APACHE. 1954. 88´. Color.
Dirección: Robert Aldrich; Guión: James R. Webb, basado en la novela de Paul Wellman Bronco Apache; Dirección de fotografía: Ernest Laszlo; Montaje: Alan Crosland, Jr.; Música: David Raksin; Diseño de producción: Nicolai Remisoff; Vestuario: Norma Koch; Producción: Harold Hecht, para Hecht/Lancaster Productions-United Artists (EE.UU.).
Intérpretes: Burt Lancaster (Massai); Jean Peters (Naninle); John McIntire (Sieber); Charles Bronson (Hondo); John Dehner (Weddle); Paul Guilfoyle (Santos); Ian MacDonald (Clagg); Walter Sande, Morris Ankrum, Monte Blue, Philip Van Zandt.
Sinopsis: En 1886 se produce la rendición de Gerónimo tras la última rebelión apache. Massai, un guerrero de la tribu, se niega a entregarse a los blancos, cuya intención es enviar a los indígenas a las reservas de Florida. Massai consigue fugarse del tren en el que le transportan hasta allí, y regresa a las tierras de su tribu para encabezar una nueva revuelta apache.
Entrada la década de los 50, algunos westerns de Hollywood empezaron a demostrar un mayor respeto hacia los indios, tradicionalmente retratados en la gran pantalla como seres violentos y primarios. Apache fue una de las primeras películas en las que se mostró con claridad este nuevo enfoque, más matizado, tras el que empieza a vislumbrarse el genocidio que realmente fue la conquista del Oeste.
Al frente del proyecto se situó su protagonista, Burt Lancaster, actor de ideología liberal e interesado en producir películas importantes que le supusieran ir más allá de la imagen de atlético héroe aventurero que le distinguió en la primera etapa de su carrera. Lancaster confió el proyecto a un director casi debutante, Robert Aldrich, que aquí obtuvo el primer éxito de su carrera y empezó a demostrar algunos de sus rasgos más característicos como cineasta: su predilección por los héroes solitarios, ajenos al sistema y enemigos de la autoridad; el vigor y la energía con que rueda las escenas de acción; su dominio del montaje, y su escasez de remilgos a la hora de mostrar la violencia en pantalla. De acuerdo con ello, Apache es un western vigoroso y dotado de vida que muestra la evolución de un personaje gracias a dos hechos trascendentales. Massai es un valiente guerrero apache, una criatura hecha para el combate, que empieza a ver el mundo de manera distinta cuando, en su huida, es acogido por un cherokee y ve por sí mismo cómo ese pueblo guerrero y orgulloso ha conseguido convivir de manera razonable con los blancos, y sobre todo cuando su compañera le anuncia que va a tener un hijo suyo. Massai tiene alma de guerrero, y una disyuntiva: luchar y huir hasta que un día, no muy lejano, los blancos le atrapen y den muerte, o establecerse, vivir de los frutos que dé la tierra y ver crecer a su hijo.
La puesta en escena es, en el mejor de los sentidos, funcional, al servicio de una acción que nunca se detiene y se presenta al espectador con un ritmo envidiable. En lo técnico, ya aparece uno de los futuros colaboradores habituales de Aldrich, el cameraman Ernest Laszlo, tan eficaz como de costumbre. La película se hace más corta de lo que es, y eso ocurre por la suma de un buen guión, un buen director y una acertada labor de montaje. Apache tiene el mérito de hacer parecer fácil lo que no lo es: hacer un buen western.
En cuanto al reparto, hay quien discute la presencia de un blanco de ojos azules interpretando a un guerrero apache, ante lo cual cabe preguntarse si había otra posibilidad de hacer esta película de otra manera y, en caso afirmativo, cuánta gente hubiera ido a verla de haber sido un auténtico nativo su protagonista. Como en este blog gusta lo puro, pero sin llegar a lo estúpido, sólo cabe decir que el trabajo de Lancaster es una vez más, muy bueno, en un papel muy exigente no sólo en lo físico. Jean Peters cumple con suficiencia el rol encomendado, y es de destacar a John McIntire, un veterano del western cuya presencia es muy importante en la película, en especial en las escenas finales. También aparece un joven Charles Bronson, en la primera de sus varias colaboraciones con Aldrich, cineasta que también hizo buenas migas con Lancaster, a quien dirigió en otras tres ocasiones.
Lo dicho, un muy destacable western que nos presenta una cara más auténtica de los indios y destaca por ser el primer hito en la carrera de un director minusvalorado cuya filmografía habla por sí misma, si uno se toma la molestia de verla.