F/X. 1986. 109´. Color.
Dirección: Robert Mandel; Guión: Robert T. Megginson y Gregory Fleeman; Director de fotografía: Miroslav Ondricek; Montaje: Terry Rawlings; Música: Bill Conti; Diseño de producción: Mel Bourne; Dirección artística: Speed Hopkins y Hilda Stark; Producción: Dodi Fayed y Jack Wiener, para Orion Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: Bryan Brown (Rollie Tyler); Brian Dennehy (Leo McCarthy); Diane Venora (Ellen); Cliff DeYoung (Lipton); Mason Adams (Coronel Mason); Jerry Orbach (De Franco); Joe Grifasi, Martha Gehman, Roscoe Orman, Trey Wilson, Tom Noonan, Paul D´Amato, Josie De Guzmán, Patrick Stack, Angela Bassett.
Sinopsis: Un especialista en trucos cinematográficos es contratado por una agencia gubernamental para simular la muerte de un mafioso que se dispone a prestar declaración en calidad de testigo protegido.
Robert Mandel es un director que siempre se ha movido a caballo entre el cine y la televisión pero que, a diferencia de otros muchos colegas que han desarrollado sus carreras en circunstancias similares, ha obtenido algunos éxitos reseñables en la gran pantalla. Con mucha probabilidad, el mayor de ellos sea F/X: Efectos mortales, un thriller ochentero de trasfondo conspirativo que tiene en los propios efectos especiales cinematográficos su auténtica razón de ser. En principio, no se trataba de una gran producción llena de estrellas y destinada a arrasar en las taquillas, pero la película gustó mucho en su estreno y eso se tradujo en un resultado comercial óptimo, que dio lugar a una secuela rodada pocos años más tarde, ya sin Mandel en la dirección.
F/X: Efectos mortales es uno de esos films que uno disfrutó en la adolescencia y que, recuperados tantos años después, pueden generar dos reacciones antagónicas: o el elogio acrítico fruto de la nostalgia, o la decepción por lo mal que haya podido tratar el tiempo a la obra en cuestión. Debo decir que, desde mis años mozos, mis gustos culturales y artísticos se han ampliado mucho, pero no han cambiado en lo sustancial, lo que me lleva a no renegar de lo que me gustaba por entonces salvo por cuestiones de calidad, jamás llevado por las tendencias de opinión mayoritarias en la época o, dicho de otro modo, la conveniencia de nadar a favor de la corriente para evitar problemas. Esas cosas las dejo para gentes de carácter débil. Pues bien: F/X: Efectos mortales no era una obra maestra en 1986, ni lo pretendiera, pero aguanta muy bien el tipo por lo entretenida y resultona que es, por mucho que su guión contenga algún agujero importante y en la parte final se sucedan distintas situaciones que traspasan la frontera de lo inverosímil. Sí reconozco la relevancia de un elemento nostálgico, porque la película retrotrae a las personas de mi generación al descubrimiento de la magia del cine, y por supuesto de los trucos necesarios para generar esa magia, en una época en la que los efectos especiales eran fruto de la imaginación y la pericia manual de sus artífices y los ordenadores no se habían adueñado de la creación de sueños. La historia es enrevesada, y por momentos increíble, pero no puede negársele el ingenio, por ejemplo en el hecho de que las tramas que encabezan los dos principales protagonistas discurran en paralelo, sin que lleguen a converger hasta el mismo final. El maestro de los efectos especiales, reclutado por el FBI para hacer creíble el falso asesinato de un jefe mafioso dispuesto a testificar contra la organización que lideró antes de su detención, y el duro policía que siguió el rastro del capo durante años hasta conseguir ponerlo entre rejas, son los dos cabos sueltos de una conspiración de gran magnitud que, en su camino, deja unos cuantos fallecidos y la sagaz lección para el espectador de que es bueno desconfiar de los gobiernos, sean del color que sean. Cierto es que, en su tramo central, el film desfallece un poco pero, a fuerza de giros, unos más creíbles que otros, recupera el vuelo y regala un final espectacular.
Mandel dirige con oficio y buen pulso, en el que era su tercer largometraje para el cine. Uno se lo imagina disfrutando al recrear en pantalla los trucos propios del cine de terror, que son el medio de vida de Rollie Tyler, el protagonista principal. Hay vigor en las persecuciones y demás escenas de acción, por lo que el director cumple en lo fundamental. Le ayuda de rodearse de técnicos muy competentes, como el camarógrafo de cabecera de Milos Forman, Miroslav Ondricek, que se luce en especial en las escenas nocturnas y lluviosas, muy presentes en la parte inicial, o el editor Terry Rawlings, asociado a las dos obras maestras de Ridley Scott. La escenografía y los propios efectos especiales son de calidad, mientras que la música de Bill Conti, prolífico compositor que creó algunas de esas melodías que todo el mundo conoce sin identificar a su autor, es, como la película, algo efectista, pero agradable.
Dije antes que en el reparto de F/X: Efectos mortales no hallaremos grandes estrellas, pero sí intérpretes muy eficaces, empezando por el australiano Bryan Brown, en el que fue su primer gran papel protagonista en los Estados Unidos. La labor de Brown es elogiable, por la energía y el punto irónico que ofrece a un personaje que pasa de aceptar un empleo bien remunerado a cargo del Gobierno a encontrarse entre la vida y la muerte, debiendo recurrir a sus muchas habilidades para eludir un fallecimiento prematuro. Brian Dennehy estaba encasillado en su rol de duro servidor de la ley, a pesar de que quienes hayan seguido su trayectoria sepan que se trata de un actor de talento, capaz de afrontar con éxito personajes muy variopintos. Su trabajo es, una vez más, impecable. Diane Venora riene poco margen para el lucimiento, pues su papel es breve y esquemático, mientras que CliffDe Young cumple sin entusiasmar. Lo mejor entre los secundarios lo encontramos en Mason Adams, ilustre veterano de la pequeña àntalla que aquí ejerce como cerebro de la conspiración, y en Jerry Orbach, actor cuya presencia y buen hacer le convierten en ideal para interpretar al capo mafioso. Buenos trabajos de Joe Grifasi, Martha Gehman y Josie De Guzmán, ellas en papeles de imprescindibles ayudantes de los protagonistas.
F/X: Efectos mortales sigue siendo lo que fue: un film simpático, entretenido y que se deja ver francamente bien. La ausencia de pretensiones juega a su favor, pero lo cierto es que hay muchos profesionales competentes en esta película, y se nota.