Anoche, no muy lejos de un lugar en el que jugaba un equipo de fútbol cuyos valores son un mal chiste si los comparamos con los del Rayo Vallecano, un crack de la guitarra desplegó su arte en el Teatre Joventut de L´Hospitalet de Llobregat. Hablo de Biréli Lagrène, quizá el discípulo más aventajado de Django Reinhardt, un ex-niño prodigio que está ya lejos de lo primero (en la actualidad, su aspecto se asemeja más al de un profesor de matemáticas), pero sigue siendo lo segundo. El teatro, cómodo para el espectador, presentaba un muy buen aspecto. En el aspecto organizativo, una pequeña confusión: el concierto se anunció como una actuación del Gipsy Project de Lagrène, su formación manouche por excelencia, pero la cosa, en la práctica, fue mucho más ecléctica, en la línea de un músico que, a lo largo de su ya larga carrera, ha tocado muchos palos.
Acompañaban a Lagrène tres camaradas de muchas batallas: Hono Winterstein a la guitarra rítmica, Diego Imbert al contrabajo y Franck Wolf a los saxos tenor y soprano. El primer tema interpretado por el cuarteto fue un tema mil veces versionado que Lagrène borda: Just the way you are, de Billy Joel. El líder no se despegó ni un momento de la Fender Stratocaster que puede verse en la imagen, lo que da una muestra del formato mayormente eléctrico del concierto. Biréli es capaz de extraer todo tipo de sonidos a la que probablemente sea la guitarra más icónica del mundo, la facilidad con la que toca pasajes complicadísimos es casi insultante. En las improvisaciones puede pasar de los automatismos á la Reinhardt al riff de Smoke on the water sin inmutarse, aunque por momentos el sonido que Lagrène sacaba de su Strat me recordaba al del primer rock & roll y a las bandas de música surf de la época dorada de las formaciones instrumentales. Biréli estuvo brillante, y la compenetración con sus músicos fue, en todo momento, absoluta. El público, más entusiasta que entendido, disfrutó lo suyo de piezas emblemáticas como el Isn´t she lovely?, de Stevie Wonder, ese Sunny que llevo a los altares a Pat Martino, o el imprescindible Minor swing que cerró la actuación como segundo bis. Enorme guitarrista, Biréli Lagrène hace magia con la facilidad de los grandes. Mereció la pena ir al Llobregat para verle, máxime cuando el precio de la entrada no era, ni de lejos, el habitual en Barcelona.
La canción manouche por excelencia:
El lado eléctrico: