Como en el día de ayer un servidor tenía poco que reflexionar, qué mejor que apoyar a la cultura. Anoche, en Barcelona, la propuesta más atractiva en esta materia tenía lugar en el Mercat de les Flors. Ver en concierto a Dorantes se está convirtiendo en una gozosa costumbre para mí. Siempre en escenarios distintos, y siempre la misma sensación de haber escuchado a un músico verdaderamente importante.
Por aquello de que el día fue un poco extraño, y algunos autobuses tardan mucho más en llegar de lo que dice la web de TMB, me perdí el espectáculo que Salao ofreció en el hall del teatro, pero pude disfrutar del quejío de este cantaor acompañando al pianista de Lebrija, quien al principio dejó todo el protagonismo a los instrumentos de cuerda, en una introducción que exploraba en las raíces árabes del flamenco. Acto seguido, Dorantes, a piano solo, empezó a poner los cimientos de su nuevo triunfo barcelonés, que se vio claro en cuanto ese excepcional contrabajista llamado Renaud García-Fons apareció sobre las tablas. Si solía decirse del fallecido Charlie Haden que su forma de tocar encerraba toda una filosofía, me permito decir que en el toque de García-Fons tiene lugar un verdadero (y bello) discurso estético. Ya con Javi Ruibal a la percusión, la cosa se puso aún más animada, a lo que contribuyeron las apariciones de Leonor Leal al baile y del antes mencionado Salao. En muchos aspectos, el espectáculo fue muy similar al anterior del pianista en la ciudad, que se celebró en Apolo. Y eso es mucho, porque hablamos de uno de los eventos flamencos de más nivel que pueden verse hoy en día. Sin duda, el festival Ciutat Flamenco se apuntó un buen tanto con la contratación de estos artistas, y el numeroso público presente así lo entendió, despidiendo al sevillano y a sus acompañantes con una cerrada ovación y puesto en pie. El bis nos trajo los conocidos sones de Orobroy. Y a cenar. Y a casa. Y hoy, a votar.
Así de bien sonaron en el concierto en la sala Apolo de hace unos meses: