COBRA GEKIJOBAN/SPACE ADVENTURE COBRA. 1982. 99´. Color.
Dirección: Osamu Dezaki; Guión: Buichi Terasawa y Haruya Yamazaki, basado en el cómic de Buichi Terasawa; Dirección de fotografía: Hirokata Takahashi; Montaje: Masatoshi Tsurubuchi; Música: Kentaro Haneda, Yuji Ono y Osamu Shoji; Dirección artística: Tsutomu Ishigaki, Shichiro Kobayashi y Toshiharu Mizutani; Producción: Tatsuo Ikeuchi y Kara Redmon, para TMS Entertainment (Japón).
Intérpretes: Shigeru Matsuzaki (Voz de Cobra); Akiko Nakamura (Voz de Jane Flower); Toshiko Fujita (Voz de Catherine Flower); Yoshiko Sakakibara (Voz de Lady); Akira Kume (Voz del profesor Toporo); Goro Mutsumi (Voz de Necron); Reiko Tajima, Ken´ichi Ogata, Norio Wakamoto, Jun Fubuki.
Sinopsis: Cobra es un pirata espacial que ha cambiado de aspecto para evitar a sus perseguidores. Se enfrentará a una organización criminal, en auxilio de la bella princesa de un planeta amenazado.
Pocos directores más idóneos que Osamu Dezaki, quien ha dedicado gran parte de su carrera al cómic televisivo, para llevar a cabo la adaptación de Superagente Cobra, un manga del prestigioso autor Buichi Terasawa que, de manera casi simultánea, fue llevado al cine y a la televisión, a través de una serie de 31 episodios, por Dezaki. Para la gran pantalla, se optó por una de las historias en la que Cobra, una especie de corsario del futuro, se enfrenta al Gremio Galáctico, una siniestra corporación, en lo que es el eje central de este shonen (cómic orientado al público juvenil masculino) que, si bien no fue visto en España hasta los años 90, queda como un logrado ejemplo de la época en la que el manga japonés empezó a captar la atención de las audiencias internacionales.
Prueba de que, en lo que a la cultura y al arte se refiere, Japón y Occidente se retroalimentan de manera continuada desde hace varias décadas, la tenemos en el hecho de que, según confesó el propio Terasawa, su manga se inspiró en un relato de Philip K. Dick, Podemos recordarlo por usted al por mayor, y para definir al principal protagonista se basó en Jean-Paul Belmondo, prototipo del héroe de acción clásico con un punto canalla. Este personaje es Cobra, un joven que lleva implantado en el brazo izquierdo la psicoarma, cuyo poder le genera una gran ventaja sobre sus enemigos. Dado por muerto dos años atrás, Cobra ha modificado su aspecto mediante la cirugía estética para despistar a la poderosa organización criminal que le persigue, y que ofrece por su cabeza la mayor recompensa que se recuerda. Mientras fuma y bebe en un bar en compañía de Lady, la androide que viaja junto a él a través del espacio, Cobra conoce a Jane Flower, una bella cazarrecompensas. Seductor empedernido, el joven intenta conquistarla, y lo consigue cuando, después de que ambos sean víctimas de las iras de un delincuente, debe recurrir a la psicoarma para reducir al agresor. Es entonces cuando Jane le pide ayuda para salvar su planeta, del que ella y sus dos hermanas, una de las cuales está controlada por Necron, cabecilla de la banda que persigue a Cobra, son las últimas representantes que quedan, además del profesor Toporo, el sabio que conserva la esencia del lugar.
Visto el argumento, saltan a la vista las influencias del western, así como las de La guerra de las galaxias (Cobra tiene también mucho de Han Solo), aunque, para ser justos, hay que decir que, desde los años 60, el cine del Oeste fue también muy influido por las películas de samurais, y que Star Wars tiene mucho de adaptación de una de ellas: La fortaleza escondida, de Akira Kurosawa. Superagente Cobra es entretenimiento juvenil puro y duro, pero tiene calidad y no es que la historia sea precisamente facilona: no dejan de suceder cosas a lo largo del metraje, y el hilo argumental es complejo, incluso enrevesado a medida que van entrando en escena las hermanas de Jane y la acción se traslada al planeta Milos, su lugar de origen. El hecho de que los créditos iniciales vayan acompañados por una canción pop bastante ñoña puede llevar a engaño, porque la violencia es el elemento fundamental de la propuesta, sin olvidar el erotismo, lo que hizo que la película fuera pasto de la censura en diferentes países. Dezaki es un artesano eficiente y aplicado, que sabe imprimir agilidad al relato y logra que el film tenga entidad propia y no parezca un episodio más de la serie televisiva, estirado de manera excesiva para alcanzar el formato de largometraje, problema que no siempre superan los productos audiovisuales de esta naturaleza. Varios de los nombres y apellidos de los personajes están modificados respecto a los del cómic original, pero esto no supone ninguna dificultad para seguir la trama. La calidad de los dibujos es bastante buena, pues no hay que olvidar que este fue uno de los elementos que motivó la explosión del manga más allá de las fronteras japonesas, algo que en España sucedió a partir de la segunda mitad de los años 70, gracias a las teleseries infantiles. La afición por los cómics japoneses para adultos, de los que Superagente Cobra es un muy digno exponente, no llegó hasta años más tarde, pero en ellos se percibe igualmente la cuidada técnica que tanto ha contribuido a que distintas generaciones de jóvenes se enganchen al manga. La acción, los efectos visuales y la fotografía, en esta ocasión obra del afamado Hirokata Takahashi, que ya se había hecho cargo de ese trabajo en la ópera prima de Hayao Miyazaki, pueden mirar a los ojos a cualquier producción estadounidense, mientras que la historia no se limita a buscar la diversión vacua, aunque es en el terreno de la búsqueda de la profundidad en el que más de una vez el film resbala. La música incidental es adecuada, si bien reitero que las canciones no le hacen un excesivo favor a la película. El conjunto responde uno de los cánones más antiguos del cine de acción: un héroe valeroso, desenfadado y seductor, siempre rodeado de bellas mujeres (hay que mencionar que, por mucho que se exhiban sus atributos físicos, las protagonistas femeninas no se limitan a ser simples objetos decorativos, y ahí están la intrépida cazarrecompensas Jane o la abnegada y eficiente androide Lady para certificarlo) y en perpetuo enfrentamiento con enemigos tan poderosos como despiadados. No es que exista mucha originalidad en esto, pero la diversión para el espectador no escasea.
Shigeri Matsuzaki prestó su voz a Cobra sólo en la película, no así en la serie de televisión, y lo cierto es que su trabajo no me entusiasma, porque se queda lejos del carisma de sus referentes y eso lastra en parte al personaje. Tampoco repitió Akiko Nakamura, que aquí encarna a Jane Flower, pero creo que su labor es de mayor nivel que la de su compañero. Es precisamente la actriz dio voz a Jane en la serie televisiva, Toshiko Fujita, aquí en el papel de su hermana menor Katherine, a la que controla mediante la hipnosis el malvado Necron, la que brilla más de todo el elenco. Destacan también Jun Fubuki, que se encarga de poner voz a la tercera de las hermanas, Dominique, y el duro Goro Mutsumi dándole al antagonista el tono cavernoso que necesita, mientras que Akira Kume cumple de manera satisfactoria en un rol que viene a representar la sabiduría ancestral.
Entretenimiento, acción y aventuras a raudales es lo que nos presenta esta obra pionera del manga cinematográfico para públicos (no demasiado) adultos. El género se perfeccionó e hizo más sofisticado con el transcurso de los años, pero dudo que Superagente Cobra decepcione a los aficionados al manga.