Siguiendo con mi festival de guitarra particular, anoche volví al Jamboree para asistir al concierto de Peter Bernstein, un as de las seis cuerdas que pasa por ser uno de los más destacados discípulos del recientemente fallecido Jim Hall. El local estaba como en las mejores ocasiones, y Bernstein se presentó en él junto al saxofonista valenciano Perico Sambeat, uno de los nombres imprescindibles del jazz español, y a una sección rítmica de la casa: Joan Munné al piano, Ignasi González al contrabajo y Esteve Pi a la batería.
El concierto comenzó con una composición de Bernstein, Simple as that, que ya enseñó bastante de lo que iba la cosa: jazz clásico, pulido y bien tocado… que en su mayor parte me dejó frío. Me explico: todo sonó muy bien, diría que hasta demasiado bien, tan pulcro como exento de riesgo, tan fácil de escuchar como de olvidar, tan bonito como falto de inspiración. A excepción de una interpretación de Old Folks cargada de profundidad, un servidor se pasó el concierto esperando que la alta temperatura que reinaba en la sala se contagiara a los músicos que estaban sobre el escenario, que prendiera esa chispa que diferencia lo aseado de lo inspirado, el placer de escuchar un disco en el salón de tu casa y la imprevisibilidad de una actuación en vivo. Y no la encontré, quizá porque faltaba el entendimiento casi telepático que se da en formaciones mejor conjuntadas. Bernstein toca realmente bien (hablamos de uno de los acompañantes predilectos de gente como Brad Mehldau o Joshua Redman, ahí es nada), Sambeat es un notable saxo alto, Joan Munné hizo algunos solos de gran nivel, Esteve Pi es un pedazo de batería, las canciones eran buenas… pero la mecha no llegó a prender. Otra vez será.
Este mismo año, en cuarteto, con Dave Kikoski al piano:
Junto al trío de Mehldau: