas sonoras cinematográficas, Henry Mancini, que aquí se aleja del tono ligero de muchas de sus obras más recordadas y eleva la tensión de la película con una partitura minimalista e inquietante.El trabajo de Young, Lang y Mancini es encomiable, pues ayudan a elevar el film muy por encima de lo que podría estar en manos más técnicamente planas por la endeblez de la trama, que va de lo poco creíble a lo directamente inverosímil. Es la labor de técnicos y actores la que consigue que el producto final sea un excelente thriller que el espectador contempla con tensión y deleite, que es lo que toca, pese a ser consciente de que en no pocas ocasiones el castillo narrativo se sostiene con alfileres.
Vayamos, pues, a los actores, empezando, claro está, por una de las principales razones del éxito de esta película, Audrey Hepburn. Su cándida, hermosa y elegante Susy, que al final debe hacer cosas que jamás hubiera imaginado por salvar la vida, esos ojos ciegos rebosantes de expresividad, es un personaje de los que no se olvidan, por muchos años que uno lleve sin ver esta película. Hay rostros con encanto y estilo, y sin duda el de Audrey Hepburn los tiene a espuertas. Si a eso sumamos su alto nivel interpretativo, y las grandes películas en las que trabajó, ya tenemos las razones por las que, sin poseer un físico despampanante, se ha convertido en uno de los iconos del cine por excelencia. Sola en la oscuridad constituye uno de los logros actorales más importantes de esta actriz mítica nacida en Bélgica, tras el cual tardó nueve años en volver a ponerse delante de una cámara de cine. Sin embargo, los méritos interpretativos del film no acaban en Hepburn, pues quién mejor que un actor excelente y camaleónico como Alan Arkin para bordar el personaje del inquietante asesino Rost, en el que fue su primer papel realmente importante dentro de una carrera que muchas veces no ha estado a la altura de su gran talento. En esta película, su metódica gestualidad, su sempiterna flema y su notable autocontrol hacen que las escenas en las que él aparece, disfrazado o detrás de sus gafas oscuras, junto a la protagonista sean las mejores de la película. Es un malvado de los que tampoco se olvidan con facilidad, y sus maneras han sido harto imitadas por otros intérpretes. Richard Crenna está más que correcto, y lo mismo puede decirse del resto de personajes, cuyas intervenciones son mucho más episódicas. Es de destacar, sin embargo, que la protagonista de la película no aparece hasta pasados veinte minutos del inicio, tiempo en el que ya hemos tenido ocasión de comprobar de qué va la historia y a quiénes deberá enfrentarse Susy, que además es una desvalida (o no tanto) ciega. Eso sí, en cuanto Audrey aparece en la pantalla, todo gira alrededor de ella, de su lucha por no verse superada por unos hechos que jamás hubiera imaginado vivir.
Ejemplo de cómo una película bien construida y bien interpretada puede estar muy por encima de sus limitaciones narrativas, Sola en la oscuridad es una de las obras pioneras del thriller moderno, la obra maestra de Terence Young y, por supuesto, una oportunidad única para darse cuenta del talento de Audrey Hepburn y Alan Arkin.