DONNIE DARKO. 2001. 113´. Color.
Dirección : Richard Kelly; Guión: Richard Kelly; Dirección de fotografía: Steven Poster; Montaje: Sam Bauer y Eric Strand; Música:Michael Andrews; Diseño de producción: Alexander Hammond; Producción: Nancy Juvonen, Adam Fields y Sean McKittrick, para Pandora Cinema-Flower Films (EE.UU.)
Intérpretes: Jake Gyllenhaal (Donnie Darko); Jena Malone (Gretchen Ross); Drew Barrymore (Karen Pomeroy); Beth Grant (Kitty Farmer); Mary McDonnell (Rose Darko); Maggie Gyllenhaal (Elizabeth Darko); Holmes Osborne (Eddie Darko); James Duval (Frank); Patrick Swayze (Jim Cunningham); Daveigh Chase (Samantha Darko); Katharine Ross (Dra. Thurman); Seth Rogen (Ricky Danforth); Noah Wyle, David St. James, Jolene Purdy, Stuart Stone, Gary Lundy, Alex Greenwald, Patience Cleveland.
Sinopsis: Donnie Darko es un adolescente brillante y problemático que empìeza a tener extrañas alucinaciones después de que la turbina de un avión accidentado en pleno vuelo caiga sobre su casa.
Donnie Darko es el ejemplo de película ignorada en su estreno que, en poco tiempo, ha ascendido a la categoría de obra de culto. Entre el cine fantástico para adolescentes y el subgénero científico con saltos en el tiempo, el film más conocido de Richard Kelly debe mucho a Drew Barrymore, quien apoyó el guión, ejerció de productora ejecutiva y se reservó un papel secundario pero importante en el desarrollo de la película.
El gran mérito de Donnie Darko, film que interesa más que engancha, es que sabe mezclar diferentes estilos y referentes (posmodernidad pura), a la vez que está a años luz de la superficialidad de gran parte de las películas para veinteañeros. Es un film inteligente, que tiene diversas capas de lectura y un subtexto político agudo y elogiable. Sin embargo, su ritmo es a veces premioso, la elección de la sugerencia frente a lo explícito le hace caer en la ambigüedad y la de los actores tiene más de caprichoso que de eficaz. Visualmente está bien resuelto, aunque hay algunos efectismos muy siglo XXI que remiten (no para bien) a Sofia Coppola (véase la escena de la fiesta de Halloween en casa de los Darko). Además de un homenaje directo a Posesión infernal, Donnie Darko recuerda en algunas cosas (cierto humor negro, secundarios harto peculiares, el halo de misterio que se esconde bajo una pequeña y en apariencia idílica población estadounidense) a David Lynch, que ese mismo año dejó patitieso al personal con Mulholland Drive.
La cosa va de un adolescente esquizofrénico, de un accidente aéreo y de un bucle en el tiempo convertido en nudo gordiano que alguien ha de cortar. Ese alguien es Donnie Darko, joven brillante con tendencia a inventarse amigos imaginarios con cara de conejo. Donnie es un misterio para su familia, sus amigos, sus compañeros de instituto, sus profesores y sus terapeutas, pero en su cabeza todo parece estar muy claro (en las de los espectadores, de todo hay). Él es el chico raro, que fascina y atrae a las personas interesantes y desconcierta a las odiosas, es decir, a las defensoras del orden, la moral, la religión y los pederastas. Respecto a los referentes, se han nombrado algunos (Raimi, Lynch), pero hay muchos más (algunos, como el relato de Graham Greene Los destructores, tan subrayados en el film como necesarios a la hora de comprenderlo). No recuerdo dónde he leído que hay en el personaje de Donnie Darko un poso de superhombre nietzscheano: vista la película, creo que quien hizo notar este detalle está en lo cierto. Más allá de los viajes en el tiempo, el romance adolescente y el pastiche posmoderno, lo que veo es el estudio de una psique especial, capaz de entender lo profundo de la realidad y, por ello, de transformarla. No está de más recordar lo que le responde Donnie a Gretchen cuando ésta le dice que su nombre parece el de un superhéroe: «¿Y quién te ha dicho que no lo soy»?
Uno de los grandes aciertos de la película reside en la elección de las canciones que acompañan a las escenas, especialmente brillante cuando suenan Love will tear us apart y Mad world. Frente a eso, la música de Michael Andrews no aporta demasiado, y tampoco el montaje es lo afilado y expeditivo que debería (he leído también que circula por ahí un director´s cut con 20 minutos de metraje extra que, de entrada, se me antojan innecesarios).
Respecto a los actores, el peso de la película recae en un joven Jake Gyllenhaal que, como siempre, me parece correcto sin más; Jena Malone, la adolescente de la que se enamora el protagonista, no llega a tanto: su personaje es plano y su interpretación, sosa; del resto de los jóvenes, poco que decir, para bien o para mal, salvo en en esa (pelín biliosa) recreación de los típicos talent shows infantiles tan típicos del país de las hamburguesas y la NRA, donde las niñas danzantes cumplen con nota. Entre los adultos, me quedo con Mary McDonnell y Beth Grant, en un papel tan repulsivo como jugoso. Cuesta entender qué hace un tipo como Patrick Swayze en un papel como el de Jim Cunningham, salvo si las películas más famosas de este actor le producen a Richard Kelly la misma urticaria que a mí; en contraste, siempre es agradable ver a Katharine Ross (aquí, en la piel de la terapeuta de Donnie), aunque sólo sea por recordar lo bella que fue. Ah, y Drew Barrymore, discreta como de costumbre.
Donnie Darko es una película difícil de explicar sin destripar, pero cuyo visionado recomiendo, por ser compleja, acertada y más subversiva de lo que parece. Su director, Richard Kelly, no ha vuelto a hacer un film significativo, pero tiene el honor de ser quien firma la primera auténtica cult movie de este siglo.