Discreta afluencia de público en mi amado/odiado Palau de la Música para el concierto de uno de los grandes de la guitarra, Tomatito. El tocaor almeriense venía a Barcelona para presentar su último disco, Soy flamenco, y con puntualidad británica apareció sobre el escenario para, ya desde buen principio, dejar al personal alucinado con su técnica y su capacidad de emocionar.
Tomatito es mucho más que el hombre que acompañó durante décadas a Camarón. Ese bagaje ya sería suficiente para que uno pudiera morirse tranquilo, pero la carrera en solitario de este músico inquieto da para mucho, desde que allá por los primeros 90 publicara un álbum de calidad inmensa llamado Barrio negro y hasta este Soy flamenco que, además de toda una declaración de principios, es un nuevo ejemplo de que José Fernández Torres se halla por derecho propio en el Olimpo de los grandes de la guitarra.
Primero en solitario, después acompañado por una banda formada por segunda guitarra, dos cantaores, percusionista, bajo eléctrico, teclista y bailaora, Tomatito alternó canciones de su último disco, joyas de sus anteriores trabajos flamencos y guiños a sus exitosas colaboraciones con el pianista dominicano Michel Camilo. Exhibió jondura y un aplastante dominio de las bulerías, sentimiento en las canciones más baladísticas y libertad en las canciones flamencas no ajustadas al esquema de los palos. Acompañado por unos músicos excelentes, de los que destacaría de manera especial el arte de Paloma Fantova en el baile, convirtió un concierto que podría haber sido frío y rutinario en algo muy distinto, en un espectáculo flamenco de una calidad nada frecuente pese a tratarse de un género que vive un momento de esplendor artístico muy importante. Tomatito se despidió con La Vacilona, una de esas melodías que uno se ha llevado a su isla desierta particular. Al salir del Palau, pensé que quienes no son capaces de apreciar la pureza de sentimientos y la complejidad artística y emocional del flamenco se pierden algo muy valioso, un alimento muy bueno para el espíritu.
Por bulerías:
En Córdoba, este mismo año: