RAMÓN J. SENDER, Réquiem por un campesino español. Destino. 105 páginas.
Nunca está de más revisar los clásicos, en especial los de países muy proclives a la amnesia selectiva. De ahí que, más de dos décadas después de la primera lectura, haya decidido repasar la obra más célebre del novelista Ramón J. Sender, que a su vez es una de las novelas más representativas de la posguerra española.
Es de sobras conocida la facilidad que hay al sur de los Pirineos para pasar, lo mismo en lo individual que en lo colectivo, de la inopia al monte. También que España tienen la desgracia de poseer una clase dirigente que destaca (y eso tiene mérito) por su inmisericorde rapacidad, para la cual nunca le ha faltado el apoyo cómplice de la Iglesia católica, institución manchada de sangre en este país como en pocos otros. Con un estilo parco y una extrema sobriedad, Sender llega a lo universal desde lo particular, explicando un hecho que se repitió en multitud de pueblos españoles, en los que la gran mayoría de habitantes se dividía entre pobres e indigentes, mientras los campos eran propiedad de aristócratas a quienes nadie conocía, pues ya se encargaban de designar capataces que gestionaran sus tierras sin que ellos tuvieran que molestarse siquiera en ver a esos campesinos a quienes se les concedía una vida de trabajo duro y de miseria. Con la llegada de los movimientos socialistas y anarquistas, muchos campesinos tomaron conciencia de la injusticia que les rodeaba, y se mostraron dispuestos a cambiar las cosas. Paco el del Molino es uno de esos campesinos. En el pasado, fue un niño conmovido por la extrema pobreza en la que vivían (es un decir) los habitantes de las cuevas. De mayor, aprovechó los grandes cambios producidos con la llegada de la II República para intentar remediar esas injusticias y ayudar a un mejor reparto de la tierra. La feroz negativa de los grandes terratenientes a renunciar a sus privilegios fue desde el principio uno de los grandes quebraderos de cabeza de los gobiernos republicanos (no hay que olvidar que en España nunca llegó a haber nada parecido a una reforma agraria, a la que incluso el líder de la Falange se declaró favorable), y desde luego uno de los factores decisivos en la rebelión militar que produjo la Guerra Civil. Paco el del Molino fue uno de tantos campesinos inquietos que se ganó muchos enemigos por su simple afán de hacer justicia, y que pagó por ello en cuanto se produjo el triunfo de la rebelión fascista. Réquiem por un campesino español es más que una novela: es la crónica de un país fracasado, y del por qué de ese sempiterno fracaso. En apenas cien páginas se nos dan las claves de siglos de historia, lo que sin duda está al alcance de muy pocos.
El libro se inicia con el cura, Mosén Millán, esperando en sus aposentos eclesiásticos antes de oficiar la misa de réquiem por Paco el del Molino, a quien bautizó, hizo tomar la comunión, casó y ahora enterrará. Mientras llegan a la Iglesia los potentados del pueblo, responsables de la muerte del joven, y uno tras otro se ofrecen a asumir el coste la misa de difuntos (qué rasgo tan característico de los poderosos españoles: eliminan a quien les molesta pero le pagan el entierro), el cura recuerda la vida de un muchacho noble y decidido, cuyo delito fue querer mejorar la vida de sus conciudadanos, hasta que, al fin, reconoce su propia responsabilidad en la muerte de Paco. Si se ha de juzgar el papel de la Iglesia católica española antes, durante y después de la Guerra Civil, mejor sería para quienes formaron parte de ella que no hubiera Dios. Mosén Millán hizo de forma involuntaria, quizá inconsciente, lo que tantos como él hicieron a propósito: entregar a las mejores personas de este país a sus verdugos. El libro explica todo esto con la necesaria crudeza, sin aspavientos pero con el pulso firme de quienes no necesitan recalcar la injusticia, pues para que cualquiera pueda verla ésta sólo necesita ser contada tal cual ocurrió, sin adornos ni paños calientes. Réquiem por un campesino español es la historia que a muchos nos han explicado nuestros, padres, abuelos o bisabuelos, la que otros muchos callan o se negaron a escuchar, pero contada con arte. Mucho oficio y buen estilo al servicio de una narración dotada de un poder evocador sin apenas parangón en la novela española de posguerra. Una vida que fueron muchas vidas vidas, un pueblo que fueron muchos pueblos, una muerte que fueron muchas muertes. Si uno tuviera que escoger un puñado de obras imprescindibles de la literatura española, Réquiem por un campesino español sería sin duda una de ellas.