TAKE THE MONEY AND RUN. 1969. 86´. Color.
Dirección : Woody Allen; Guión: Woody Allen y Mickey Rose; Dirección de fotografía: Lester Shorr; Montaje : Paul Jordan y Ron Kalish; Dirección artística: Fred Harpman; Música: Marvin Hamlisch; Producción: Jack Rollins y Charles H. Joffe, para Palomar Pictures International (EE.UU.).
Intérpretes: Woody Allen (Virgil Starkwell); Janet Margolin (Louise); Marcel Hillaire (Fritz); Jacquelyn Hyde (Miss Blair); Lonny Chapman (Jake); Jan Merlin (Al); Henry Leff (Padre de Virgil); Ethel Sokolow (Madre de Virgil); Don Frazier (Dr. Epstein); Louise Lasser (Kay Lewis); Jackson Beck (Narrador); James Anderson, Howard Storm, Mark Gordon, Micil Murphy, Minnow Moskowitz.
Sinopsis: Reconstrucción de la vida de Virgil Starkwell, un ladrón de bancos particularmente inepto.
Toma el dinero y corre es el primer largometraje dirigido por Woody Allen, ya que la labor del director neoyorquino en What´s up, Tiger Lily? consistió en la reescritura de los diálogos y el posterior redoblaje de la película. El film se estructura como un falso documental (esquema que el director retomaría más de una década después en Zelig) en el que se narran las peripecias en el mundo del crimen de Virgil Starkwell, un desastroso atracador. Sus padres (disfrazados con unas caretas inspiradas en Groucho Marx) y sus profesores rememoran la infancia de Virgil, en la que los hechos más destacables fueron que sus primeros pinitos en el mundo de la delincuencia terminaban invariablemente con alguien pisoteándole las gafas, y el escaso apoyo que encontró en cuanto a su primeriza vocación musical. Ya adulto, Virgil comete diversos robos, en los que una y otra vez demuestra su infinita torpeza, conoce a Louise, de quien se enamora, y acaba en la cárcel, de la que en un primer intento no consigue fugarse por culpa de la lluvia. Más tarde, su vida junto a Louise se resume en nomadismo y entradas y salidas de distintas prisiones.
En la ópera prima de Allen brillan el humor absurdo y los gags visuales, aunque encontramos muchas de las constantes de su obra: los conflictos con los padres, el sexo y las relaciones de pareja (aunque aquí lo ridículo de la discusión conyugal entre Virgil y Louise sea que tiene lugar en presencia de los cinco compañeros de fuga de éste, a quienes está unido por cadenas), el descreimiento religioso (Virgil es ateo, su padre abomina de él por eso, y el efecto secundario de un medicamento experimental que el protagonista accede a probar para obtener la libertad consiste en que, tras serle inyectado el fármaco, Virgil se cree un rabino) o la psiquiatría (muy descacharrante la explicación del doctor Epstein acerca de la inclinación del joven Virgil hacia el violonchelo). Con todo, la película funciona por la efectiva parodia que realiza de los documentales sobre célebres delincuentes (a lo que ayuda mucho el acertado uso de la voz en off) y por pura acumulación de gags, muchos de ellos muy graciosos (la pistola hecha con jabón, el acicalamiento -sólo de cintura para arriba- del protagonista antes de su primera cita con Louise, su hábil manejo del pico y las máquinas de doblar ropa en prisión, todos los relacionados con la temprana vocación musical de Virgil). Sin embargo, hacia la mitad el film se hace repetitivo y pierde algo de ritmo, recuperando la gracia a partir de la última fuga carcelaria. El guión prima de forma ostensible los momentos de humor frente a la cohesión narrativa, y se salva por la brillantez de muchos de ellos. Como director, a Allen se le nota inexperto, y el tratamiento visual del film no pasa de correcto. Hay otro aspecto en el que sí es fácil distinguir el sello característico de la casa: la cinefilia. Además del mencionado homenaje a Groucho Marx, puede decirse que toda la película es un tributo al slapstick, con guiños más o menos expresos a Chaplin y Keaton, e incluso hay escenas en las que se hace evidente el poderoso influjo que sobre los cómicos de su tiempo ejerció otro genio, llamado Peter Sellers. No será la última vez que Allen homenajee un género cinematográfico parodiando a otro.
Tampoco encontramos todavía al Woody Allen maestro en la dirección de actores, o más bien de actrices. Él hace de sí mismo, como casi siempre, en la versión desenfadada típica de su primera etapa como cineasta. Janet Margolin, interesante actriz que después de este film continuó su carrera casi exclusivamente en televisión, cumple con creces y le cabe el honor de haber sido la primera musa de Allen (en una breve escena de esta película aparece la que sería la segunda, Louise Lasser). Los secundarios brillan en la medida en que lo hacen los gags en los que intervienen, por lo que un servidor se queda con los enmascarados padres y con el peculiar psiquiatra de Virgil.
Toma el dinero y corre es una película muy divertida, quizá la mejor de la primera, y eminentemente cómica, etapa de Woody Allen como director. La historia de ese delincuente patán llamado Virgil Starkwell es muy digna de verse, y demuestra el gran talento, a veces minusvalorado por él mismo, que posee este autor para la comedia.