Dentro de la casi insuperable programación del Festival de Jazz de Barcelona de este año, una de las citas que el que escribe tenía marcadas en el calendario de ineludibles era el concierto de Medeski, Scofield, Martin & Wood, es decir, la unión de uno de los tríos más potentes del mundo con uno de los grandes guitarristas de las últimas décadas. El primer encuentro entre unos y otros se produjo, que yo sepa, en uno de mis álbumes favoritos de Scofield, A Go-Go, grabado allá por 1996. Una década más tarde, y ya con el apellido del guitarrista insertado entre los de un trío que con los años había ganado una gran popularidad, los cuatro grabaron Out louder, cuya gira les trajo hasta Barcelona, siendo la última vez hasta anoche en que les vi juntos en directo. Había ganas de reencuentro, pues.
El lugar del concierto era una sala Barts llena. La banda salió al escenario con un cuarto de hora de retraso, pero con los mecanismos bien engrasados. No obstante, Medeski se quejó de problemas de sonido en su Hammond, y hasta el final del concierto no me pareció a gusto con esa importante cuestión; a cambio, estuvo brillante en el piano acústico. El repertorio se centró, como era de esperar, en el reciente álbum del grupo, Juice, una nueva muestra de que este cuarteto es una auténtica máquina de hacer buena música. Por eso, he de confesar que el concierto de anoche me dejó un poco a medias: fue muy bueno al inicio y al final, pero en el núcleo se alternaron pasajes brillantes con momentos en los que un servidor tenía la sensación de que el grupo navegaba a velocidad de crucero. Entiéndaseme: incluso a medio gas, esta banda es capaz de entusiasmar al personal gracias a su virtuosismo y compenetración, pero uno, que les ha visto arrasar con todo más de una vez, esperaba más de lo mismo, y eso sólo sucedió a veces. Lo dicho no va por Scofield, que se marcó un concierto de categoría. El principio fue muy bueno, repito; Juicy Lucy es un temazo, la versión que se marcaron los muchachos del Light my fire de los Doors fue sencillamente acojonante, y lo mismo cabe decir de la muy baladística recreación de Dylan que hicieron en el bis. Peeeeeero… la magia que estos cuatro tipos poseen por arrobas tuvo sólo momentos, como el Hammond de Medeski. Dieron mucho, pero no fue un concierto memorable, pudiendo haberlo sido.
Lucy, con todo su jugo:
En 2007. Sí, son buenos de cojones: