GONE GIRL. 2014. 149´. Color.
Dirección: David Fincher; Guión: Gillian Flynn, basado en su novela; Dirección de fotografía: Jeff Cronenweth; Montaje: Kirk Baxter; Dirección artística: Sue Chan; Música: Trent Reznor y Atticus Ross; Diseño de producción: Donald Graham Burt; Vestuario: Trish Summerville; Producción: Arnon Milchan, Reese Witherspoon, Ceán Chaffin y Joshua Donen, para Regency Enterprises-20th Century Fox (EE.UU).
Intérpretes: Ben Affleck (Nick Dunne); Rosamund Pike (Amy Dunne); Neil Patrick Harris (Desi Collings); Carrie Coon (Margo Dunne); Tyler Perry (Tanner Bolt); Kim Dickens (Detective Rhonda Boney); Patrick Fugit (Oficial Gilpin); David Clennon (Rand Elliott); Lisa Banes (Marybeth Elliott); Missi Pyle (Ellen Abbott); Emily Ratajkowski (Andie Fitzgerald); Casey Wilson (Noelle Hawthorne); Lola Kirke (Greta); Boyd Holbrook (Jeff); Sela Ward (Sharon Schieber); Lee Norris, Jamie McShane, Leonard Kelly-Young, Scoot McNairy
Sinopsis: Nick descubre que su esposa Amy ha desaparecido. La investigación policial sobre el caso apunta a que la mujer ha sido asesinada, y Nick es el principal sospechoso del crimen.
David Fincher es uno de los directores más destacados del cine contemporáneo. Su trayectoria incluye, junto a algún tropiezo puntual, varias de las mejores películas que ha dado el cine norteamericano en las dos últimas décadas. Por ello, cada nuevo proyecto suyo despierta mucha expectación entre los cinéfilos. Después de sentar las bases de la prestigiosa serie televisiva House of cards, Fincher llevó a la gran pantalla el best seller de Gillian Flynn, que tuvo la decencia de desbancar a 50 sombras de Grey del primer lugar de la lista de los libros más vendidos en los Estados Unidos. La propia autora se encargó de escribir el guión cinematográfico, dando lugar a uno de los mejores libretos cinematográficos escritos en años, a un ejercicio de gran cine a contracorriente.
Aunque ha tocado diversos palos, el terreno donde Fincher da lo mejor de sí mismo es el thriller. Domina como pocos los resortes del género, emplea y dosifica con tino los giros argumentales y aprovecha para tocar temas de actualidad. Perdida es una película que estoy seguro hubiera encantado a quien considero su mayor inspirador, que no es otro que Alfred Hitchcock. El tema central, el del falso culpable, es una constante del director londinense. Estamos, eso sí, en el siglo XXI, el de la corrección política, la igualdad mal entendida y los circos mediáticos. La película no puede entenderse sin estos elementos, que a su vez marcan sus cambios de tono. Una vez puestos en el lugar (una pequeña localidad de Missouri) y sucedido el hecho desencadenante (la desaparición de Amy Dunne), la acción mezcla la historia de la pareja que ella forma con su esposo Nick, con la acumulación de pruebas que incriminan a éste en el asunto. El contraste entre los comienzos de la pareja en Nueva York, con aires propios de la típica comedia romántica algo subida de tono, y su situación en el momento de la desaparición de Amy, es brutal. La joven rica y guapa, y el proyecto de novelista ingenioso y atractivo se convirtieron en poco tiempo en dos desempleados que tuvieron que trasladarse al pueblo natal de Nick para que éste pudiera cuidar de su madre, enferma de cáncer. A partir de ahí, todo empeoró. La pobreza entró por la puerta y el amor saltó por la ventana. Pero esto es sólo el principio: Perdida es mucho más que un típico thriller, y acaba convirtiéndose en una cínica tragedia contemporánea, marcada por lo engañoso de las apariencias, el maléfico poder de unos medios de comunicación en los que el rigor brilla por su ausencia y la estupidez de quienes los siguen, mucho más marionetas que seres humanos. Viendo Perdida, uno puede entender que un psicópata grotesco pueda convertirse en presidente de los Estados Unidos en breve. Un apunte más: quienes crean que la película es misógina, tal vez deberían revisar ese prejuicio que les dicta que todos los hijos de puta pertenecen al mismo sexo. En la práctica, están muy bien repartidos.
En sus últimas obras, Fincher se rodea del mismo equipo de colaboradores, entre los que aquí destaca Jeff Cronenweth, cuya aportación al tono progresivamente sombrío de la película es importantísima. El director cultiva desde hace tiempo un estilo mucho más sobrio que en sus inicios, pero no menos impactante para su público, y con una factura como mínimo igual de impecable. Escenas como la de la lluvia de azúcar, la preparación del escenario del crimen para que lo parezca o el momento Instinto básico están rodadas con la fascinante maestría a la que Fincher nos tiene acostumbrados. Sin hacer alardes ni recurrir a otra pirotecnia que la que le ofrece el libreto, el director consigue enganchar a la audiencia durante dos horas y media, para acabar dejándole con una sonrisa malvada en los labios, que diría Leonard Cohen. No conozco a muchos cineastas vivos capaces de conseguir esto.
Como nada es perfecto en esta vida, el protagonista masculino de la película es Ben Affleck. Lo mejor que se puede decir de él es que su inexpresividad natural cuadra muy bien con su personaje, y que en la escena en la que su abogado le tira ositos de goma cada vez que la caga le hace a uno reír pensando en Fincher haciéndole lo mismo cuando tenía que repetir una toma por su culpa. Rosamund Pike está soberbia en un papel que es un lujo para una actriz, y que supone su primer momento memorable en el séptimo arte. Visto su talento, deberían venir más. A su mismo nivel está el resto de protagonistas femeninas, es decir, Carrie Coon y Kim Dickens, así como secundarias de nivel como Sela Ward, Missi Pyle o Lisa Banes. Neil Patrick Harris parece seguir siendo el Barney Stinson de Cómo conocí a vuestra madre, pero en versión desequilibrada, y Tyler Perry, cuya presencia en el reparto tampoco despertó en mí demasiado entusiasmo, está francamente bien como abogado listo.
Perdida merece un lugar entre los mejores films dirigidos por David Fincher, y eso es mucho decir. Cine grande para una época pequeña.