CASSANDRA´S DREAM. 2007. 104´. Color.
Dirección : Woody Allen; Guión: Woody Allen; Dirección de fotografía: Vilmos Zsigmond; Montaje: Alisa Lepselter; Dirección artística: Nick Palmer; Música: Philip Glass; Diseño de producción: Maria Djurkovic; Producción: Letty Aaronson, Gareth Wiley y Stephen Tenembaum, para Virtual Studios-Wild Bunch-Iberville Productions (EE.UU.-Reino Unido).
Intérpretes: Colin Farrell (Terry Blaine); Ewan McGregor (Ian Blaine); Hayley Atwell (Angela); Sally Hawkins (Kate); Tom Wilkinson (Tío Howard); John Benfield (Padre); Claire Higgins (Madre); Ashley Medekwe (Lucy); Andrew Howard (Jerry); Phil Davis (Martin Burns); Richard Lintern, Jennifer Higham, Jim Carter, Cate Fowler.
Sinopsis: Dos hermanos de familia trabajadora compran un pequeño barco. La ambición de uno y las deudas de juego del otro les ponen contra la pared. A cambio de solucionar sus problemas, su rico tío Howard les pide un favor de lo más drástico.
La última película de las que forman la trilogía inglesa de Woody Allen, El sueño de Casandra, vuelve al universo de la primera, Match point. Recibido con menos entusiasmo que su antecesor, el film supone una nueva incursión del director neoyorquino en el drama puro, con una historia negra sobre los lazos de sangre, la ambición y la culpa.
Como ya he escrito en alguna otra ocasión, Match point es una mala copia de Delitos y faltas, una de las obras maestras de Allen. El sueño de Casandra no me parece inferior al film que protagonizaron Jonathan Rhys Meyers y Scarlett Johansson, pero comparte su principal defecto: el autoplagio. Woody Allen, que ya de por sí tiende a ser un cineasta autorreferencial, da una nueva vuelta de tuerca al tema del asesinato y la culpa, centrándose en este caso en dos hermanos cuyos objetivos vitales están muy por encima de su realidad cotidiana. Terry, que iba para destacado deportista, repara automóviles de alta gama y es adicto al juego. Ian trabaja en el restaurante de su padre pero sueña con convertirse en un poderoso hombre de negocios. Su espejo, y el de toda la familia, es el tío Howard, un rico cirujano plástico.
En mitad de una buena racha, los dos hermanos deciden comprar un pequeño barco, al que bautizan Cassandra´s dream, el nombre del galgo que ha hecho ganar una fortuna a Terry en las apuestas. No creo necesario incidir en la referencia mitológica del título, por obvia. Al principio, Terry parece tocado por la suerte, tiene una bella mujer que le ama… pero algo falla en él, y trata de combatirlo a base de alcohol y pastillas. Mientras, Ian conoce a una bella actriz de la que se enamora, y que le permite acceder al mundo del glamour y el lujo. Eso sí, para conquistarla necesita aparentar que es lo que quiere ser. Pronto, las ganancias de Terry se convierten en importantes deudas, y todo se tambalea. Aparece el tío Howard, que se ofrece a darle a los hermanos la vida que desean… a cambio de que ellos eliminen a un ex-empleado suyo, dispuesto a confesar malas prácticas que podrían llevarle a la ruina, e incluso a la cárcel.
El guión, por momentos, es endeble. Se dan demasiadas cosas por supuestas, y la mayor (por qué tiene que recurrir el rico y poderoso Howard a sus dos sobrinos para cometer el crimen, disponiendo de los medios suficientes para contratar a cualquier asesino a sueldo, lo que le garantizaría eficacia y anonimato), simplemente nos la tenemos que creer. Allen teje una historia propia de Patricia Highsmith y la viste de Dostoievski, lo que a todas luces, le viene grande (a él, y a casi todo mortal). El director plantea dos tesis que puedo compartir a rajatabla (que cualquier ser humano es capaz de cometer la mayor atrocidad si se dan las circunstancias adecuadas, y que los poderosos siempre encuentran gente dispuesta a mancharse las manos por ellos, así como el modo de no pagar por sus maldades), pero la forma de llegar hasta ellas es artificiosa y poco convincente. En lo técnico, la película me parece bastante lograda. En contra de lo que suele ser habitual en él, Allen contrató a un compositor para la banda sonora: el notable trabajo de Philip Glass deja claro que su decisión fue acertada, lo mismo que contar con un fuera de serie llamado Vilmos Zsigmond.
El apartado interpretativo no deslumbra. De hecho, creo que Woody Allen no estuvo demasiado afortunado al escoger a los protagonistas de sus películas inglesas, y El sueño de Casandra no es una excepción. Colin Farrell, que lidia con el personaje más complejo de la función, no es precisamente James Mason, y se nota. Ewan McGregor está mejor (porque lo es, básicamente), pero él solo no basta. Hayley Atwell, actriz volcada en la televisión y el cine más comercial, me deja frío a pesar de su belleza. Los mejores, Tom Wilkinson en el papel de Mefistófeles, y Claire Higgins como la madre de las criaturas.
Creo que, como Match point, El sueño de Casandra, que no es una mala película, es más disfrutable para quienes no hayan leído Crimen y castigo, o visto Delitos y faltas. Mi comentario final: siempre es preferible lo puro a lo sucedáneo.