THE ODD COUPLE. 1968. 101´. Color.
Dirección: Gene Saks; Guión: Neil Simon, basado en su propia obra de teatro; Dirección de fotografía: Robert B. Hauser; Montaje: Frank Bratch; Dirección artística: Hal Pereira y Walter Tyler; Música: Neal Hefti; Decorados: Robert Benton y Ray Moyer; Producción: Howard W. Koch, para Paramount Pictures (EE.UU).
Intérpretes: Jack Lemmon (Felix Ungar); Walter Matthau (Oscar Madison); John Fiedler (Vinnie); Herb Edelman (Murray); David Sheiner (Roy); Larry Haines (Speed); Monica Evans (Cecily); Carole Shelley (Gwendolyn); Iris Adrian, Billie Bird, Angelique Pettyjohn, Heywood Hale Broun, Augie Donatelli.
Sinopsis: Felix es un hombre de mediana edad al que abandona su esposa después de doce años de matrimonio. Deprimido, se plantea el suicidio, pero finalmente acude a casa de Oscar, donde sus amigos celebran su timba semanal de poker. Oscar le pide a Felix que se mude a su casa.
Neil Simon debe buena parte de su éxito como dramaturgo a La extraña pareja, obra que tres años después de su estreno en Broadway fue llevada a la gran pantalla bajo la dirección de Gene Saks, realizador especializado en la comedia ligera. La obra de Simon tiene un regusto amargo que la sitúa muy en la senda marcada por Billy Wilder, cineasta cuya trayectoria está muy unida a la del dúo protagonista de La extraña pareja.
El tono agridulce viene marcado desde el principio, en el que se ve a un hombre deambular por las calles con aspecto deprimido antes de registrarse en un hotel, en el que pide una habitación en el piso más alto. Es obvio que ese hombre, Felix Ungar, va a suicidarse. No puede hacerlo en el hotel, porque la ventana de su habitación no se abre y su empeño acaba en un ataque de lumbago. Mientras, sus amigos celebran su timba semanal y se preguntan por su ausencia. Cuando, después de una llamada de su esposa, descubren el motivo, empiezan a preocuparse. Aparece Felix, hundido. Oscar, el dueño de la casa, decide acoger a su amigo, y esta decisión será el principio de unos enormes problemas de convivencia provocados por sus caracteres antagónicos.
La extraña pareja es una comedia sobre la tolerancia, respecto a uno mismo y también hacia los demás. Sus protagonistas son amigos, pero no pueden ser más distintos, lo que hace que su convivencia sea imposible; sin embargo, descubren que la influencia del otro les ha enriquecido, que el ser exasperante con el que han compartido techo posee algunas cualidades que, aplicadas a sí mismos, les hacen mejores de lo que eran.
El film no disimula su origen teatral, pero lo sortea con inteligencia, haciendo buen uso de los exteriores y explotando bien los recursos puramente cinematográficos (véase la -divertidísima-escena de los spaghetti/linguini o el recorrido por la ciudad en busca de Felix). La fotografía es excelente, y la pegadiza música de Neal Hefti ayuda a crear ambiente con la habilidad de un Henry Mancini. El director, Gene Saks, explota con solvencia, aunque sin genialidad, un material tan bueno, y consigue que el ritmo de la comedia no decaiga, aunque ese mérito sea atribuible en buena parte al texto de Simon. En él hay escenas muy divertidas: la que más, la cita con las vecinas inglesas, en la que un seductor Oscar ve cómo, en los tres minutos que ha empleado en preparar unos cócteles, su amigo ha convertido un proyecto de foursome en un mar de lágrimas. Los diálogos fluyen con gracia, los personajes secundarios están bien definidos y sólo con ver cómo un obseso de la limpieza puede convertir un estercolero inmundo en un piso impoluto, y al tiempo conseguir que acabe siendo tan inhabitable como antes, el visionado del film se convierte en una grata experiencia.
Para que un producto de estas características sea un éxito no hay nada como contar con una de las mejores parejas cómicas del cine, la formada por Jack Lemmon y Walter Matthau. Ambos están increíbles, tanto a la hora de decir sus frases como al dar expresión a unos personajes que pasan con facilidad de inspirar piedad a incitar al estrangulamiento. Los secundarios, los compañeros de timba y el dúo de vecinas inglesas, hacen muy bien su tarea y se erigen en piezas decisivas para que todo cuadre.
Gran comedia, divertida y nada estúpida, ideal para momentos en los que la relación entre un individuo y el resto de la humanidad se hace más tensa de lo deseable.