THE WRECKING CREW!. 2008. 101´. Color.
Dirección: Denny Tedesco; Guión: Denny Tedesco; Dirección de fotografía: Trish Govoni y Rodney Taylor; Montaje: Claire Scanlon; Música: Canciones de The Beach Boys, The Ronettes, Nancy Sinatra, Sonny & Cher, Sam Cooke, Dean Martin, The Monkees, The Byrds, Frank Sinatra, etc.; Producción: Denny Tedesco, Suzie Tedesco, Claire Scanlon, Chris Hope, Jon Leonoudakis y Mitchell Linden, para Lunch Box Entertainment-Magnolia Pictures (EE. UU.).
Intérpretes: Tommy Tedesco, Carol Kaye, Hal Blaine, Plas Johnson, Glen Campbell, Al Casey, Earl Palmer, Don Randi, Leon Russell, Bill Pittman, Joe Osborn, Snuff Garrett, Lew McCreary, Carmie Tedesco, Chuck Berghofer, Brian Wilson, Cher, Herb Alpert, Frank Zappa, Nancy Sinatra, Jimmy Webb, Micky Dolenz, Roger McGuinn.
Sinopsis: Documental sobre The Wrecking Crew, grupo de músicos de sesión que grabó algunos de los mayores éxitos de la música en los años 60.
Detrás de las canciones más famosas hay muchos nombres. Algunos, en especial los vocalistas, suelen ser las estrellas que todo el mundo recuerda, los ídolos de la gente. Por detrás, un sinfín de compositores, productores, ingenieros y músicos dan forma a los grandes éxitos que copan las listas. La popularidad de muchas de estas personas es prácticamente nula. Uno de los casos más sangrantes es el de The Wrecking Crew, nombre con el que se conoce a un puñado de músicos de sesión que grabaron algunos de los mayores éxitos de los años 60, tanto en el pop-rock como en las bandas sonoras de cine y televisión. Este documental intenta dar a conocer a esos músicos, y es un proyecto personal del hijo de uno de ellos, Denny Tedesco. Su padre, el guitarrista Tommy Tedesco, formó parte de esa agrupación, que surgió en los albores del rock & roll e intervino en un sinfín de grabaciones históricas. Tedesco recurre a los archivos familiares y graba la conversación entre su padre y tres de sus compañeros: la bajista Carol Kaye, el saxofonista Plas Johnson (cuando silben La Pantera Rosa, acuérdense de él) y el batería Hal Blaine. Ellos estuvieron en el momento (la explosión del rock & roll) y el lugar (Los Ángeles) adecuados. Su juventud les hizo entender el lenguaje musical que se estaba poniendo de moda, y que en general era despreciado por los músicos de sesión más veteranos, cuyo terreno era el jazz. Acompañaron a un sinfín de cantantes en las grabaciones que les convirtieron en estrellas (por ejemplo, fueron parte esencial del célebre muro de sonido que dio fama planetaria al productor Phil Spector, cuyo máximo exponente es el Be my baby, de las Ronettes), y en muchos casos, sustituyeron en las grabaciones a las bandas más exitosas. Como la película se encarga de subrayar, los productores de Milli Vanilli no inventaron nada. Famoso fue el caso de los Monkees, que no interpretaban sus canciones, pero poca gente sabía, hasta fechas recientes, que uno de los discos más legendarios del pop, el Pet Sounds de los Beach Boys, fue grabado por Brian Wilson y varios de los miembros de The Wrecking Crew, mientras el resto de la banda se limitó a grabar las voces. Las composiciones y arreglos de Wilson eran demasiado complejas para ser interpretadas por sus compañeros de grupo, y menos aún en las escasas fechas de estudio que por entonces se utilizaban para completar las grabaciones. The Wrecking Crew eran, en una muy acertada definición que se da en la película, los sicarios perfectos: poseían una gran técnica instrumental, se entendían entre ellos a la perfección y podían grabar los futuros hits mejor, y en mucho menos tiempo, que quienes formaban los grupos. Por eso, los productores se los rifaban: durante años fue difícil encontrar un éxito norteamericano que no llevara su huella, ya fueran formaciones pop, rock, soul, o incluso crooners, quienes requirieran sus servicios. Esto se tradujo en un ritmo de trabajo brutal, y en una montaña de dinero para estos sesionistas anónimos. Años más tarde, cuando mejoró la técnica instrumental de los grupos, o simplemente este aspecto se convirtió en secundario, la fiesta acabó de golpe. Hal Blaine, uno de los baterías más omnipresentes de la historia de la música, cuenta cómo llegó a arruinarse. Tommy Tedesco llegó incluso a autoparodiarse en el conocido programa televisivo The Gong Show. Sólo uno de los miembros asiduos de la agrupación, Glen Campbell, fue capaz de triunfar en su carrera como vocalista. Como ocurre a menudo en el rock, la frase más lúcida sobre el final de la fiesta la pronuncia, en una grabación de archivo, un tal Frank Zappa.
Denny Tedesco hizo una película con alma, que más que un film, es un acto de justicia. Con todo, esta obra posee más valor que el meramente testimonial: está bien contada, aporta un sinfín de puntos de vista sobre la historia y contiene una música excelente. Una joya para melómanos, sin duda, y una visión diferente de unos años gloriosos para la música pop, Del todo recomendable.