EL EXTRAÑO VIAJE. 1964. 86´. B/N.
Dirección: Fernando Fernán Gómez; Guión: Pedro Beltrán, según un argumento de Manuel Ruiz Castillo y él mismo, inspirado en una idea de Luis García Berlanga; Dirección de fotografía: José F. Aguayo; Montaje: Rosi Salgado; Música: Cristóbal Halffter; Dirección artística: Sigfrido Burmann y Tomás Fernández; Producción: José López Moreno y Francisco Molero, para Ízaro Films-Pro Artis Ibérica (España)
Intérpretes: Carlos Larrañaga (Fernando); Lina Canalejas (Beatriz); Tota Alba (Ignacia); Rafaela Aparicio (Paquita); Jesús Franco (Venancio); Luis Marín (Pepe); María Luisa Ponte (Doña Teresa); Sara Lezana (Angelines); Joaquín Roa (Graciliano); Xan Das Bolas (Cosme); Goyo Lebrero, Emilio Santiago, Luis Domínguez Luna, Rafael Alcántara, Carola Fernán Gómez, Teresa Gisbert.
Sinopsis: En un pequeño pueblo castellano viven Ignacia, una tiránica solterona, y sus dos hermanos, Paquita y Venancio, tímidos y retraídos. En el lugar no hay más aliciente que la visita sabatina de una orquesta que interpreta música de baile.
La figura de Fernando Fernán Gómez representa como pocas la historia del cine español. Actor de prestigio desde su juventud, fue de los primeros intérpretes en pasarse al otro lado de la cámara y ejercer como director, posición en la que ya había realizado al menos un largometraje muy notable (La vida por delante) antes de El extraño viaje, una de las películas más inclasificables del cine español. En su estreno el film fue un fracaso estrepitoso, pero los años y el avance generacional lo han situado como una de las obras imprescindibles de su director y de su tiempo.
Inspirada en el llamado Crimen de la playa de Mazarrón, episodio de la España negra que fue explotado a conciencia por el diario El Caso, pero que nunca llegó a esclarecerse de modo satisfactorio, la película debe mucho a Pedro Beltrán, su guionista, que dio forma a una historia ideada por Luis García Berlanga. He leído que el pueblo de El extraño viaje viene a ser el reverso del de Bienvenido míster Marshall, y la reflexión me parece muy acertada, pues la película empieza siendo una comedia muy divertida y con muy mala uva. Ese pueblo al que no se nombra pero que podría ser cualquiera de la España profunda de la época franquista, se nos presenta como un lugar ideal para marchitarse, para morir en vida, un poco a la manera del de Nunca pasa nada, de Juan Antonio Bardem. Lo único divertido en ese pueblo de mala muerte es el baile semanal, que se celebra los sábados. Muchos libros se han escrito tratando de definir, con mayor o menor fortuna, lo que es España. Fernán Gómez lo consigue en una sola escena, la que da comienzo a la película, que gira alrededor de una chica guapa y moderna, Angelines. Su desacomplejado twist escandaliza a las viejas y a las poco agraciadas, grupo liderado por doña Teresa, la dueña de la mercería, alucina a los viejos del lugar y encandila a los mozos del pueblo, que en general son bastante brutos. En la tienda de doña Teresa ha desaparecido un corsé, robo del que la susodicha acusa, como es natural, a Angelines, aunque también tiene tiempo de cebarse con su joven dependienta, Beatriz, que está enamorada de Fernando, el vocalista de la orquesta, y planea casarse con él.
Hechas las presentaciones, Fernán Gómez da el primer salto genérico: la narración se traslada a la solitaria casa de los hermanos Vidal: Ignacia, dominante y arisca, Paquita y Venancio. Ambos son dos seres pusilánimes que viven subyugados por su hermana. Y El extraño viaje gira hacia el terror: una mansión solitaria, un ser tiránico que recuerda al ama de llaves de Rebeca, unos ruidos extraños durante una noche de tormenta… y una frase de Ignacia, dirigida a una persona invisible, que desata el pánico en Paquita.
En el resto del metraje sigue habiendo humor, aunque ennegrecido, continúa dándose espacio a los guiños terroríficos, pero a medida que avanza, El extraño viaje gira hacia el drama hasta acabar convirtiéndose en una especie de Crimen y castigo a la española, es decir, que en los asesinatos hay bastante más torpeza que premeditación. El tono mordaz, la progresiva negritud y la feroz resistencia que opone El extraño viaje a su clasificación genérica explican tanto su mala acogida inicial como su reivindicación posterior. La película tiene mucha más coherencia narrativa de la que aparenta, aunque el final me parece demasiado discursivo y algo precipìtado, y se beneficia del talento de José F. Aguayo, cuya fotografía utiliza muy bien el claroscuro y es otro ingrediente a destacar de este retrato de una España en blanco y negro, en la que éste domina con claridad.
De los actores, quienes menos me gustan son los dos protagonistas. Carlos Larrañaga nunca me entusiasmó: aquí se esfuerza, pero creo que su personaje, que viene a ser una deconstrucción malvada, hasta lklegar al travestismo, del típico galán del cine español de entonces, daba más jugo del que Larrañaga le extrae. Lina Canalejas, la novia abnegada (y engañada) está correcta, sin más. Quienes están soberbios son los secundarios, empezando por los tres actores que interpretan a los Vidal: Tota Alba, Rafaela Aparicio y un Jesús Franco que convence como actor y años más tarde se convirtió en el rey de la serie B hispánica. Nota muy alta para María Luisa Ponte, que borda su papel de vieja víbora. Y sí, el twist de Sara Lezana, que como actriz no era nada del otro mundo, es memorable.
Considerada, con toda justicia, una de las mejores películas que dirigió Fernando Fernán Gómez, El extraño viaje es, en muchos aspectos, una rareza, pero una rareza de alto nivel.