Si puede uno ir a dos conciertos, para qué conformarse con menos. Ayer comenzó mi tarde musical en la sala New Underground de Les Corts, donde fui a ver la actuación de Audiolepsia, banda barcelonesa de rock instrumental con la que desde hace unas semanas me unen lazos que van más allá de lo estrictamente musical. El grupo desgranó durante casi una hora los temas de su álbum Principio de incertidumbre, algunos de los cuales, como Vicodina o Anémona, merecen ser escuchados con especial atención. El sonido era bueno, y Audiolepsia hizo un interesante ejercicio de rock potente, pero matizado, en el que hay mucho más que volumen, y ningún postureo. El evento incluía la actuación de otros dos grupos de estilo similar, Captains of Sea and War y Astralia, pero un servidor, entre cuyos variados dones no se encuentra el de la ubicuidad, apenas tuvo tiempo de escuchar un par de canciones de la primera de las bandas nombradas, que por cierto me gustaron bastante. Había que llegar antes de las ocho al Jamboree para ver el segundo concierto del día, el de Stanley Jordan. Este verdadero prodigio se ha convertido en los últimos años en un asiduo del club de la Plaça Reial, y este que escribe no se ha perdido una sola de sus visitas, porque hay muchos músicos muy buenos, pero nadie es capaz de hacer lo que hace Stanley Jordan con una guitarra, un piano y, ocasionalmente, su voz. El virtuoso de Chicago ofreció alucinantes versiones de temas que lleva interpretando desde sus comienzos, como Autumn leaves o Eleanor Rigby, lució su asombrosa habilidad técnica, que le permite simultanear guitarra y piano ofreciendo un torrencial despliegue de notas que, más allá de la exhibición, convence porque Jordan domina los lenguajes del jazz y el blues, e incluso cantó tres canciones, la primera, Fragile, compuesta por Sting, en la que a Jordan sólo le faltó tocar la batería; la segunda, It was a very good year, que en mi opinión fue la pieza menos lograda del recital, y un muy convincente fin de fiesta con City of New Orleans, el clásico de Steve Goodman. Una vez más, Stanley Jordan triunfó en el Jamboree. En un mundo cada vez más homogeneizado, es bueno saber que siguen existiendo individuos de talento único que, además, últimamente tienen a bien visitarnos una vez al año. Hasta la próxima, genio.
Vicodina:
Jordan, en sus comienzos, por Marvin Gaye:
Un placer tenerte entre el público y me alegro de que disfrutaras el concierto. ¡Un abrazo y gracias de nuevo!
El placer suele ser más del que escucha que del que toca, que bastante tiene con dar el callo allá en el escenario. En música, toco muchos palos y no paso de aficionado en ninguno, pero lo que hacéis es bueno. Me gustan el rock, la música instrumental y la gente que no hace lo mismo que todo el mundo. Y todo eso lo tenéis.