ANTONIO VEGA. TU VOZ ENTRE OTRAS MIL. 2014. 124´. Color.
Dirección: Paloma Concejero; Guión: Paloma Concejero; Dirección de fotografía: Juan Carlos Concejero; Montaje: Pablo Fernández Gil; Música: Antonio Vega; Producción: Jaime de la Puente, para Rodando Voy-Karma Films (España).
Intérpretes: Antonio Vega, Tesa Arranz, Nacho Béjar, Carlos Vega, Billy Villegas, Teresa Lloret, Mariluz Tallés, Manuela Reyes, Ñete, Nacho García Vega, Carmen Alonso-Colmenares, Will More, Carlos Brooking, Jaime Conde, Sandra Mundy, Joan Bibiloni, Anye Bao, Carlos Martos, Emilio Aragón, Marga del Río.
Sinopsis: Documental que repasa la vida de uno de los iconos del pop español, Antonio Vega.
Cinco años después de la muerte del líder de Nacha Pop, Antonio Vega, vio la luz Tu voz entre otras mil, documental sobre su vida cuyo estreno estuvo rodeado de polémica. La película fue en parte financiada mediante crowdfunding por fans del artista, y contó asimismo con el apoyo total de su familia, que cedió filmaciones y documentos que habían permanecido inéditos hasta entonces. Posteriormente, la familia Vega rechazó la película por entender que el montaje original, de tres horas de duración, se había reducido de un modo que ponía excesivo énfasis en la, por otra parte archiconocida, drogadicción de Antonio Vega. Mi opinión sobre el particular es que tres horas de metraje hubieran sido excesivas (aunque en el DVD se ofrece la versión extendida), y que pasar de puntillas sobre el hecho vital que, desde principios de los años 80, marcó más profundamente la existencia de Antonio Vega, su adicción a la heroína, hubiera sido un fraude, que como espectador agradezco que Paloma Concejero no haya cometido. De acuerdo a lo expuesto, el documental me parece equilibrado: las imágenes de la infancia y la adolescencia del protagonista, y desde luego su música, están demasiado presentes como para que las acusaciones de incidir en exceso en el lado oscuro de Antonio Vega me parezcan justificadas.
Al igual que la inmensa mayoría de los representantes más destacados de la movida madrileño, Antonio Vega era un niño bien. Su padre era un prestigioso médico, cuya afición principal era inmortalizar un sinfín de momentos familiares, entre ellos varios que aparecen en la película. Niño sietemesino, siempre escuálido pero con un coeficiente intelectual de superdotado, sus primeras pasiones fueron el alpinismo y el estudio del cosmos. La segunda de ellas no la abandonó nunca, aunque nada más volver del servicio militar la vida de Antonio Vega pasó a girar en torno a la música. Nacha Pop, el grupo que lideró durante ocho años, fue uno de los más importantes del pop español: procedente del underground, la banda supo llegar al público mayoritario a costa de perder parte de su pureza primigenia. En 1988, Nacha Pop se disolvió después de lanzar al mercado su disco más vendido hasta la fecha, el directo 80-88. Para entonces, Antonio Vega, como muchos otros partícipes de la movida, era un adicto a la heroína. Se dice (lo ha hecho más de una vez, por ejemplo, Alaska) que fue introducido en esta droga por su novia de entonces, Carmen Alonso-Colmenares, una de las primeras musas de la movida, cuya aparición en la película junto a su hermano, el actor Will More, sólo puede calificarse de espectral. A partir de ahí, el éxito estuvo unido a una espiral psicotrópica que fue, en buena parte, responsable de la disolución de Nacha Pop, hecho que sumió a Antonio Vega en una etapa de aislamiento compartida con su mujer de entonces, Tesa Arranz. En la película, ella habla de «la adicción a Antonio Vega» como de algo de lo que tuvo que escapar. Otro de los intervinientes, casi todos familiares del autor de La chica de ayer o músicos que trabajaron con él, le define de un modo tan breve como preciso: «Fue un gran consentido». Su inteligencia, su sensibilidad y su magnetismo personal son rasgos que pocos discuten. Junto a ese carismático personaje vivía el depresivo e introvertido adicto que por momentos perdió por completo el norte y llegó a un grado de deterioro físico y social importante. Se nota el esfuerzo de algunos de los entrevistados, como Joan Bibiloni o el que fue su mano derecha musical durante años, Nacho Béjar, por morderse la lengua y no caer en la falta de respeto hacia el homenajeado. Quienes hayan conocido a un adicto a la heroína saben que, en el mejor de los casos, tienen dos caras, y la oscura es insoportable. Esto es así, y así hay que contarlo. Entre otras cosas, por lo mucho que la adicción condicionó la carrera musical del protagonista. De las canciones de Antonio Vega se habla muy poco en la película, es cierto. También lo es que esas canciones suenan todo el tiempo: ellas hablan por sí mismas. Nadie puede decir que este documental está hecho de un modo poco exigente o irrespetuoso. El brillante individuo que fue Antonio Vega, o la singular belleza de muchas de sus composiciones, se retratan con amplitud. Quedarse sólo con eso hubiese sido mucho más obsceno que incluir imágenes de Las Barranquillas. Paloma Concejero ha hecho un documental honesto y valiente, fruto de muchos años de trabajo. Si hubiera querido añadir más morbo, tenía mucho donde bucear. Ha sabido no esconder y no cebarse. Por eso su película merece la pena.