ODISHON. 1999. 112´. Color.
Dirección: Takashi Miike; Guión: Daisuke Tengan, basado en la novela de Ryu Murakami; Dirección de fotografía: Hideo Yamamoto; Montaje: Yasushi Shimamura; Música: Kôji Endô; Diseño de producción: Tatsuo Ozeki; Producción: Satoshi Fukushima y Akemi Suyama, para Basara Pictures-Creators Company Connection-Omega Project (Japón)
Intérpretes: Ryo Ishibashi (Aoyama); Eihi Shiina (Asami Yamazaki); Tetsu Sawaki (Shigehiko Aoyama); Jun Kunimura (Yoshikawa); Renji Ishibashi (Hombre en silla de ruedas); Miyuki Matsuda (Ryoko Aoyama); Toshie Negishi (Rie); Ren Osugi, Shigeru Saiki, Ken Mitsuishi, Yuriko Hirooka, Kanji Tsuda.
Sinopsis: Un hombre viudo decide, aconsejado por un amigo que es productor de cine, aprovechar las audiciones para una película con el fin de seleccionar a su nueva esposa.
Trabajador incansable, dueño de una extensa filmografía adscrita al cine de género, Takashi Miike se dio a conocer en todo el mundo gracias a Audition, inquietante película basada en una novela de Ryu Murakami a cuyo lanzamiento publicitario ayudaron sobremanera algunas noticias relativas a la reacción del público frente a la truculencia de algunas de sus escenas. Un premio especial en el Fantasporto supuso el espaldarazo internacional para una obra que contó con la entusiasta aprobación de Quentin Tarantino, y que fue el punto de partida para el resurgimiento a escala planetaria del interés hacia el cine de terror facturado en el Extremo Oriente.
Audition juega, desde el primer momento y con mucho estilo, la carta de no ser lo que parece. Su prólogo tiene por marco la habitación de un hospital, en la que un hombre ve cómo su esposa se debate entre la vida y la muerte. Justo cuando su hijo llega al lugar con un ramo de flores, la mujer fallece. La acción da aquí un salto de siete años y nos devuelve al señor Aoyama, un hombre viudo que vive con su hijo, ya adolescente, con éxito en su empresa pero tan solo que incluso su vástago le sugiere que debería volver a casarse. En una conversación de bar con Yoshikawa, su mejor amigo, este, que trabaja en la industria audiovisual, se presta a ayudarle de un modo peculiar: convocará un casting, en teoría para una película, pero cuyo verdadero sentido reside en que Aoyama escoja una esposa de entre las aspirantes al papel principal. Dado que las preferencias del viudo se decantan hacia las mujeres con inquietudes vinculadas a la música o la danza, como su difunta esposa, la elegida resulta ser Asami, una joven tímida que tuvo que abandonar su gran pasión, el ballet, a causa de una lesión en la cadera. El hecho de que esta mujer no tenga familia ni amigos, y que dé referencias falsas respecto a su vida, no arredra a Aoyama, que inicia una relación con ella a pesar de las reticencias de su amigo.
Durante gran parte de su metraje, Audition es un drama romántico sobre la relación entre un solitario viudo y una joven traumatizada. En momentos muy escogidos, Takashi Miike ofrece algunas señales de que la joven Asami esconde una personalidad muy turbia bajo su aparencia vulnerable, pero no es hasta el último tercio de la película cuando la historia revela su auténtica esencia. Después de que Aoyama se lleve a su futura esposa a pasar un fin de semana junto al mar, durante el cual se produce el primer encuentro sexual de la pareja, Asami desaparece sin dejar rastro. La búsqueda del hombre abandonado le lleva por vericuetos cada vez más inquietantes, hasta culminar en un clímax, que sucede en el propio domicilio de Aoyama, de esos que no se olvidan fácilmente. El drama romántico se convierte en un explícito tratado sobre lo más siniestro del alma humana, lo que justifica que los espectadores con menos estómago hagan bien en escoger otra película. Servidor, a quien lo que de verdad le produce espanto son las noticias, disfrutó de la capacidad de Miike para, sin dar gato por liebre, virar de lo costumbrista a lo angustioso con un simple chasquear de dedos. Ejemplo de cómo manipular al espectador y hacerle caer en la tela de araña que es la trama sin hacer trampas, Audition podrá no ser muy sutil en la exposición de la violencia, característica inherente a la obra de Takashi Miike, pero siempre da la sensación de que el director tiene muy claro lo que quiere, y cómo conseguirlo. Estilo e historia se complementan, con una fotografía sobrecargada y cuyo eje es un cromatismo muy primario que, en cierto modo, anticipa lo que el guión se toma su tiempo en revelar. La secuencia de las audiciones a las candidatas al papel protagonista de la película ofrece un contrapunto humorístico que hace todavía más impactante el arrebato sádico que en verdad es el clímax de una obra con diversas claves, que habla de la soledad, de los traumas infantiles, de una sociedad machista (en este punto, lo paradójico es que el receptor de la venganza femenina es, en última instancia, un hombre que no la merece), y de la incapacidad de redención de las personas que padecen trastornos graves de la personalidad. La música transita igualmente entre lo naïf y lo perturbador, sin mostrarse enfática ni arrojarse por la pendiente de provocar el susto fácil.
Hasta Audition, el rostro de Ryo Ishibashi era asociado por el público al cine policíaco, pero el éxito de la película permitió al actor realizar nuevas incursiones en el género de terror, aunque sin el alcance de la presente. La interpretación del protagonista masculino, sobria y sin caer jamás en el exceso, es una de las indudables bazas del impacto que la película genera en el espectador, pues su personaje jamás abandona los carriles de lo que sería el rol principal en un drama romántico: un hombre desconsolado por la pérdida de su esposa, que durante muchos años ni siquiera se ha planteado reemplazarla, que vive solo y dedicado a su trabajo. Que Ryo Ishibashi sepa ser siempre un hombre normal, metido en una situación absolutamente siniestra, es una de las claves de un entramado dramático que tampoco sería lo mismo sin la presencia de Eihi Shiina, que en su segunda película es capaz de ser a la vez una criatura de apariencia angelical y un personaje que parece salido de una novela escrita por el Marqués de Sade. Es cierto que, en el desenlace, la manera de hacer de Shiina brinda los únicos momentos Hollywood de la película, pero su trabajo no deja de ser notable. La interpretación de Tetsu Sawaki, que da vida al hijo de Aoyama, es correcta, dejando el lucimiento para un ilustre veterano como Jun Kunimura, brillante en el rol del mejor amigo del protagonista, y para un estajanovista de la actuación llamado Renji Ishibashi, cuyo papel aquí es tan breve como decisivo.
Película atractiva e incómoda a la vez, Audition no es la obra maestra que Tarantino ha querido ver, pero sí un brillante ejercicio de estilo que sigue estando entre los mejores films dirigidos por Takashi Miike.