DAZED AND CONFUSED. 1976. 102´. Color.
Dirección: Richard Linklater; Guión: Richard Linklater; Dirección de fotografía: Lee Daniel; Montaje: Sandra Adair; Música: Aerosmith, Alice Cooper, Deep Purple, Ted Nugent, Black Sabbath, Peter Frampton, Kiss, etc.; Diseño de producción: John Frick; Dirección artística: Jenny C. Patrick; Producción: Sean Daniel, James Jacks y Richard Linklater, para Gramercy Pictures (EE.UU.)
Intérpretes: Jason London (Pink); Wiley Wiggins (Mitch); Rory Cochrane (Slater); Adam Goldberg (Mike); Anthony Rapp (Tony); Marissa Ribisi (Cynthia); Sasha Jenson (Don); Matthew McConaughey (Wooderson); Parker Posey (Darla); Milla Jovovich (Michelle); Shawn Andrews (Pickford); Ben Affleck (O´Bannion); Deena Martin (Shavonne); Joey Lauren Adams (Simone); Michelle Burke, Cole Hauser, Christine Harnos, Mark Vandermeulen, Esteban Powell, Christin Hinojosa, Jeremy Fox, Catherine Morris, Nicky Katt, Renée Zellweger.
Sinopsis: Último día de clase en un instituto texano allá por 1976.
Ahora que Richard Linklater, cineasta irregular (es lo que tiene alternar proyectos personales con productos alimenticios) con puntos muy altos en su filmografía, goza de gran prestigio crítico, no está de más recordar que ya lleva tiempo haciendo buenas películas. En concreto, su tercer largometraje, Dazed and confused (una vez más, olé por el título español), es una clara muestra de su talento.
Uno de los temas básicos en Linklater es la juventud, vista como elemento clave de lo que seremos, y desde luego de lo que no seremos, en nuestra vida adulta. Dazed and confused (título de una canción de Led Zeppelin que no aparece en el film a causa de la negativa del vocalista de la banda, Robert Plant) bebe directamente de American Graffiti, hasta el punto de pasar por ser una revisión de ese film ambientada dos décadas después. No estamos hablando, pues, de un argumento muy original, pero el sello de Linklater se encuentra en su forma de abordar el tema. Situándose a años luz de las típicas comedias adolescentes, el director retrata a un grupo de teenagers con las hormonas a tope, deseosos de experimentar, de colocarse y de vivir la vida a lo grande, pero que en su mayoría no son más estúpidos que sus mayores; sólo están más vivos que ellos, aunque las cadenas propias de la edad adulta ya empiezan a asomar para los más mayores del instituto. La mirada de Linklater huye del paternalismo, sin llegar al universo descarnado de un Larry Clark; es más descriptiva que nostálgica (aunque hay concesiones en este sentido, como la escena de la salida de clase al son del School´s out de Alice Cooper), y huye de la idealización de la adolescencia, que se manifiesta más en el aspecto físico de los muchachos (la mayoría, muy atractivos) que en la descripción de su primera noche de vacaciones una vez finalizado el curso 1975-76. Alcohol, porros, novatadas y escarceos sexuales protagonizan la función, pero esto no es, ni de lejos, Porky´s o American Pie: hay un interés hacia los personajes, a quienes se trata como a personas con cerebro, y ganas de ir más allá de unos estereotipos que, eso sí, aparecen todos: las estrellas del equipo de fútbol, las animadoras, los adultos prematuros con ínfulas intelectuales, los fumados, los novatos que viven su iniciación… en este aspecto, Linklater destaca la complicidad de los adultos en las novatadas, y muestran la naturaleza de los dos tipos de personas que las cometen: para la mayoría, son sólo parte del juego, se hacen y a partir de ahí tratan a los novatos no como a tales, sino como a personas que son lo que un día no muy lejano ellos mismos fueron, casi como a hermanos pequeños; otros, los que necesitan humillar a los demás para disimular sus inseguridades y fracasos, disfrutan con las novatadas, en especial con las más crueles. Hay momentos jocosos, en especial los relacionados con la abortada fiesta en casa de Pickford, y otros más reflexivos, concentrados en la parte final, que en su mayor parte tienen que ver con el personaje más adulto de todo el grupo de chavales, interpretado por Matthew McConaughey.
Uno de los puntos fuertes de Dazed and confused es su banda sonora, y no sólo por las icónicas canciones que utiliza (el Sweet emotion de Aerosmith con el que se inicia la película, la mencionada School´s out, Paranoid, Rock & Roll all nite…), sino por cómo lo hace. Servidor, que vivió la edad de los protagonistas bajo el influjo de la siguiente generación de himnos rockeros, los de la New Wave of British Heavy Metal y el Hair metal, agradece sobremanera que se muestre de esa manera la omnipresencia de la música en la vida de los adolescentes. En lo técnico, el film es más aplicado que virtuoso: Linklater aún estaba en fase de aprendizaje, pero apunta maneras.
Respecto a los actores, de todo hay. A los amantes de la interpretación cinematográfica, les diré algunas cosas que pueden tranquilizarles: Milla Jovovich luce su espléndida belleza pero su personaje apenas tiene frases, Linklater supo captar a la perfección las habilidades interpretativas de Ben Affleck ofreciéndole el personaje más repulsivo de la película (junto al del entrenador del equipo de fútbol), Matthew McConaughey recuerda más al de ahora que al de entonces, y Renée Zellweger casi no sale. Me gustan Adam Goldberg, Jason London, Sasha Jenson, Marissa Ribisi, Parker Posey y el citado McConaughey; de Christin Hinojosa me hubiera enamorado de haber visto la película con 25 años menos: el resto está a la altura, que no es poca cosa.
Quien quiera ver un film sobre adolescentes que no sea paternalista ni estúpido tiene pocas opciones: Dazed and confused es, sin duda, una de la mejores. A modo de último apunte, agradezco a Linklater que nos ahorre el tópico epílogo explicativo de qué fue de los protagonistas: eso sí, tengo claro que Cynthia, el personaje que dice que los 70 eran un muermo y que los 80 serían muy divertidos, no se ganó la vida como futuróloga.