Hablar de David Murray es hacerlo de uno de los saxofonistas más importantes de las últimas tres décadas. Músico de discografía inabarcable y pegada poderosa, Murray aterrizó anoche en Barcelona para tocar en el Jamboree, lugar ideal para disfrutar de su maestría. El local estaba lleno, como era de esperar, y el de California se presentó al frente del Infinity Quartet, formación de lujo en la que le acompañan Orrin Evans al piano, Jaribu Shaheed al contrabajo y Nasheet Waits a la batería. Perfecta unión de veteranía y juventud.
Murray es un músico torrencial, capaz de dejar boquiabierto al público con sus cascadas de notas, su imparable fraseo y una capacidad de improvisación que le sitúa en la Champions League de los jazzmen de nuestro tiempo. La buena noticia de anoche fue comprobar que, cerca ya de los 60 años, Murray no ha perdido ni un ápice de ese sonido brutal que me impresionó cuando, hará unas dos décadas, tuve acceso a una serie de grabaciones suyas junto a músicos de la talla de John Hicks, McCoy Tyner o Don Pullen. En su sonido se perciben huellas de John Coltrane, de Ornette Coleman, de Sonny Rollins, de Albert Ayler y de Eric Dolphy, se aúnan el hard bop más inquieto con numerosos elementos de free jazz, y todo eso surge en forma de un caudal de ideas que tira para atrás, por la habilidad para darle sentido a tantas notas que en teoría no tocan y por la contundencia de la propuesta. Apabullado, y algo frío, noté al público tras el extenso primer tema, en el que Murray se dedicó a darle mil vueltas a la misma frase mientras Waits exhibía músculo, Shaheed hacía funcionar al conjunto como una locomotora y Evans ponía el contrapunto lírico hasta confluir con Waits y unirse, él también, al ejercicio de pegada general. Los mejores momentos del concierto se concentraron, en mi opinión, en su segunda mitad, en la que Murray se acabó de meter a la audiencia en el bolsillo con una exhibición al clarinete bajo, antes de despedirse interpretando una de sus mejores composiciones, Morning song. La longitud de las canciones hizo inviable el bis, pese a la petición popular, pero el debut de David Murray en el Jamboree fue, en general, todo lo satisfactorio que prometía.
En Salzburgo, hace justo un año:
Un clásico de Ellington, con Macy Gray a la voz solista: