Si te has pasado diez horas en la oficina, nada más salir te ha caído encima un chaparrón importante y tu aspecto provoca el cachondeo de gente a la que en circunstancias normales alimentarías con cacahuetes, aún pueden ocurrirte dos cosas buenas: no agarrar una pulmonía, y que Tommy Emmanuel esté en tu ciudad. La primera no pinta bien, pero la segunda salió perfecta. Que el australiano es un guitarrista fuera de serie, se aprecia en sus discos. Que verle tocar en directo es todo un espectáculo, lo comprobé allá por el año 2012, Youtube al margen. Anoche, en Barts, el festival Guitar BCN hizo (por fin) honor a su nombre trayendo de nuevo a la ciudad a este músico prodigioso.
Tommy Emmanuel interpreta la música que le hace vibrar, y ese entusiasmo se contagia a la audiencia desde la primera canción. Acompañó las piezas más reconocibles de su repertorio con los temas de su nuevo álbum, It´s never too late, de corte intimista en su mayor parte. De hecho, tras un comienzo frenético, en la parte central del espectáculo predominó lo baladístico, en una demostración de que este hombre puede tocar bien cualquier estilo musical, y que posee sentimiento, además de exhuberancia técnica. El tema-título del nuevo disco me pareció brillante, pero es que la línea general de la actuación fue la excelencia. Tipo extrovertido y alérgico al divismo, Emmanuel suena auténtico cuando homenajea a Chet Atkins («el hombre como el que siempre quise sonar»), o cuando habla de su excelente estado anímico después de su reciente paternidad, pero también cuando coge el micrófono e interpreta Hurt, esa canción que el maestro Johnny Cash elevó a los altares. Cuando la actuación se acercaba a su final, apareció en el escenario ese pedazo de artista llamado Pedro Javier González. Junto a Emmanuel, el guitarrista barcelonés homenajeó a los Beatles antes de ejecutar una despatarrante versión de Sultans of swing. Ovación de gala, dos bises, y un músico que, vista la acogida, prometió volver a Barcelona más a menudo y compartir masterclass con algunos afortunados guitarristas locales. Por mí, que se quede aquí a vivir, porque su música y su actitud son alegría pura.
Así se las gasta:
Dos sultanes: