INSIDE LLEWYN DAVIS. 2013. 106´. Color.
Dirección: Joel e Ethan Coen; Guión: Joel e Ethan Coen; Dirección de fotografía: Bruno Delbonnel; Montaje: Roderick Jaynes (Joel e Ethan Coen); Música: T Bone Burnett; Dirección artística: Deborah Jensen; Diseño de producción: Jess Gonchor; Producción: Joel Coen, Ethan Coen y Scott Rudin, para Studio Canal-Universal Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: Oscar Isaac (Llewyn Davis); Carey Mulligan (Jean); John Goodman (Roland Turner); Garrett Hedlund (Johnny Five); Justin Timberlake (Jim); F. Murray Abraham (Bud Grossman); Ethan Phillips (Mitch Gorfein); Robin Bartlett (Lillian Gorfein); Max Casella (Pappi Corsicato); Stark Sands (Troy Nelson); Jeanine Serralles (Joy); Jerry Grayson, Adam Driver, Bradley Mott, Sylvia Kauders, Stephen Payne.
Sinopsis: Llewyn Davis es un joven cantante de folk que trata de ganarse la vida, sin demasiado éxito, en el Nueva York de principios de los 60. En un intento de cambiar su destino, viaja a Chicago con el objetivo de ser contratado por un prestigioso sello discográfico.
La última película de los hermanos Coen viene a ser una versión cáustica de O Brother, divertida odisea con trasfondo musical ambientada en el Profundo Sur de la época de la Gran Depresión. Aquí, la historia se traslada al Nueva York de principios de los 60, época en la que los hijos de Woody Guthrie se preparaban para conquistar el mundo. Como era de esperar, la historia no se centra en un cantante triunfador, sino en un tipo que ni tiene éxito, ni da en ningún momento la sensación de que vaya a tenerlo.
El film es un perfecto giro de 360 grados, del que lo primero que hay que hacer notar es que decepcionará a quienes esperen ver una comedia. Al margen de algún momento surrealista típico de sus autores, apenas hay en A propósito de Llewyn Davis momentos humorísticos, por lo que en cierto modo la película puede considerarse una anticomedia, en la línea de Un tipo serio. Davis es un pobre diablo, que se dedica a sablear a las pocas personas que, vaya usted a saber por qué, todavía le soportan. Un desgraciado, en todos los sentidos del término. Los Coen se pasan la poética del perdedor por el forro: su antihéroe tiene una vida de lo más anodina y deprimente, y en todo el metraje apenas se le adivina alguna virtud, al margen de cierto talento para la música. Es irresponsable, desconsiderado, egoísta, envidioso, desleal e insensible. No sé si me dejo algo… Llewyn es una verdadera joya, que se lleva el que quizás sea el par de hostias más merecido de la historia del cine. Su retrato es llamativo por lo inmisericorde, y llena toda la película. El resto de los personajes que intervienen en ella no son, en general, mucho mejores que su protagonista. A excepción del matrimonio Dorfein y del cantante Jim (el tipo de gente a la que los pobres diablos hieren, traicionan y sablean), y del gato Ulysses (coeniana criatura donde las haya), los demás personajes no son otra cosa que tullidos morales, a los que el mundo devuelve lo poco que le aportan. Uno tiene la sensación de que, con los años, los Coen se están agriando: su cine es cada vez menos chispeante y más nihilista y desencantado. Como en O Brother, hay música y hay un viaje de resonancias homéricas, pero, mientras allí el tono era distendido y la mirada sobre los personajes, amable, en Inside Llewyn Davis todo es tan frío y gris como el invierno en el que transcurre la acción.
Cuestiones de tono al margen, queda claro que a los Coen no se les ha olvidado eso de hacer películas: desde la estructura circular hasta la perfección técnica (sobresaliente fotografía de Bruno Delbonnel), todo en A propósito de Llewyn Davis lleva el sello indiscutible de la casa, que no es otro que el del buen cine. Uno podrá simpatizar más o menos con los personajes, o con el modo de contar la historia escogido por los hermanos, pero el oficio y la capacidad para conseguir lo que pretenden en cada film están fuera de duda.
Si la cosa va de música, T Bone Burnett es como el tercer hermano Coen. Su trabajo con las canciones es muy bueno, y a su vez se ve ensalzado por la belleza con la que las interpretaciones que de ellas se hacen están filmadas.
El protagonismo absoluto recae en Oscar Isaac, actor que hasta el momento se había desenvuelto en roles secundarios. Su trabajo es muy bueno, pues evita lo paródico y sabe convertir a su personaje en el tipo más bien repugnante que los Coen pretendían, pero sin caer en el exceso. Además, demuestra que lo de cantar no se le da nada mal. El resto de personajes no son más, ni menos, que episodios, casi nunca agradables, en la odisea del protagonista. En general, todos están bastante bien, desde la ya consagrada Carey Mulligan a ilustres veteranos como John Goodman (la mejor frase de la película es suya) y F. Murray Abraham, cuya aparición en escena es tan breve como decisiva. A Justin Timberlake se le agradece el interés por labrarse una verdadera carrera de actor y escapar de las películas hechas por y para zotes, pero no pasa del aprobado raspado. El trabajo de Max Casella y Jeanine Serralles es también digno de mención, y confirma que entre las muchas virtudes de los hermanos Coen están las de saber elegir y dirigir a los actores.
Inside Llewyn Davis es una película más lúgubre que luminosa, un poco el reverso de otros films de sus directores. Si uno la ve como lo que es, un drama misántropo sobre el fracaso con coartada musical, y no como la comedia que evita ser, encontrará un film notable, digno de elogio. Sin ser uno de los mejores de los Coen, confirma que siguen con el puñal bien afilado, pues consiguen que guste una película que lo tiene todo para no hacerlo.