NEW YORK STORIES. 1989. 122´. Color.
HISTORIA Nº1 : Life Lessons. Dirección: Martin Scorsese; Guión: Richard Price; Dirección de fotografía: Néstor Almendros; Montaje: Thelma Schoonmaker; Diseño de producción: Kristi Zea; Dirección artística: Wray Steven Graham; Música: Miscelánea. Temas de Procol Harum, Cream, Bob Dylan, Puccini, etc.; Producción: Barbara de Fina y Robert Greenhut, para Touchstone Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: Nick Nolte (Lionel Dobie); Rosanna Arquette (Paulette); Steve Buscemi (Gregory Stark); Patrick O´Neal (Phillip Fowler); Kenneth McGregor, Jesse Borrego, Illeana Douglas, Victor Argo, Lo Nardo, Deborah Harry, Peter Gabriel.
Sinopsis: Lionel Dobie, uno de los pintores neoyorquinos más reconocidos, prepara una exposición mientras vive una conflictiva historia de amor con Paulette, una aspirante a artista que es además su ayudante.
HISTORIA Nº2 : Life without Zoe. Dirección: Francis Ford Coppola; Guión: Francis Ford Coppola y Sofia Coppola; Dirección de fotografía: Vittorio Storaro; Montaje: Barry Malkin; Diseño de producción: Dean Tavoularis; Dirección artística: Speed Hopkins; Música: Carmine Coppola y Kid Creole & The Coconuts; Producción: Fred Fuchs, Fred Roos y Robert Greenhut, para Touchstone Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: Heather McComb (Zoe); Talia Shire (Charlotte); Giancarlo Giannini (Claudio); Don Novello (Héctor); James Keane (Jimmy); Selim Tlili, Adrien Brody, Carole Bouquet, Carmine Coppola.
Sinopsis: Zoe, hija de un famoso flautista y de una filántropa que siempre está de viaje, vive en un hotel de lujo de Nueva York.
HISTORIA Nº3 : Oedipus Wrecks. Dirección: Woody Allen; Guión: Woody Allen; Dirección de fotografía: Sven Nykvist; Montaje: Susan E. Morse; Diseño de producción: Santo Loquasto; Vestuario: Jeffrey Kurland; Música: Miscelánea. Temas de Benny Goodman, Wilbur De Paris, David Rose and his Orchestra, etc.; Producción: Jack Rollins, Charles H. Joffe y Robert Greenhut, para Touchstone Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: Woody Allen (Sheldon); Mia Farrow (Lisa); Mae Questel (Madre); Julie Kavner (Treva); Marvin Chatinover (Psiquiatra); Molly Regan, Ira Wheeler, Michael Rizzo, Larry David, Paul Herman.
Sinopsis: Sheldon es un abogado cincuentón que vive absorbido por su madre. Se sentirá aliviado después de que ella desaparezca tras un truco de magia.
Las películas de sketches son, por definición, irregulares. La idea de ésta era, a priori, inmejorable: colocar a tres de los directores norteamericanos más talentosos en la ciudad más inspiradora para el cine: Nueva York. El resultado de esta atractiva propuesta es desigual. Técnicamente, las tres historias están rodadas de manera fantástica; en lo argumental, los altibajos son más que evidentes.
La primera historia la firma Martin Scorsese y es, en mi opinión, la mejor. Director por excelencia de los bajos fondos neoyorquinos, en esta ocasión el autor de Taxi Driver se introduce en el selecto mundo del arte contemporáneo y, en apenas tres cuartos de hora, ofrece una obra redonda, en la que hace un uso espléndido de las artes pictóricas del protagonista (mención especial para el trabajo de Néstor Almendros), de la memorable canción A whiter shade of pale, de Procol Harum, mueve la cámara con su virtuosismo característico y, como quien no quiere la cosa, nos ofrece varias reflexiones sobre la creatividad y la naturaleza del amor que no merecen pasar desapercibidas. Los dos protagonistas, Lionel y Paulette, son víctimas de sus deseos insatisfechos: el de ella es hacerse un nombre como pintora en Nueva York; el de él, que Paulette se le entregue con la misma intensidad con la que él se entrega a su obra. Ella odia su rol de musa, y se venga de Lionel dándole a otros hombres el sexo que niega a su mentor, quien, como todo artista dotado de verdadero talento, es un ególatra redomado. Nick Nolte y Rossanna Arquette están magníficos, saben transmitir de maravilla la tensión que existe entre sus personajes y aportan la intensidad necesaria. Destacar, además, la intervención del por entonces poco conocido Steve Buscemi.
La segunda historia la dirige Francis Ford Coppola, aunque en ella se notan muchísimo las huellas de su hija Sofia, que ya apunta aquí los vicios que caracterizarán su futura carrera como directora: pijerío y vacuidad. Sofia es Zoe, una delicada criatura que cree que la pobreza se soluciona dando chocolatinas a los indigentes. Por lo demás, el guión es deslavazado y carente de interés, y el verdadero genio del director de Apocalypse Now sólo asoma, qué casualidad, en la escena del robo. En lo visual, el dúo Coppola-Storaro es capaz de hacer maravillas, y las hacen; pero lo narrativo falla. Para más inri, se nota que Francis Ford es el menos neoyorquino del trío de artistas invitados: su episodio podría ocurrir en cualquier otra ciudad y, de hecho, termina en Europa. Heather McComb es una niña repelente muy creíble, quizá demasiado, y sus padres, Talia Shire y Giancarlo Giannini, apenas consiguen insuflar vida a unos personajes tan unidimensionales como el guión mismo. Podría decirse que Vida sin Zoe es un capricho familiar (con homenajes del director a su hija y a su padre) que no aporta demasiado a la carrera de uno de los nombres verdaderamente grandes del cine norteamericano.
El tercer capítulo lleva el sello indiscutible de Woody Allen, quien construye un divertimento edípico que, sin llegar a la altura de sus mejores obras, se ve con deleite. Compendio de todo lo que una madre hiperprotectora puede llegar a anular a un individuo, Oedipus Wrecks posee, además de momentos verdaderamente hilarantes (esa anciana que comenta con los transeúntes la vida de su hijo desde los cielos de Nueva York), muchos elementos típicos de Allen: el jazz, los psiquiatras, la magia, la importancia del azar en nuestras vidas o los cambios de rumbo sentimentales. Esta vez el director no busca la profundidad y muestra su lado más divertido, lo que, vistas sus películas inmediatamente anteriores, se agradece. En lo interpretativo, lo mejor son sin duda las actuaciones de Mae Questel, la impagable madre del protagonista, y de Julie Kavner, una vidente que no se engaña sobre lo fraudulento de su forma de ganarse la vida. Lo dicho, no es una obra mayor, pero merece la pena.
En resumen, que Historias de Nueva York merece un sobresaliente por el sketch de Scorsese, un notable bajo por el de Allen, y un aprobado raspado por el de Coppola, aunque sólo sea por lo bien que sabe vestir el vacío.