THE COOK. 1918. 22´. B/N.
Dirección: Roscoe Fatty Arbuckle; Guión: Roscoe Fatty Arbuckle; Director de fotografía: George Peters; Montaje: Herbert Warren; Producción: Joseph M. Schenk, para Comique Film Company-Paramount Pictures (EE.UU).
Intérpretes: Roscoe Fatty Arbuckle (Cocinero); Buster Keaton (Camarero); Al St. John (Alborotador); Alice Lake (Camarera); Luke (Perro); Glen Cavender, Bobby Dunn, John Rand.
Sinopsis:En un restaurante,. un cocinero y un camarero siguen una particular rutina de trabajo.
Fatty en la cocina es una nueva comedia de dos rollos a la mayor gloria de su creador, Roscoe Fatty Arbuckle, cuyo predicamento entre las audiencias, ya por entonces masivas, de ese espectáculo tan reciente llamado cine, estaba fuera de discusión. La película se creyó perdida durante muchos años, pero a caballo entre el siglo anterior y el presente se recuperaron distintas copias que, combinadas, dieron lugar a la versión, todavía incompleta por poco, que se editó en DVD y puede verse gratis en Youtube.
Más allá de que a la película le falten algunas escenas, su visionado me ratifica en el hecho de que empezaba a notarse un cierto desgaste en el brillo cómico de Roscoe Fatty Arbuckle, seguramente porque, incluso en los albores de la industria, las exigencias de nuevos estrenos que se hacían a las estrellas constituían un freno a su creatividad. Es muy posible que esta fuese la causa de que varios de los artistas más poderosos de Hollywood creasen spoco después su propia productora, la United Artists, movimiento del que Arbuckle quedó fuera. Lo cierto es que, tras unos años de ascenso imparable y acelerado ritmo de producción, en este film hay más de explotación de la fórnula del éxito que de grandes aportaciones a la obra de su autor. La principal, sin duda, la encontramos a consecuencia de otra película, porque la imitación que, primero Buster Keaton y acto seguido el propio Fatty, realizan de la danza de la bailarina exótica del restaurante, es una descarada, y muy divertida, parodia de Salomé, estrenada poco antes. El pitorreo a cuenta de obras dramáticas es casi tan antiguo como el cine, pero aquí tenemos una muestra que, además de pionera, es muy lograda. Sin embargo, al margen de algún momento del extenso gag de los spaghetti, como por ejemplo el ingenio de Keaton usando las tijeras para poder comérselos a la taza, poco de novedoso, o de verdaderamente brillante, hay en este film, dirigido con oficio y buen ritmo, pero al que se echa en falta una mayor inspiración. De hecho, la segunda parte de The Cook supone una especie de continuación de Coney Island, a la que a mi juicio no supera, a pesar de la admirable exhibición física que llevan a cabo los intérpretes principales, tanto en la montaña rusa como en el agua.
Roscoe Fatty Arbuckle despliega sus habilidades cómicas, que no son pocas, aunque su repertorio a esas alturas daba pie a escasas novedades, más allá de su capacidad de insuflar al slapstick una buena dosis de hunor absurdo, cuyo momento álgido en The Cook es la parodia de Salomé antes mencionada. Mientras, Buster Keaton seguía puliendo su legendario personaje a las órdenes de su amigo, en lo que ya eran las postrimerías de su trabajo como secundario, y lo cierto es que aquí se adueña de los momentos más divertidos. Al St. John insiste en su rol de villano ridículo y sobreactuado, en cuyo perfil se deja notar la falta de una evolución significativa, y Alice Lake, otra que en breve dirigiría su carrera hacia otros derroteros, no interpreta esta vez a la enamorada de un Fatty que permanece al margen del romance, sino a la accidentada partenaire de Keaton. Destacar que figura en el reparto Bobby Dunn, un actor cuya trayectoria es una verdadera enciclopedia de las primera décadas del cine norteamericano.
The Cook sufre la falta de un guión propiamente dicho, y de una mayor originalidad, pero sus mejores gags elevan el listón de manera importante.