EVELYN WAUGH, Los seres queridos (The loved one). Anagrama. 171 páginas. Traducción de Helena Valentí.
Mucho más conocido en estos lares por Retorno a Brideshead, el novelista inglés Evelyn Waugh escribió diversas obras de tono humorístico, de entre las que cabe destacar Los seres queridos. Al parecer, la génesis de esta breve novela se encuentra en un ciclo de conferencias que Waugh impartió en los Estados Unidos, durante el cual el autor pudo familiarizarse con los excéntricos ritos funerarios más en boga entre las clases pudientes de aquel país. Lo de reírse de la muerte, y por extensión de la parafernalia con que los vivos tratan de adornarla, tiene bastante tradición dentro de la narrativa inglesa, y lo que hace Waugh es darle un tono actual a ese subrayar lo ridículo del negocio del tránsito al más allá que ya estaba, por ejemplo, en Swift.
Los seres queridos es un brillante ejercicio de humor negro en el que ni un solo personaje, ni una sola situación, dejan de ser risibles ni por un momento. Su protagonista es Dennis Barlow, un joven y laureado poeta inglés que ha cruzado el charco e ido hasta California con la intención de escribir para el cine, y que acaba haciendo algo que escandaliza a los muy atildados caballeros ingleses del Club de Cricket: un trabajo manual, ni más ni menos que en una funeraria especializada en animales de compañía. Cuando uno de esos caballeros, su protector Sir Francis Hinsley, se suicida después de ser despedido por el estudio cinematográfico para el que lleva más de dos décadas trabajando, Dennis se encarga de gestionar el sepelio y para ello acude a la Meca de las funerarias, El Claro de los Susurros. Allí conoce a Aimée Thanatogenos, una joven maquilladora de difuntos más aficionada a los consultorios que a la poesía, y se enamora de ella. Aimée también ha despertado el interés del señor Joyboy, un gran especialista en el arte de darles a los muertos el mejor aspecto posible que vive con su madre. La prueba de ese interés es que los cadáveres que Joyboy le envía a Aimée para su acicalamiento siempre llegan con una sonrisa en los labios. La chica se debate entre sus dos pretendientes y para orientarse solicita los consejos de un gurú de las publicaciones femeninas, que en realidad son dos ingleses, uno de ellos alcohólico.
Con un argumento tan delirante, es fácil hacerse a la idea del tono paródico del conjunto. Cada una de las páginas de la novela destila ironía, unas veces más fina, otras de una notable, aunque soterrada, mala leche. Resulta complicado no leer este libro con una sonrisa en la boca, y el estilo desmiente el presunto carácter menor de la narrativa humorística. Los seres queridos es una gran novela que hace reír, lo que multiplica su valor, y constituye un compendio de lo mejor del humor británico. Si la fórmula del humor es tragedia + distancia, Waugh dio con ella y la explotó con total acierto. Los mismos nombres de los personajes, así como de los lugares en los que desarrollan su peculiar actividad profesional, ya son una humorada en sí mismos, que la cuidada traducción respeta pese a las dificultades para trasladar los (aquí muy frecuentes) dobles sentidos a otros idiomas.
Pocas veces la muerte ha hecho tanta gracia. A un servidor, que piensa que la ironía y el sarcasmo han salvado más vidas que la penicilina, la lectura de Los seres queridos le ha resultado harto placentera. La recomiendo a todo el mundo, siempre que tenga sentido del humor y capacidad para captar la ironía. Personas muuuuy serias o de luces tan escasas como Aimée Thanatogenos, abstenerse.
Ciertamente un libro muy inteligente, lleno de humor y que se lee con inmenso placer.