MUD. 2012. 130´. Color.
Dirección : Jeff Nichols; Guión: Jeff Nichols; Dirección de fotografía: Adam Stone; Montaje: Julie Monroe; Dirección artística: Elliott Glick; Música: David Wingo; Diseño de producción: Richard A. Wright; Producción: Aaron Ryder, Lisa Marie Falcone y Sarah Green, para Lionsgate-Everest Entertainment-Brace Cove-FilmNation Entertainment (EE.UU.).
Intérpretes: Matthew McConaughey (Mud); Tye Sheridan (Ellis); Jacob Lofland (Neckbone); Reese Witherspoon (Juniper); Sam Shepard (Tom); Ray McKinnon (Senior); Sarah Paulson (Mary Lee); Michael Shannon (Galen); Joe Don Baker (King); Paul Sparks (Carver); Bonnie Sturdivant (May Pearl); Stuart Greer (Miller); John Ward Jr., Kristy Barrington, Michael Abbott Jr., Johnny Cheek, Kenneth Hill.
Sinopsis: En un pueblo de Arkansas, dos preadolescentes se encuentran con Mud, un fugitivo que se esconde en una isla cercana a la espera de reunirse con su novia y escapar lejos de allí.
Confieso no haber visto las dos primeras películas dirigidas por Jeff Nichols, pese a que de la segunda de las cuales, Take shelter, no he leído más que elogios. Las buenas críticas recibidas me han empujado a ver Mud, la tercera obra del director de Arkansas. Está claro que uno queda mejor escribiendo sobre aquello que conoce, y ese estado del Medio Oeste es uno de los protagonistas de la película: sus casas flotantes, sus ríos, sus islas, sus amaneceres y crepúsculos están omnipresentes, además de muy bien aprovechados. Uno casi puede saborear el aroma de la América profunda, y del country-rock, o sentir lo opresiva, o lo libre, que puede ser la vida en esos pequeños pueblos alejados de los noticiarios salvo en caso de graves catástrofes, viendo Mud. Que una película te haga entrar en un ambiente tan distinto al tuyo ya es un punto a su favor.
Por diversas razones, tanto por la trama del film como por su ubicación geográfica, los ecos de Mark Twain se encuentran presentes a lo largo del metraje. Esos dos jóvenes que campan a su aire por los bosques y los ríos bien podrían ser unos Tom Sawyer y Huckleberry Finn de hoy. En una de sus excursiones, encuentran una vieja barca en un lugar tan poco usual como la copa de un árbol. No tardan en averiguar que alguien está viviendo allí, ni en conocer a ese alguien: se trata de Mud, un fugitivo que espera la hora de reencontrarse con el amor de su vida. Atrapado entre la crisis matrimonial de sus padres y su propio descubrimiento del amor, uno de los muchachos, Ellis, decide ayudar a Mud, consiguiéndole comida y ayudándole a conseguir las piezas que hagan que la vetusta barca vuelva a ser navegable.
En Mud hay muchos sentimientos, pero poco sentimentalismo, y eso se agradece. Los protagonistas viven en un entorno duro, en una sociedad que se resiste al paso del tiempo pero que lentamente desaparece en nombre del progreso. En cierto modo, Mud es un film de y para nostálgicos, sobre la iniciación a la vida adulta y las renuncias que ella conlleva. He leído por ahí que se trata de una película misógina, y discrepo: en esta obra se destaca la enorme influencia que la mujer ejerce en el hombre, si bien no se esconde que en muchísimas ocasiones el ejercicio de ese poder se encamina más hacia la castración que hacia la afirmación del hombre. El amor es algo que no se puede evitar, pero en el que también la decepción es inevitable, dado el contraste entre nuestro ideal romántico y sus encarnaciones humanas. En parte, hacerse adulto es evitar que este hecho cause sufrimiento, pero cuando el amor no es correspondido (el de Mud, que ve en Ellis un retrato de sí mismo a su edad), o simplemente se acaba (el de los padres del muchacho), abstraerse del dolor es imposible. Ellis se hace adulto en unos pocos días, y será para siempre.
En la película hay también elementos de thriller, encarnados en la caza de Mud por parte de la familia del hombre al que mató. En esta parte, se nos habla de la relación entre el protagonista adulto y el hombre que le crió, Tom, un ex-francotirador de la CIA que vive retirado en su tierra natal. Además de los señalados ecos de Twain, uno percibe huellas de esa obra mayor de Clint Eastwood llamada Un mundo perfecto, por aquello de que ambos son films de iniciación con delincuente ambiguo. El trabajo de Jeff Nichols, tanto en la escritura como en la puesta en escena, es redondo: el film empieza con un ritmo cadencioso, como el fluir de esos ríos en los que se sitúa la acción, y va siempre in crescendo. Los personajes tienen entidad propia y están bien definidos, y tanto lo que dicen como lo que callan empuja hacia adelante la narración.
Mud no encaja en los cánones de quienes consideran que indie es casi sinónimo de desaliñado. Su acabado técnico es de lo más pulido, la cámara se mueve con coherencia y la fotografía, de Adam Stone, es muy buena. La banda sonora es otro de los puntos de enlace más acertados del film con la América profunda que retrata.
En el capítulo interpretativo, dos nombres a destacar: el del joven Tye Sheridan, siempre convincente y dotado de talento para eso de actuar, y Matthew McConaughey, que en los últimos años ha pasado de individuo a evitar, cinematográficamente hablando, a la categoría de actor a seguir. El papel de Mud es de esos que apetecen a cualquier intérprete, y el trabajo del cada vez menos encasillado en el rol de galán de películas ñoñas, de calidad muy superior a lo demostrado hasta ahora. Al lado de este dúo, actores veteranos tan sólidos como Sam Shepard y Joe Don Baker, viejos conocidos del director como Michael Shannon, y un plantel de secundarios de buen nivel. Reese Witherspoon se limita a estar correcta, lo que ya es mucho, pero sin duda esta actriz no ha dado el salto actoral que sí ha hecho su novio en la ficción.
Muy buena película, sobre lo que fuimos, lo que seremos, y lo que iremos dejando atrás por el camino, sobre lo que amamos y lo que perdemos. Sin duda, Jeff Nichols es un director dotado de talento.