SINATRA: ALL OR NOTHING AT ALL. 2015. 240´. B/N-Color.
Dirección: Alex Gibney; Guión: Alex Gibney; Dirección de fotografía: Antonio Rossi y Samuel Painter; Montaje: Samuel D. Pollard, Ben Sozanski y Anoosh Tertzakian; Música: Frank Sinatra; Producción: Samuel D. Pollard, Jeff Pollack y Erin Edeiken, para Jigsaw Productions- Alcon Television Films-The Kennedy/Marshall Company (EE.UU.).
Intérpretes: Frank Sinatra, Nancy Barbato, Frank Sinatra Jr., Tina Sinatra, Nancy Sinatra, Harry Belafonte, Sammy Davis Jr., Pete Hammill, Mia Farrow, Terry Teachout, Tony Mottola, Mo Ostin, Henry Silva, Mitch Miller, Quincy Jones, Angie Dickinson Joey Bishop, Nelson Riddle, Phil Kuntz, John Lahr.
Sinopsis: Documental biográfico sobre el cantante y actor Frank Sinatra.
Existen apellidos que, cuando los oyes, te viene a la mente una sola cosa. En otros casos, una palabra puede significar muchas cosas distintas. Es el caso de Frank Sinatra, el mejor cantante pop de todos los tiempos, y me refiero también a los futuros, porque no habrá otro como él. Alex Gibney, destacado documentalista, firma un enciclopédico trabajo, modélico en sus formas y apariencia, que se estructura a través de las once canciones que Sinatra interpretó en su concierto de despedida (dos años después, el Viejo Ojos Azules regresó a la música) de 1971.
Hablar de Frank Sinatra es hacerlo de la América del siglo XX. Hijo de emigrantes italianos instalados en Nueva Jersey, Sinatra nunca dejó de ser un chico criado en un barrio obrero durante la Gran Depresión, que provocó un cisma familiar al decidirse a probar suerte como cantante. Conoció la calle, los bajos fondos y a quienes los gobernaban, se inspiró en el mejor, Bing Crosby, y añadió mucho trabajo a su incuestionable talento para abrirse paso en el negocio de la música, primero como miembro de un cuarteto vocal, y más tarde como cantante en las orquestas de Harry James y Tommy Dorsey. El resto es historia, y la cuentan las letras de las once canciones que Sinatra escogió para explicar su vida y las declaraciones de quienes pasaron por ella, con especial énfasis en las de su primera esposa, Nancy Barbato, y sus hijos. Aunque la vida y obra de Sinatra dan para mucho más, Gibney imprime un ritmo ágil que consigue que las cuatro horas de metraje pasen volando. El paso por la Tierra de Frank Sinatra está documentado como pocos, y por eso el trabajo de selección y montaje es realmente meritorio.
Frank Sinatra vivió muchas vidas: de la cuna humilde pasó a convertirse en una estrella juvenil que llevó consigo el primer fenómeno fan que se conoce (sí, antes de Elvis y los Beatles ya estuvo Francis Albert). De ahí, a una decadencia tan rotunda como su ascenso. Como el Ave Fénix, Sinatra ardió y resucitó de sus cenizas más de una vez. Hay muchos Sinatras, y Gibney habla de todos ellos: filántropo y déspota, generoso e iracundo, juerguista y disciplinado, mujeriego empedernido, extremo en sus amores y odios, obseso del poder, activista contra el racismo, de pensamiento progresista y maneras reaccionarias, Sinatra fue, sobre todo, el mejor intérprete de canciones de la historia. Su respeto y admiración por los músicos de jazz le hizo swinguear como pocos, pero lo que quedará para siempre es su dicción perfecta, su estilo viril pero sensible, su maravillosa manera de vivir las canciones y hacérselas vivir al oyente. Nadie ha cantado mejor lo que son la soledad, la melancolía, la madrugada… Sinatra es el Night hawks de Edward Hopper hecho voz, como lo fue Miles Davis hecho trompeta. Fue, además, un gran showman (nadie ha dominado un escenario con un solo gesto como él) y un excelente actor, en el cine, en sus conciertos y, por encima de todo eso, en su música. Gibney deja claro todo ello, sin dejar de abordar el lado oscuro del personaje. Una frase del film resume el carisma de Sinatra: «Consiguió que todas las mujeres quisieran llevárselo a la cama, y que todos los hombres quisieran ser como él». En una sola vida, es muy difícil ser más que Frank Sinatra. Le admiro desde que era un quinceañero, y seguiré haciéndolo hasta las cenizas. All or nothing at all, At long last love, One for my baby, I´ve got you under my skin, Fly me to the moon, You make me feel so young, The lady is a tramp, Rain in my heart, Ill wind, I´m a fool to want you, Angel eyes, My way… y tantas otras. Nunca un apodo (La Voz) ha estado más justificado. Sinatra es EL CANTANTE, con mayúsculas. A Alex Gibney le cabe el honor de haber hecho un documental imprescindible sobre esta figura, cuya carrera cinematográfica también fue notable. Entre el todo y la nada, Sinatra fue lo primero. Y Gibney lo explica de modo admirable.