Anoche el Jamboree se vistió con sus mejores galas para recibir a uno de los mejores baterías de todos los tiempos, Al Foster, que se presentó en el sótano de la Plaça Reial (lleno de público, como merecía la ocasión) al mando de un impresionante cuarteto formado por Eric Alexander al saxo tenor, Adam Birnbaum al piano y Doug Weiss al contrabajo.
Sólo la simple manera de empuñar las baquetas que tiene Al Foster ya hace sospechar al espectador un poco avezado que está delante de un grande. Foster, que no sólo ha sido uno de los baterías favoritos de mitos como Miles Davis, Joe Henderson o McCoy Tyner, sino que es seguramente uno de los percusionistas de jazz más respetados e imitados, incluso por infinidad de bateristas no adscritos al género, lleva siéndolo desde hace décadas, y a sus setenta años recién cumplidos exhibe una vitalidad envidiable y ese toque soberbio que una y otra vez sorprende al oyente por su precisión y su conciso virtuosismo, valga la paradoja. Pocas veces puede oírse en Barcelona a músicos de esta categoría, y aún menos en su habitat natural, un club de jazz. Quienes anoche tuvimos el privilegio de ver y escuchar al cuarteto de Al Foster, de disfrutar de un repertorio clásico interpretado con gran elegancia y portentosa técnica, y de compartir sala de estar con músicos de tan alto nivel, fuimos sin duda testigos de una gran noche del jazz en la Ciudad Condal. Foster interpretó un único solo en todo el concierto (servidor asistió, como siempre hace, al segundo pase de la noche), porque su magia es otra, la de ser un sideman superlativo que desde los tambores matiza, empuja y dirige a su banda, y que parece poseer un don especial para tocar siempre lo que hay que tocar, y como hay que tocarlo. A su lado, un elegante Eric Alexander, cuya sólida carrera en solitario llevo siguiendo desde que se iniciara hará un par de décadas, capaz de impresionar con su técnica, de recordar a Stan Getz en los temas de inspiración brasileña, a Sonny Rollins en los más hardbopperos, y de maravillar a la concurrencia en el megaclásico de Monk ´Round midnight, un Adam Birnbaum que por su estilo debería salir a tocar vestido de etiqueta, y un Doug Weiss cuya compenetración con Foster es absoluta. Un tema original (Ooooh what you do to me), varias canciones intemporales y un bis en el que Foster recordó sus muchos años junto a Miles Davis y que presentó imitando la inconfundible voz del jefe de jefes, del hombre de la trompeta. Y se hizo muy corto, porque cuando un grupo es tan bueno como el que anoche visitó el Jamboree, hay pocas cosas mejores que un concierto de jazz.
Aloysius, con el gran saxofonista Eli DeGibri en el cuarteto:
En 1981, junto a Miles Davis, interpretando el tema que cerró el concierto de anoche: