ERNESTO SABATO, Uno y el universo. Seix Barral. 150 páginas.
La juventud es arrogante, viene a reconocer Sabato en el prólogo a la reedición de 1968 de esta obra primeriza, y por ello no es de extrañar que el autor observe, veintitrés años después de la primera publicación, con mucha distancia algunos de los postulados que se defienden en esta obra. Por ejemplo, la presencia de los tanques soviéticos en Checoslovaquia ayudó mucho a mitigar el lógico entusiasmo que, justo al acabar la Segunda Guerra Mundial, sentía el joven escritor respecto a la Rusia comunista. Cada libro es hijo de su época, pero, pese al ejemplo anterior, uno no comparte muchas de las reticencias que el Sabato de 1968 manifiesta respecto a otras opiniones suyas de 1945. Excepcional y siempre lúcido prosista, el autor argentino nos muestra aquí el resultado de su primera, y quizá más importante, encrucijada vital, la del hombre que abandona la ciencia para dedicarse a la literatura. Los motivos de esa decisión se encuentran entre las páginas de este breve y brillante tratado, en el que a partir de una serie de definiciones, formuladas en riguroso orden alfabético, se trasluce un intelecto privilegiado, de altos vuelos pero capaz al mismo tiempo de describir con sencillez las claves de los dilemas científicos surgidos después de la (mal llamada) teoría de la relatividad.
Sabato nos brinda uno de esos libros que contienen muchas perlas, e innumerables cuestiones para el debate, en muy pocas páginas. Por ejemplo, subraya que la ciencia, y por extensión la propia especie humana, ha realizado sus grandes avances contra el sentido común, no gracias a él; ataca sin piedad uno de los grandes males de nuestro tiempo, la creciente especialización en los distintos campos del saber, que supone un obstáculo, muchas veces insalvable, para alcanzar un verdadero conocimiento sistémico. En palabras del propio autor, «El Universo es diverso pero también es uno; por debajo de la infinita diversidad ha de haber una trama unitaria que debe ser descubierta mediante esfuerzos de síntesis». Que eran, añado, posibles en épocas como el Renacimiento, que alumbraron a hombres brillantes en distintos campos del saber, pero cada vez más difíciles en un futuro que pertenece a los especialistas. En este punto encontramos uno de los aspectos más interesantes, y a la vez más actuales, de cuantos Sabato nos propone en Uno y el Universo. No es el único, sin embargo: leemos el retraso que para el avance científico supusieron siglos y siglos de seguidismo acrítico de las teorías aristotélicas, o lo poco que tiene que ver, pese a lo que dijeran algunos de sus popes como Breton, surrealismo y automatismo, y no podemos sino verificar que el rigor intelectual que distinguió a Sabato durante toda su vida ya se encuentra en sus primeras páginas publicadas. El ensayista inteligente y certero ya está aquí; también el novelista que fue capaz de crear novelas fundamentales como El túnel: la calidad literaria y la brillantez expositiva de Uno y el Universo son envidiables. Puede que no siempre nos convenza lo que dice Sabato, pero es difícil mejorar el estilo. En el mundo hay muchos libros que cualquier persona con afán de conocimiento debería leer: sin duda. éste es uno de ellos.
Me pregunto qué escribiría Sábato sobre ese tema en 2024 a la vista de fenómenos como la digitalización, el transhumanismo, la inteligencia artificial, la robotización y demás pesadillas tecnológicas convertidas en realidad.
Buena pregunta la suya. Quizá Sabato, hoy, se opondría a ese presunto progreso que nos lleva a un mundo nihilista, formado por individuos solitarios, y paradójicamente cada vez más homogeneizados, pero es sólo una hipótesis.