Mientras Podemos no pueda presumir de gestión de gobierno en ayuntamientos y comunidades autónomas (y creo que lo hará, entre otras cosas porque el listón anda por los suelos), esta organización sólo puede vender imagen. Los desatinos del resto de fuerzas políticas les están ayudando mucho en eso pero, aún así, episodios como el protagonizado por Juan Carlos Monedero no deben volver a repetirse, ni por los hechos en sí, ni por la gestión pública que desde Podemos se ha hecho de los mismos. Lo que está en juego (que se produzca un verdadero cambio en España) es demasiado importante. Estamos ante una oportunidad histórica, como lo prueba la inquietud que el auge de Podemos genera entre quienes representan el hasta ahora inamovible orden establecido. Lo mejor, cuando uno tiene tantos y tan poderosos enemigos, es no facilitarles el trabajo desde dentro. No es lo que se ha hecho en este caso. Que sirva de lección.