Si hay un estilo musical de los que se cultivan en España que merezca sin ningún género de duda el calificativo de arte, ése es sin duda el flamenco. Por desgracia, el género parece abonado en los últimos meses a las malas noticias, y hoy los aficionados hemos conocido otra de ellas: la muerte del guitarrista jerezano Moraíto Chico, conocido principalmente por haber sido durante años el tocaor habitual de su vecino del barrio de Santiago José Mercé.
De toque sereno, preciso y alejado del efectismo, Moraíto nació en el seno de una familia de artistas y pronto se hizo un nombre en su ciudad natal, y por extensión en el mundo flamenco, acompañando a cantaoras como La Paquera de Jerez. Precisamente ellos, los cantaores, alabaron hasta la saciedad su calidad como acompañante, faceta en la que siempre fue muy solicitado por las figuras del cante jondo. También grabó dos discos en solitario. El segundo de ellos, Morao, Morao, cayó en mis manos hace más o menos una década en una de mis frecuentes visitas a las bibliotecas públicas de Barcelona, y gracias a eso he podido disfrutar desde entonces de un trabajo bien hecho que desgraciadamente ya no va a tener continuidad discográfica. Moraíto, eso sí, ha dado esa continuidad a su dinastía y transmitido su talento a su hijo Diego del Morao, uno de los guitarristas flamencos más brillantes que he oído en esta década. Y, por supuesto, nos queda su música.
Por tangos:
Acompañando a José Mercé: