BLIND. 2014. 96´. Color.
Dirección: Eskil Vogt; Guión: Eskil Vogt; Director de fotografía: Thimios Bakatakis; Montaje: Jens Christian Fodstad; Diseño de producción: Jorgen Stangebye Larsen; Música: Henk Hofstede; Dirección artística: Solfrid Kjetsa; Producción: Hans-Jorgen Osnes, Sigve Endresen, Derk-Jan Warrink, Joost de Vries y Leontine Petit, para Motlys-Lemming Film (Noruega).
Intérpretes: Ellen Dorrit Petersen (Ingrid); Henrik Rafaelsen (Morten); Vera Vitali (Elin); Marius Kolbenstvedt (Einar); Nikki Butenschon (Kenneth); Stella Kvam Young, Isak Nikolai Moller, Jacob Young, Erle Kyllingmark, Fredrik Sandahl, Aslag Guttormsgaard, Veronica Bertnsen, Helga Guren, Tim Nansen, Steffen Skau Linnert.
Sinopsis: Ingrid se ha quedado ciega. Recluida por voluntad propia en su apartamento de Oslo, fantasea con lo que pueda estar ocurriendo a su alrededor.
Aunque ya tenía ganada una buena reputación como guionista en Noruega, Eskil Vogt ha sido conocido a nivel internacional tras el estreno de su primer largometraje como director, Blind, drama que ha sido definido como un cruce entre el cine de Ingmar Bergman y el de Lars von Trier. Podría decirse que esto no es más que un topicazo fruto de que el sueco y el danés son los cineastas nórdicos más conocidos en el resto del mundo por civilizar, pero, vista la película, creo que Eskil Vogt ansía seguir el camino trazado por ambos, el del prestigio crítico internacional.
En efecto, Blind es un film muy nórdico: frío, de temática profunda y estética que huye de lo recargado. Lo protagoniza Ingrid, una joven ciega, que se niega a salir de su piso y, mientras intenta adaptarse a su nueva realidad, se recrea en ensoñaciones e inventa mundos paralelos, en los que su marido, Morten, y el sexo, ocupan un lugar central. Vogt se empeña, uno diría que demasiado, en darle una estructura moderna y compleja a su ópera prima, porque lo que acaba consiguiendo es que lo que sucede en el cerebro de Ingrid y lo que le ocurre en el mundo real se confundan. No es que en general me importe mucho no entender lo que veo, siempre que lo disfrute, pero en Blind encuentro artificiosas las renuncias a la claridad expositiva. Se ven huellas de las obras narrativamente más arriesgadas de Bergman, como Persona, pero no creo que lo más elogiable de la película esté ahí, sino en la manera de hacer partícipe al espectador de la realidad de las personas invidentes, y en la mordacidad de las ensoñaciones de Ingrid (el aspecto más Von Trier de Blind), en especial a la hora de describir la realidad del personaje de Einar y, por extensión, la omnipresencia, o casi diría que la gran labor social, de la pornografía en nuestra civilización. A medida que transcurre la película, y que la protagonista se encierra en sí misma, asistimos a su progresiva degeneración, al creciente desvarío de sus actos e ideas. Al final, existe un detonante que hace reaccionar a Ingrid, lo que es comprensible pero le da al film una conclusión complaciente que no acaba de encajar con lo que ofrece en sus inicios.
El estilo visual es cuidado (punto extra para el montaje) y pulcro, pero carente de personalidad. Algunos aciertos puntuales, como los cambios de escenario al ritmo de los que marca el cerebro de Ingrid, son meritorios, pero no acaban de eliminar una sensación de frialdad que dudo que provoque adhesiones entusiastas en latitudes mucho más pasionales. La banda sonora no pasa de correcta, pero sí es de alabar el buen criterio con el que Eskil Vogt enmarca las canciones que se escuchan en la película.
Se agradece que el reparto sea de calidad. Ellen Dorrit Petersen, la actriz que interpreta a Ingrid, hace una interpretación francamente buena, en la que la contención tan típica en los actores escandinavos no obstaculiza su capacidad para transmitir la vida interior de su personaje, que es ni más ni menos que el motor de la película. Henrik Rafaelsen le da una buena réplica, y los otros dos actores con roles importantes, Vera Vitali y Marius Kolbenstvedt, están a la altura, en especial este último, que acierta al mostrar el desamparo de Einar, el cual se muestra con especial brillantez en la escena en la que se habla de la espantosa matanza que perpetró en 2011 un fanático nazi que hoy se pudre en la cárcel y que debería seguir el ejemplo del terrorista capturado hace unos días en Alemania.
Blind es una buena película, que invita a seguir las futuras obras de Eskil Vogt pese a ciertas moderneces innecesarias y a un final mejorable.