La Eurocopa 2016 concluyó anoche con el triunfo de Portugal. En mi opinión, se trata del torneo de peor nivel futbolístico desde aquel de 2004 en el que Grecia derrotó a los lusos en su terreno. El triunfo portugués se debe, fundamentalmente, a la labor de su veterano seleccionador, Fernando Santos, que supo adaptar estilo, alineaciones y cambios a las necesidades de un equipo que mostró muchas debilidades en la primera fase y pasó a ser, en las eliminatorias, un conjunto poco brillante, pero mucho más rocoso y solidario. Con muy poco, Portugal se ha llevado el trofeo, pero es que el buen juego ha brillado por su ausencia, como lo prueba el hecho de que las revelaciones del torneo hayan sido dos selecciones con una propuesta futbolística tan primaria como Islandia y Gales. De Francia, la anfitriona, decir que ha antepuesto el músculo al toque, ha sobrevivido gracias al acierto del único crack que tiene en sus filas, Antoine Griezmann, y agotó su cupo de fortuna en la semifinal contra Alemania. Los germanos, por lo que he visto, han sido el mejor equipo del torneo, pero se fueron de vacío por culpa de unos errores defensivos impropios de un combinado de élite. Poco más: Italia mostró buen nivel pero sucumbió por su poca destreza en los penaltis, equipos de buen tono futbolístico como Bélgica y Croacia defraudaron las expectativas que generaron en principio, Inglaterra hizo el ridículo característico y España, la actual campeona, decepcionó sin paliativos. Con muchos jugadores en baja forma, un ambiente convulso y sin plan B, la selección española cerró un ciclo glorioso jugando al ritmo de un equipo de veteranos. Es de esperar que, con un nuevo seleccionador y mayor presencia de jóvenes de calidad como Saúl, Koke o Isco, España sea capaz de armar en breve un bloque competitivo, dado que, hoy por hoy, el nivel está bajito. Un apunte final: sería deseable que se redujera el número de selecciones que participen en la fase final. Creo que los amantes del buen fútbol y las fuerzas de seguridad del país organizador lo agradecerían. Para espectáculos deprimentes, ya tenemos las noticias políticas.