THE VILLAGE. 2004. 105´. Color.
Dirección: M. Night Shyamalan; Guión: M. Night Shyamalan; Dirección de fotografía: Roger Deakins; Montaje: Christopher Tellefsen; Música: James Newton Howard; Dirección artistica: Michael Manson (Supervisor); Diseño de producción: Tom Foden; Producción: Scott Rudin, Sam Mercer y M. Night Shyamalan, para Blinding Edge Pictures-Touchstone Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: Bryce Dallas Howard (Ivy Walker); Joaquin Phoenix (Lucius Hunt); Adrien Brody (Noah Percy); William Hurt (Edward Walker); Sigourney Weaver (Alice Hunt); Brendan Gleeson (August Nicholson); Cherry Jones (Mrs. Clack); Celia Weston (Vivian Percy); Judy Greer (Kitty Walker); John Christopher Jones, Frank Collison, Jayne Atkinson, Michael Pitt, Fran Kranz, Jesse Eisenberg.
Sinopsis: Una pequeña comunidad aislada vive bajo el temor de la presencia de unas extrañas criaturas que habitan los bosques cercanos.
No son pocos quienes creen, en lo referente al cine de M. Night Shyamalan, que, desde El sexto sentido, en su obra se da una curiosa circunstancia: cada nueva película es peor que la anterior, y mejor que la siguiente. Sin detenerme a corroborar o refutar esta teoría, sí es innegable que Shyamalan ha perdido con los años el favor casi unánime de crítica y público que obtuvo en sus primeras obras. El bosque generó reacciones muy diversas, con entusiasmos y rechazos muy extremos, aunque es la última película de Shyamalan que obtuvo un éxito comercial incuestionable. Servidor cree que unos y otros se equivocan: el film no es una obra maestra, pero tampoco una mala película.
Siento inclinación hacia los directores con estilo, hacia esos cineastas reconocibles para el espectador mínimamente atento, que poseen estilo propio. M. Night Shyamalan es uno de ellos, y El bosque es una buena muestra de esto que escribo: en todo momento parece una película del director de Pennsilvania, y al tiempo me cuesta imaginar a otra persona haciendo un film como este, para lo bueno y para lo malo. En pleno siglo XXI, no es fácil creer una historia centrada en una comunidad totalmente aislada del mundo exterior, aunque la causa de dicho aislamiento sea uno de los grandes motores del comportamiento humano: el miedo. No es que El bosque sea una película de terror (aunque como tal se vendiera en su estreno), pero sus mejores virtudes residen en la capacidad del director para generar tensión, para intrigar al público. Otra cosa es que el estudio del miedo que pretende ser El bosque cojee en cuanto a la coherencia del guión, pero que Shyamalan es uno de los grandes creadores de atmósferas del cine de nuestro tiempo es algo difícil de rebatir.
Al principio, se nos presenta una comunidad idílica, donde parecen reinar la paz y la armonía, un poco al estilo de los amish de Único testigo. Apenas un par de escenas bastan para ponernos en situación: los habitantes de ese apartado lugar viven aterrorizados por la presencia de unas extrañas criaturas que habitan los bosques que lo rodean. Cuentan los adultos del pueblo que se ha llegado a una especie de tregua con esos seres, consistente en que nadie pise el terreno del otro. Sin embargo, cuando Lucius, uno de los jóvenes del pueblo, solicita permiso para ir a la ciudad y conseguir medicamentos para tratar la demencia de Noah, otro muchacho de la localidad, las criaturas empiezan a saltarse el pacto y a aterrorizar a los lugareños en sus propias casas.
Nuestros miedos, al igual que nuestros dioses, los hemos creado nosotros. La diferencia está en que, a estas alturas de ese cuento que llamamos civilización, el miedo sigue siendo algo muy necesario para que el planeta pueda ser mínimamente habitable, y los dioses constituyen uno de los principales obstáculos para ese fin. Shyamalan analiza, creo que con buen tino, los mecanismos a través de los que creamos nuestros miedos, y cómo muchas veces a través de ellos hemos constituido nuestra forma de vida. No obstante, el guión no me parece demasiado inspirado, y acarrea el lastre de buscar con demasiado énfasis la sorpresa final que todo el mundo espera del director, y que éste encuentra después de algún giro innecesario en una película que, en los demás aspectos puramente cinematográficos, es excelente: lo es la fotografía, tenebrosa y poética, de Roger Deakins; lo es, desde luego, la música de James Newton Howard, y lo es el dominio de Shyamalan de todos estos recursos. El problema de El bosque es que llega un momento en el que se rompe el magnetismo, en el que tienes que creerte demasiadas cosas para que todo encaje. El guión y los diálogos de la segunda mitad de la película tienen, a mi juicio, la culpa de que la suspensión de la incredulidad sufra ciertos altibajos. Y el mensaje final de que vale más vivir en la mentira es, cuanto menos, discutible.
Siempre he dicho que M. Night Shyamalan no es un gran director de actores. El bosque confirma mi idea, pues cuenta con un reparto de mucho nivel, que en algunos casos (y hablo de personajes tan importantes como los que interpretan Joaquin Phoenix y Adrien Brody) no parecen tener muy claro qué es lo que hacen allí. La verdadera protagonista del film, Bryce Dallas Howard, sí está a muy buen nivel, dejando claro una vez más que es una gran actriz a la que Hollywood debería dar más cancha. Otro de los que brillan es William Hurt, del todo convincente en su papel de líder de la comunidad. A Sigourney Weaver tengo la impresión de que se la desaprovecha, y del resto del reparto quien mejor impresión me deja es el siempre acertado Brendan Gleeson.
El bosque es una película casi perfecta en algunos aspectos, y más floja en otros, no precisamente baladíes. Creo que es muy recomendable, por lo que propone y por cómo lo presenta, pero muestra a un director incapaz de evolucionar.