WONDER BOYS. 2000. 109´. Color.
Dirección: Curtis Hanson; Guión: Steve Kloves, basado en la novela de Michael Chabon; Dirección de fotografía: Dante Spinotti; Montaje: Dede Allen; Música: Christopher Young; Diseño de producción: Jeannine Oppewall; Dirección artística: Don Woodruff; Producción: Scott Rudin y Curtis Hanson, para Mutual Film Company-Paramount Pictures (EE.UU.)
Intérpretes: Michael Douglas (Grady Tripp); Tobey Maguire (James Leer); Frances McDormand (Sara Gaskell); Robert Downey, Jr. (Terry Crabtree); Katie Holmes (Hannah Green); Rip Torn (Q); Richard Knox (Vernon Hardapple); Jane Adams (Oola); Michael Cavadias (Antonia Sloviak); Richard Thomas (Walter Gaskell); Alan Tudyk (Sam Traxler); Philip Bosco (Padre de Emily); George Grizzard, Kelly Bishop, Bill Velin, Charis Michelsen, Yusuf Gatewood, June Hildreth.
Sinopsis: Grady Tripp es un profesor universitario cuya primera novela fue un gran éxito de crítica. Han pasado siete años desde su publicación, y Tripp sigue sin entregar su segunda obra. Durante el fin de semana de las Letras, que se celebra en su universidad, la existencia de Tripp alcanzará su punto más bajo.
Tras conseguir un triunfo absoluto con una de las películas más destacadas de los años 90, L.A. Confidential, Curtis Hanson cambió de registro para su siguiente proyecto, cuyos únicos puntos en común con su oscarizado thriller son su carácter de adaptación literaria y contar con un reparto de campanillas. Wonder boys es una comedia negra de ambiente literario y que persigue al espectador inteligente. En consecuencia, obtuvo mucha menos repercusión que su ilustre predecesora.
Siete años dan para mucho. Por ejemplo, para pasar de ser una nueva luminaria de la literatura norteamericana con sólo una obra publicada, a llevar una existencia caótica, con un matrimonio hecho añicos, una interminable segunda novela que se niega a concluir, mucha marihuana, un rutinario empleo de profesor universitario y un idilio con la rectora, cuyo perro te odia con ganas. Entre los alumnos de Grady, gran parte de los cuales se dedica a la crítica feroz de la obra ajena para disimular su propia mediocridad, destaca un joven talentoso y enigmático, James Leer, junto al que Tripp vivirá el fin de semana designado por la divinidad para hacerle tocar fondo.
La primera gran baza (sin contar con que se inicia con una de las grandes canciones del siglo, el Things have changed, de Bob Dylan) de Wonder boys es que se trata de una película sobre escritores en la que el material literario es de primera calidad. El encargado de adaptar la brillante novela de Michael Chabon al mundo cinematográfico fue Steve Kloves, un individuo que ya había dado muestras de su incuestionable talento en Los fabulosos Baker Boys y al que este guión hizo resurgir de un período de oscuridad, antes de encontrar el filón de su carrera con la saga de Harry Potter. Kloves logra que el paso del papel al celuloide, en el que tantos fracasan, no resulte nada traumático. Los personajes tienen vida, casi todos ellos son perdedores con estilo, gente que busca su lugar en el mundo, o que sigue dando tumbos a una edad en la que lo fundamental ya debería estar definido. En sus peripecias se mezclan el ingenio, la melancolía (subrayada por la fotografía en tonos grises de Dante Spinotti) y el humor negro. Todo sucede durante un evento literario que se desarrolla en un fin de semana, tiempo más que suficiente para que Tripp pierda su matrimonio, su novela y su empleo, descubra en James Leer a un futuro talento de la literatura y comprenda que debe cambiar de vida. A su lado, se mueven un singular editor, que se presenta en Pittsburgh acompañado de un travesti, una estudiante guapa e inteligente a la que el profesor ha alquilado una habitación en su casa, y la rectora, una mujer que no puede evitar amar a un ser tan caótico como Tripp. Todos ellos forman un universo de inusual riqueza, bien definido, en el que lo profundo y lo grotesco se dan la mano con total naturalidad. La forma de mostrar el contraste entre la pompa de los cónclaves literarios y su muchas veces patética trastienda, los agudos diálogos (mención especial para los que comparten Tripp y Crabtree, su editor, varios de los cuales son verdaderas joyas) y lo bien que Hanson sabe mezclar los potentes elementos de los que dispone, convierten a Jóvenes prodigiosos en una de esas películas a las que un servidor tiene un cariño especial.
Entre otras virtudes, Curtis Hanson posee la de ser un gran director de actores. Por ejemplo, Michael Douglas, en un papel en principio poco adecuado para su perfil, logra una de sus mejores actuaciones: toda la película se mueve a su alrededor (no en vano su personaje, además de ser el protagonista, también es quien la narra en retrospectiva), y él la hace moverse dando siempre el tono adecuado. La interpretación de Robert Downey Jr. es soberbia, la mejor en un film donde todos los actores se lucen. Incluso Katie Holmes, que en general suele cargarme, está más que correcta. Frances McDormand es otra gran actriz a quien Hanson supo sacar lo mejor de su repertorio, y Tobey Maguire compuso la que todavía hoy es la cima interpretativa de su carrera.
Wonder boys es una magnífica película: inteligente, ingeniosa… posee profundidad y gracia, las alterna con estilo y se beneficia del trabajo de un director que estaba en el cénit de su carrera, de un excelente guión y de un plantel de actores de jerarquía. Es, además, un film hecho para quienes tenemos el vicio de escribir. Y está rubricada por una joya de Dylan. Sobresaliente. Nunca un perro ciego y una chaqueta que perteneció a Marilyn Monroe han dado para tanto.