THE INCREDIBLES. 2004. 115´. Color.
Dirección: Brad Bird; Guión: Brad Bird; Dirección de fotografía: Janet Lucroy, Patrick Lin y Andrew Jimenez; Montaje : Stephen Schaffer; Música: Michael Giacchino; Diseño de producción: Lou Romano; Dirección artística: Ralph Eggleston; Producción: John Walker, para Pixar Studios-Walt Disney Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: Craig T. Nelson (Voz de Mr. Increíble/Bob Parr); Holly Hunter (Voz de Helen Parr/Elastigirl); Samuel L. Jackson (Voz de Lucius Best/Frozone); Jason Lee (Voz de Síndrome/Buddy Pine); Spencer Fox (Voz de Dash); Sarah Vowell (Voz de Violet); Elizabeth Peña (Voz de Mirage); Brad Bird (Voz de Edna); Wallace Shawn (Voz de Gilbert Huph); John Ratzenberger, Dominique Louis, Teddy Newton, Jean Sincere, Eli Fucile, Lou Romano (Otras voces).
Sinopsis: Cuando el mundo se cansa de los superhéroes, a Mr. Increíble y su familia no les queda otro remedio que ocultar sus identidades y sus poderes, llevar una vida normal e intentar soportar con dignidad la rutina. Hasta que a Mr. Increíble le encargan ua nueva misión en una isla remota.
Brad Bird, que había debutado en la dirección de largometrajes con la muy meritoria El gigante de hierro, era uno de esos talentos que parecían predestinados a formar parte del sello franquicia de la animación moderna, los estudios Pixar. No tardó mucho en hacerlo y Los Increíbles, cuyo guión también escribió, fue su puesta de largo en una factoría que, desde Toy Story, no había dejado de sumar éxitos artísticos y comerciales.
La cosa va de superhéroes. Sí, esos seres con poderes fuera de lo común que se dedican a salvar a la humanidad, y tal. Mr. Increíble es uno de los importantes, y día tras día se enfrenta a la adrenalínica y estresante tarea de librar a sus más desfavorecidos semejantes de los múltiples peligros que les acechan, o que ellos mismos se buscan. Pero en una sociedad en la que todos tenemos que ser iguales, los superhéroes sobran, y a Mr. Increíble se lo hacen saber con la característica gratitud de los mediocres. Ya casado con Elastigirl, otra superheroína, los dos deciden retirarse, formar una familia y vivir una vida normal, es decir, renunciar a todo lo que les hace especiales.
Quince años después, Mr. Increíble y Elastigirl se han convertido en Bob y Helen Parr, tienen tres hijos (que, por aquellas cosas de la genética, también les han salido con superpoderes) y dedican sus mayores esfuerzos a ser como los demás. Bob, que añora sus años de salvar el mundo mucho más que su esposa, trabaja en una aseguradora, es sólo otro ladrillo en el muro, se aburre como una ostra en su oficina y su aspecto físico ha pasado de hercúleo a fondón. Cada miércoles sale, con el obligado respeto a la clandestinidad, a reverdecer laureles junto a su amigo, Lucius, otro superhéroe reciclado, pero aún así se siente vacío e insatisfecho con su nueva vida. Por suerte para él, una bella joven que sigue sus andanzas le encarga un trabajo a su altura en una isla lejana. Mr. Increíble vuelve a la acción, recupera su juventud y todo vuelve a sonreírle hasta que tiene que enfrentarse al que fuera su mayor admirador.
Una de las virtudes de los films de Pixar es que ofrecen toda la acción y el entretenimiento que exigen los niños, y al mismo tiempo explican historias con diferentes capas de lectura, capaces de satisfacer a adultos intelectualmente inquietos. Una de las lecturas de Los Increíbles es, ni más ni menos, nietzscheana: las dificultades de los seres superiores para encajar en un mundo que está hecho contra ellos. El discurso del director en este punto parece decir que confundir igualdad de oportunidades con igualitarismo es condenar a la sociedad a morir de estupidez, tras una lenta y penosa agonía provocada por el falso, o mal entendido, progresismo. No puedo sino coincidir con este enfoque. Los Increíbles puede verse como un elogio de la diferencia, y también de la familia. O como condena hacia quienes utilizan una inteligencia fuera de lo normal para satisfacer su egomanía. O puede y debe verse, de igual manera, como el trepidante y virtuoso entretenimiento que no deja de ser desde el primer al último fotograma. A mí, además, me parece un interesante estudio de la crisis de la mediana edad, con ese hombre que se niega a aceptar el paso del tiempo y esa mujer que, vestida otra vez de superheroína, lanza una mueca de desagrado al comprobar que tiene el culo gordo. Hay muchos homenajes (a Star Wars, a los films de James Bond y, cómo no, a Miyazaki), un trabajo técnico bestial y digno de los mayores elogios y una magnífica banda sonora de Michael Giacchino con mucho swing. Una vez más, aparece ese amor por lo que se hace y esa obsesión por los detalles que son los verdaderos aspectos en los que los films de Pixar marcan la diferencia. Y, de nuevo, importantes actores (Holly Hunter, Samuel L. Jackson, el gran Wallace Shawn o el resucitado Craig T. Nelson) prestan sus voces a unos personajes llenos de vida, que aportan a la película esa guinda que, junto al apabullante virtuosismo técnico con que está hecha, convierte a Los Increíbles en otra muestra de que una de las mayores, si no la mayor, fuente de entretenimiento de primera clase del cine norteamericano contemporáneo son las películas de la factoría Pixar.