GOOD NIGHT, NURSE. 1918. 23´. B/N.
Dirección: Roscoe Fatty Arbuckle; Guión: Roscoe Fatty Arbuckle; Director de fotografía: George Peters; Montaje: Herbert Warren; Producción: Joseph M. Schenk, para Comique Film Company-Paramount Pictures (EE.UU).
Intérpretes: Roscoe Fatty Arbuckle (Fatty); Buster Keaton (Dr. Hanpton); Al St. John (Enfermero); Alice Lake (Paciente de la clínica); Joe Bordeau, Kate Price, Snitz Edwards.
Sinopsis: En mitad de una tormenta, un hombre alcoholizado intenta sin éxito encender un cigarrillo y entrar en una licorería. De vuelta a casa, su esposa decide ingresarle en una clínica de rehabilitación.
Fiel a los métodos de producción industriales que por aquellos años ya se habían adueñado definitivamente de Hollywood, Roscoe Fatty Arbuckle seguía facturando sus cortometrajes cómicos a un ritmo infatigable, para gozo de su legión de seguidores y, es de suponer, de su contable. Buenas noches, enfermera es otra de esas películas de dos rollos, creadas con la casi exclusiva pretensión de hacer reír al espectador, en las que Fatty se rodeaba de su habitual equipo de colaboradores y les sumergía en sus disparatadas aventuras. Con todo, este film expone un cierto agotamiento de la fórmula que había convertido a Arbuckle en una gran estrella.
En Buenas noches, enfermera hay unos cuantos gags sueltos que funcionan muy bien, pero el conjunto deja sensación de faena de aliño, en la que hay más de pericia profesional que de despliegue de una chispa cómica que se vislumbra en exceso deudora de las archiconocidas claves del cine y del humor, más ingenuo en apariencia que en la realidad, de Roscoe Fatty Arbuckle. Por decirlo de otro modo, mucho de lo que aquí vemos nos recuerda escenas y situaciones que ya hemos visto, sin que se aporten novedades dignas de mención. Quizá el hecho de que la presencia de Buster Keaton en esta película se quede en segundo plano tenga algo que ver, pero lo cierto es que, tras un arranque prometedor, en el que un ebrio protagonista intenta encender un cigarrillo en mitad de un diluvio, el resto del film se adentra en senderos trillados. Buenas noches, enfermera tiene dos partes muy diferenciadas, que narran lo que ocurre antes y después del internamiento del protagonista en una clínica de rehabilitación, y considero que lo mejor de la película se concentra en la primera de esas partes, con los intentos de Fatty por entrar en la licorería, la compañía de un viejo borracho, el aparatoso encuentro con una transeúnte arrastrada de un lado a otro por el temporal, y la aparición de dos músicos callejeros con los que el protagonista hace buenas migas. Es curioso que la entrada en escena de la autoridad castradora (simbolizada por un policía) sirva a Fatty para encender por fin su cigarrillo. La moraleja es que es el agente quien termina por fumárselo. A pesar del contratiempo, la estrella parte hacia su domicilio en compañía de los músicos ambulantes para seguir allí la fiesta, pero de nuevo la autoridad castradora (su esposa, en este caso) da por finalizada la diversión del modo más brusco. En las escenas de la clínica hay algunos detalles interesantes (la reacción de Fatty cuando la joven demente con la que ha huido de la clínica le dice que quiere volver a ella, o el ridículo juego de seducción entre el protagonista, de nuevo travestido, y el facultativo de la institución), pero en las persecuciones, los porrazos y el caos general asoman muchas cosas que ya habíamos visto en El Botones o Fatty, Doctor, lo que disminuye el disfrute.
A esas alturas, se entreveían las dificultades de Roscoe Fatty Arbuckle para llevar más allá al personaje que había hecho de él una estrella. El desenlace de la historia fue trágico por circunstancias extracinematográficas, pero las limitaciones de este gran cómico ya asomaban en el horizonte. Aquí, hay chispa mientras la historia es el propio Fatty (los borrachos en el cine de la época daban mucho juego, como puede verse en Charlot a la una de la madrugada, por ejemplo), pero a esas alturas el Arbuckle actor ya había dado casi todo lo que tenía. Buster Keaton, aquí en el papel de médico de la clínica, tiene menos espacio pra el lucimiento que en sus colaboraciones más recientes con su mentor, y el resultado se resiente. Al St. John apenas aparece, mientras que Alice Lake sí luce como interna chalada de la clínica, anticipo de los roles dramáticos a los que se consagraría poco más adelante.
Buenas noches, enfermera es un cortometraje más de Roscoe Fatty Arbuckle, y no de los mejores. Algunos gags afortunados no eliminan la sensación de déja vu.