McCABE & MRS. MILLER. 1971. 118´. Color.
Dirección: Robert Altman; Guión: Robert Altman y Brian McKay, basado en la novela de Edmund Naughton McCabe; Dirección de fotografía: Vilmos Zsigmond; Montaje: Louis Lombardo; Música: Leonard Cohen; Dirección artística: Al Locatelli y Philip Thomas; Diseño de producción: Leon Ericksen; Producción: Mitchell Brower y David Foster, para Warner Bros. (EE.UU.).
Intérpretes: Warren Beatty (John McCabe); Julie Christie (Constance Miller); Rene Auberjonois (Sheehan); John Schuck (Smalley); Corey Fischer (Mr. Elliott); Bert Remsen (Bart Coyle); William Devane (Abogado); Michael Murphy (Sears); Shelley Duvall (Ida Coyle); Keith Carradine (Cowboy); Antony Holland, Hugh Millais, Manfred Schulz, Jackie Crossland, Elizabeth Murphy, Linda Sorensen.
Sinopsis: McCabe es un hombre sin pasado que llega a un pequeño pueblo minero del Noroeste de los Estados Unidos. Con el tiempo, consigue prosperar en los negocios del alcohol, el juego y la prostitución. La llegada al pueblo de Constance Miller, una prostituta con buen olfato empresarial, supone un gran empujón económico para los negocios de McCabe.
Desafortunado título español (para variar) el de esta incursión en el western de Robert Altman, por entonces un director de prestigio gracias al reciente éxito de M.A.S.H. Como hizo con el género bélico en esa película, también aquí las intenciones de Altman son claramente desmitificadoras: el Nuevo Hollywood iniciaba su particular toma del Palacio de Invierno, y de lo que se trataba, entre otras cosas, era de romper estereotipos y subvertir tópicos. Por ello, cualquier parecido con el western clásico es pura coincidencia. Esto es así desde los primeros fotogramas, que muestran la llegada de McCabe a un nevado y más bien lúgubre pueblo minero mientras suena una canción de Leonard Cohen.
Altman me parece un director a veces brillante, a veces errático, capaz de lo mejor y de lo peor. Siempre he creído que es mejor cineasta en el aspecto visual que en el narrativo: sus películas suelen flaquear por ahí. McCabe & Mrs. Miller no sólo no es una excepción, sino que es una perfecta constatación de esta teoría. Dentro de un tono general triste y pesimista que va acentuándose a medida que transcurre el metraje, la narración da algún bandazo poco explicable (o mal explicado), tras el que a uno le queda la sensación de que el montaje nos ha sustraído algo. El hecho de que un notable patán como McCabe pueda llegar a prosperar mínimamente, aunque sea en el último rincón del Universo, queda bastante en el misterio. El presunto héroe de la función no es más que un borrachín escaso de luces, un fanfarrón de poca monta hecho para las timbas baratas de poker en tugurios de mala muerte. A su lado, Constance Miller, una prostituta opiómana, es una eminencia intelectual y una gran empresaria. Ella es la que, con su perspicacia y sus consejos, consigue que McCabe se convierta de verdad en alguien. Su problema, no obstante, es que nunca puede dejar de ser él mismo. Sus malas decisiones y la despiadada forma de actuar de los potentados que quieren hacerse con el control de la zona crean el perfecto cóctel del perdedor. La película es triste porque es realista, huye de la épica y esa es su principal baza. Si lo que se pretendía, como parece, era crear la antítesis del western arquetípico, se consigue de sobras, aunque se echa en falta un mayor empuje en una narración que a ratos se contagia de la languidez del entorno.
En lo visual, la película es espléndida. Al verla, queda claro que Vilmos Zsigmond es uno de los grandes, y aquí muestra mucho de ese arte que alcanzaría cotas altísimas a las órdenes de Michael Cimino. Los planos y los colores de McCabe & Mrs. Miller son poesía de la buena, como lo son esas canciones de Leonard Cohen que tan bien casan con esta historia de derrota y nieve, de whisky barato, de prostitutas (esas hermanas de la caridad en la voz del canadiense) que allí y entonces no podrían ser otra cosa, como le ocurre a Ida Doyle cuando enviuda. Aquí está lo mejor de la película, en la sintonía entre un poeta de la luz y un cantautor único. Altman tiene mucho que agradecerles, porque lo suyo es magistral.
McCabe & Mrs. Miller es un film mucho menos coral de lo que es costumbre en Robert Altman. El protagonismo recae en Warren Beatty, uno de los tipos más poderosos del Nuevo Hollywood tras el impacto que supuso Bonnie & Clyde. El hombre lo intenta, pero, a pesar de que se le agradece su interés en apoyar proyectos artísticos y arriesgados, nunca dejó de ser un actor mediocre, y aquí es superado en todo momento por su pareja de entonces, una Julie Christie que sale airosa al mostrar los claroscuros de su personaje. Del resto del reparto, destaco las breves intervenciones de William Devane (allí donde la película se hace discursiva y puede interpretarse como un alegato de los outsiders del Nuevo Hollywood contra el poder de las majors, o contra el capitalismo en general) y de un joven Keith Carradine: el final de su personaje es uno de los momentos más impactantes de la película y marca el tono de la parte final. El resto de secundarios tiene mucho menor peso en la historia, aunque todos ellos cumplen con creces.
Pues eso, un extraño western que retrata el mundo de la prostitución en los albores del siglo XX, que quizá podría haber dado más de sí, pero que ofrece, en especial en sus últimas escenas, muy buenos momentos de cine.