Es interesante comprobar cuánta alegría ha provocado la renuncia de Juan Carlos Monedero a seguir formando parte del Consejo Ciudadano de Podemos, alegría que se extiende a medios que se definen como progresistas y quieren creer que Andalucía no es la excepción, sino la tendencia. La dimisión de Monedero, persona por quien tengo respeto intelectual, era un peaje que Podemos debía pagar si de verdad quiere alcanzar las metas que se propone. El lío financiero en que se vio envuelto, y la forma de gestionarlo por parte del propio Monedero y de la dirección de Podemos, hacía aconsejable una retirada de la primera línea a la que le ha sobrado retórica. Me produce cierto asombro que alguien que hablaba de asaltar los cielos diga ahora que hay que volver al 15-M, movimiento que se apagó, y bueno es recordarlo, por la ausencia de referentes claros de liderazgo. Una vez más, creo necesario subrayar dos obviedades: que pocas cosas puede cambiar el que no manda, y que, muchas veces, para ir al trabajo hay que ponerse traje, aunque tenga uno el armario lleno de camisetas del Che Guevara. Si no se entiende esto, Podemos no conseguirá ser el referente que los progresistas españoles llevan décadas esperando. La ilusión es por naturaleza propensa a los altibajos, pero hay que conseguir que la desilusión no sea para siempre y que el cambio sea posible. Y eso se logra con honestidad, buenas ideas y corazón, pero sobre todo con cerebro.