Gitano y trianero, Manuel Molina es una figura emblemática del flamenco, cuyo último medio siglo no hubiera sido igual sin el Garrotín o el Blues de la Alameda. Formó, junto a Lole Montoya, un dúo que marcó una época de florecimiento en una Andalucía que intentaba emerger, dejando atrás los oscuros años del franquismo. Manuel Molina fue a la vez un purista y un renovador, un espíritu libre que en las dos últimas décadas se prodigó poco, pero que deja una huella imborrable en el flamenco. Descanse en paz.
Junto a Lole, en 1976: